Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

18.2.15

¿Una sociedad adicta?

Adicción, en términos amplios, se refiere a conductas compulsivas que convierten algo que nos gusta en un hábito que nos hará mucho daño. La imagen más típica es la relacionada con consumo de drogas, alcohol o cigarrillos. Sin embargo, la adicción puede presentarse en muchas personas, en distintos aspectos de sus vidas.

¿Podría ocurrir que toda una sociedad se vuelva adicta a algo? No existe mucha literatura al respecto o, en todo caso, existen referencias a grandes cantidades de individuos experimentando simultáneamente conductas típicas de adictos. Por ejemplo, en la región india de Gadchiroli se presentó en los 80s, entre los hombres, un episodio de adicción colectiva al alcohol. Era tan masivo el fenómeno que llegó a impactar negativamente las oportunidades de desarrollo económico, convirtiéndose en el principal obstáculo para superar la pobreza (Taylor, D., Taylor, C. 'Just and Lasting Change: When Communities Own Their Futures').

Quizás en Venezuela estamos ante un caso de adicción social, colectiva, de toda la sociedad. Pero, ¿a qué estamos adictos? No creo que sea a una sola cosa. Creo que estamos adictos a la gasolina regalada; a subsidios de distintos bienes o servicios como harina, azúcar, electricidad, etc.; a la impunidad especialmente en materia de seguridad vial; a la violencia y al pillaje...

¿Cuál es la fuente de poder de los carteles de la droga? Nadie cree que su poder venga de su propia adicción al poder. ¡Por supuesto que les gusta ser poderosos! Pero esa aparente adicción al poder, no es lo que les proporciona poder. Su vasto poder financiero, paramilitar y hasta político viene de los adictos que consumen lo que estas organizaciones delictivas ofrecen.

Sin embargo, a la hora de diagnosticar políticamente el desastre que sucede en Venezuela la explicación que más se repite es que al régimen sólo le interesa mantenerse en el poder. Esto implicaría que su poder provendría de su propia adicción al poder y eso me luce desacertado. La hipótesis que me permito lanzar es que el poder del actual régimen proviene, al igual que el de los carteles, de una sociedad adicta (a las distintas 'drogas' arriba mencionadas), la cual consume lo que el régimen le ofrece.

Con la caída de precios petroleros, el suministro de 'drogas' por parte del régimen va a reducirse. Las protestas pueden corresponder al llamado síndrome de abstinencia: el adicto se retuerce por faltarle el placer que le brinda la droga y se torna violento. Si resiste, si tiene el acompañamiento apropiado y si se compromete a rehabilitarse, el adicto recuperará su estatus de persona sana. No es un proceso fácil.

El suministro de placer artificial que producen subsidios e impunidad, financiado por altos precios petroleros, colocó a la sociedad venezolana al borde del colapso. Tal desorden nos impidió aprovechar el potencial de seguir desarrollando el país y nos enfermó socialmente, mientras los traficantes de subsidios se enriquecían y se hacían cada vez más poderosos. La sociedad venezolana es hoy un paciente en estado crítico que no puede seguir en manos de quienes han contribuido a enfermarlo y, para colmo, beneficiándose.

Por ello, Venezuela necesita urgentemente un nuevo gobierno. Este deberá estar integrado por quienes propicien la recuperación de la salud social, con un modelo socio-económico distinto, basado en sanos valores democráticos y liberales. La integridad del país depende de ello.

12.2.15

Lucha contra razonar linealmente

Ante la compleja situación venezolana, es inevitable participar en conversaciones o debates, sean estos en la calle, en nuestra casa o en reuniones especialmente convocadas para ello. La gran pregunta es la misma que Lenin se hacía hace un siglo: "¿Qué Hacer?". La pregunta está bien, lo que creo que falla es la manera como intentamos darle respuesta.

Lo más común a la hora de producir respuestas es darle uso a nuestro aparato de razonar, nuestra mente. Una de las maneras como la educación tradicional influye en la fabricación de ese aparato, es colocándole un "software" que nos conduce por default a pensar linealmente. Pensar linealmente afecta de muchas maneras nuestra forma de razonar, pero una de las principales es que nos lleva a hacer sólo cierto tipo de asociaciones: por similaridad, por oposición o por contiguidad (cercanía) en el tiempo y/o el espacio (o sea en el espacio-tiempo, pues).

