Abrir la carcaza de una computadora y observar las tarjetas de circuitos integrados nos ha hecho pensar más de una vez que estamos ante el bonsai de una ciudad: edificios, calles y plazas de esas ciudades miniatura habitadas por electrones. Luego lo proyectamos fractalmente a otras escalas cuando imaginamos cada computadora conectada en red con muchas otras, en un planeta de urbes digitales donde se producen e intercambian bits intangibles (que significan información, servicios, transacciones, etc.) pero no por ello menos valiosos que lo que se produce e intercambia en las calles y edificios de las ciudades de ladrillo y concreto. Capas de intangibilidad inevitablemente están cada vez más vinculadas con lo que sucede cotidianamente en el mundo tangible.
Y esa vinculación de lo intangible con lo tangible es clave. Computadoras existen desde mediados del siglo pasado y las redes LAN-WAN llevan varias décadas de existencia. También Internet es un fenómeno que dejó de ser reciente, al igual que la telefonía móvil. Sin embargo, la vida tangible continua para grandes mayorías, especialmente en muchas ciudades del tercer mundo, tan mal o peor que hace décadas.
No es la infraestructura digital la que va a resolver por sí sola los problemas. Las computadoras y los celulares son apenas instrumentos o medios que bien utilizados van a contribuir a hacerlo. En la medida en que se cierre la brecha digital y más ciudadanos se incorporen individual y colectivamente al uso de estas herramientas, en esa misma medida podrá darse mejor la integración entre lo intangible de la información, la comunicación y la coordinación de acciones, con la ejecución de proyectos que mejoren la calidad de vida para todos.
Un amigo me decía hace años que si se trajera una copia de la infraestructura de la NASA al país y se colocara en el Nuevo Circo (cuando quedaba allí el terminal de transporte terrestre de Caracas) para que la manejaran los funcionarios de aquí, los problemas continuarían siendo mas menos los mismos. El humanware, más que el hardware o el software, es lo que debemos atender prioritariamente y las herramientas digitales pueden ser útiles a tal fin. La nueva sintaxis de lo digital puede ayudar a que nuestra semántica y sobre todo nuestra pragmática mejore. Por ejemplo, aprender a escribir algo claro y útil en 160 caracteres, tal como lo imponen el SMS y el Twitter, es todo un entrenamiento nada despreciable.
Pero lo que nos sucede en las ciudades no es solamente un problema de eficiencia. Es más, la eficiencia no es el factor más importante, porque si lo fuese nuestro principal objetivo sería simplemente optimizar las soluciones ya conocidas. Creo que nuestro problema es que seguimos aplicando el mismo tipo de soluciones a problemas sin evaluar por qué tercamente persisten y que además, en ciertos casos, se agravan. Si es así, entonces el principal objetivo debe ser la innovación, o sea generar nuevas soluciones que realmente resuelvan los tercos problemas. ¿Que relación podría existir entre el uso de herramientas digitales y la innovación?
Las herramientas digitales nos permiten acceso a la más vasta fuente de información gratuita como lo es Internet donde, con el debido criterio, nuestros ciudadanos pueden descubrir lo que otros ciudadanos en otras ciudades hacen para superar problemas similares. Estas herramientas son también excelentes mecanismos para realizar consultas masivas, convocatorias y demás acciones que apoyen la participación activa de la colectividad. Y tanto computadores como celulares, en manos de los ciudadanos, se convierten en poderosos instrumentos de monitoreo, seguimiento y contraloría social de los proyectos dirigidos a resolver los tercos problemas urbanos de inseguridad, insalubridad, desempleo, congestionamiento, contaminación, derrumbes, etc. Esas tres actividades (conocer, participar y monitorear) combinadas con el uso activo de la imaginación y el diseño, son esenciales para poder innovar.
Es clave ir más allá del e-gobierno incorporando a la gente como e-ciudadanos.
Me gusta!
ResponderEliminarUn abrazo Moisés
Gracias Glenda!
ResponderEliminarI'm flattered (como dicen los gringos)
Un abrazo,
M.