Por ejemplo, ante la descarada conducta delincuencial del actual gobierno, se propone actuar de la misma manera; es decir, tenemos que ser tan malandros como ellos. Esto es razonar la respuesta por similaridad, o como ocurre en medicina alternativa, a la enfermedad atacarla con más enfermedad, homeopáticamente. Otro ejemplo: ante la indiferencia de muchos se proponen campañas para generar empatía; o ante la polarización, se propone reconciliación. Este es un enfoque más relacionado con la medicina alopática, pues ante la emergencia de un síntoma se busca suprimirlo y así recobrar el equilibrio perdido. Finalmente, por contiguidad se agrupan las respuestas reactivas: si el gobierno dijo "A", entonces hay que salir a decir "No A"; a cada iniciativa, una reacción... y por ese camino terminamos cansados y sin iniciativas propias. La metáfora subyacente sería entonces que vemos la política como una enfermedad y nos proponemos buscar una cura. ¿Qué tal si concebimos la política de otra manera?

Pero esto no es lo peor. El pensamiento lineal nos encasilla y nos hace predecibles. Ante la expectativa de provocar un gran impacto con lo que hagamos, pensamos que debemos emprender cambios tan grandes como el impacto a lograr. Si, por el contrario, alguien propone un cambio pequeño, inmediatamente lo descalificamos porque suponemos que su impacto será igualmente pequeño. Escogemos entonces provocar grandes cambios y si el impacto que producen es pequeño, nos sentiremos frustrados. Así, por seguir pensando linealmente, repetimos nuestras frustraciones y olvidamos que es posible que pequeños cambios pueden en efecto sorprendernos al producir grandes impactos (ver gráfico).

Cambios en nosotros mismos los consideramos usualmente como "pequeños" y los despreciamos o posponemos hasta que la mayoría cambie. Fantaseamos con que eso podríamos lograrlo a través de los contenidos en los medios de comunicación social (TV, radio, prensa) y en los medios sociales de comunicación (redes sociales). Pero el reto está en pensar no linealmente para concebir cambios tanto pequeños como grandes; y eso implica incorporar otro "software".

¿Dónde se consigue ese software? Se consigue en la poesía, el arte, la literatura, la meditación, la contemplación de la naturaleza, la música, el movimiento corporal, la escucha, el diálogo, el uso de metáforas, el rechazo a marcos de referencia impuestos por el poder (frames), el rechazo a dogmatismos. Se consigue dándonos cuenta de qué funciona y qué no funciona.

2.2.15

Recursividad y no-recursividad en distintas áreas

Una clasificación poco ortodoxa de los estudios en comparación con la tradicional de Ciencias y Humanidades, es la que se podría derivar de distinguir entre disciplinas recursivas y no-recursivas. Las recursivas serían aquellas cuyos métodos pueden aplicarse a sí mismas. Por ejemplo, la historia de la Historia sería el estudio historiográfico de esa disciplina, su origen, sus épocas, los factores que explican una evolución (si es que ha ocurrido) en ese campo de estudio. Mientras que las no-recursivas serían aquellas en las que no hace mucho sentido aplicar sus métodos a sí mismas o en todo caso, de hacerse, sólo podría ocurrir en un plano metafórico. Por ejemplo, pensar en una medicina de la Medicina sería simplemente un ejercicio imaginativo, no exento de producir algún resultado interesante, pero no resulta estrictamente recursivo.

¿La clasificación podría alinearse con la de Ciencias y Humanidades? Aparece la Historia (Humanidades) como recursiva, mientras que Medicina (Ciencias) aparece no-recursiva. ¿Cuáles otras recursivas y no-recursivas tenemos? ¿Matemáticas de las Matemáticas? No la visualizo. ¿Física de la Física? Tampoco. ¿Química de la Química? Tampoco. Pero si podríamos hablar de una ciencia de la Ciencia, o más estrictamente, de una epistemología de la Epistemología. También de un diseño del Diseño, de una comunicación de la Comunicación y de una computación de la Computación, pero no de un lenguaje del Lenguaje. Tampoco de un arte del Arte, o de una música de la Música.

Quizás sí de una pintura de la Pintura, una fotografía de la Fotografía y una administración de la Administración. Pero no de una ingeniería de la Ingeniería, ni de una biología de la Biología.

¿Qué se esconde detrás de esta capacidad de "recursear" dentro de una determinada disciplina?

Hay una forma de recursividad que son los "contadores" usados en Computación como el de y = y+1, en los que lo definido está en la definición. Es una recursividad operativa. También en Matemáticas están los fractales o formas visuales en las que un patrón gráfico se va repitiendo a otra escala en partes de ese mismo patrón. Esa es una recursividad constitutiva o estructural. Y en el lenguaje están las tautologías o definiciones autoreferenciales en las que ocurre una aparente recursión, pero sin producir ningún avance real.

La recursión como fenómeno no parece ser en sí misma recursiva, tal como no existe el tiempo del tiempo o el espacio del espacio. La palabra Palabra sí lo es.

Al final nos tenemos a nosotros mismos estudiándonos recursivamente, como parte de esa misión universal de ejercer el darnos cuenta y dándonos cuenta de que nos damos cuenta.