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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

8.4.19

Petróleo en Venezuela: ¿Ayuda humanitaria?

El desarrollo económico está usualmente asociado a las exportaciones, especialmente si se trata de un país pequeño o mediano como Venezuela (porque los países grandes tienen la posibilidad de lograr algo parecido cuando sus regiones se especializan y crecen intercambios entre ellas, sin que las ventas internacionales sean proporcionalmente muy grandes). De acuerdo con la teoría propuesta por Hausmann e Hidalgo (Atlas of Economic Complexity), mientras más diversificadas y complejas sean las exportaciones, más prósperos son los países. Al contrario, si un país tiene pocas exportaciones de pocos productos que, de paso, sean poco sofisticados como son las materias primas, ese país será entonces poco próspero o, dicho más claramente, pobre.

Venezuela desde sus inicios como colonia de España y luego como república soberana siempre fue pobre. Pocas exportaciones de café, cacao y otros rubros menores le permitían apenas subsistir. Luego vino el petróleo y el PIB per cápita se disparó. Los ingresos por exportaciones petroleras hicieron de Venezuela un país de ingreso medio, saliéndose de la lista de países pobres por un buen rato, gracias a grandes niveles de exportaciones de un producto que aunque fuese algo sofisticado, era prácticamente el único. Venezuela no solamente no se diversificó, sino que además redujo significativamente sus exportaciones petroleras en el siglo XXI y así volvió otra vez a encontrarse pobre.

Uslar Pietri planteó reiteradamente que había que haber "sembrado" el petróleo para evitar que eso sucediera. Esa fue su manera de decir que había que diversificar la economía. Pero Ricardo Hausmann no existía o estaba demasiado joven como para explicarle que no solamente había que producir para autoabastecerse o para exportar otras materias primas o cuasi-commodities (como fue el caso del hierro y el aluminio); sino que la vía hacia una creciente prosperidad exigiría que el país exportase mucho de muy variados productos/servicios muy sofisticados. El mejor ejemplo de lo que debería haber ocurrido a gran escala fueron las telenovelas. Venezuela inundó con sus dramáticos países tan disímiles como España y Turquía, disfrutando durante un par de décadas de ingresos en divisas provenientes de exportaciones que, sin duda, obedecían a cierto nivel de sofisticación como productos culturales.

La libertad económica es una condición necesaria para que esa diversidad y ese empuje exportador se produzca. Si bien hubo una cierta libertad hasta 1998, luego esa poca libertad fue pisada y escupida por la tristemente célebre revolución del socialismo del siglo XXI. A casi un cuarto de este siglo, Venezuela se enfrenta nuevamente al reto del desarrollo con muy poco petróleo que sembrar y una población muy necesitada, bien por la proporción de desnutridos entre los más jóvenes o bien por lo envejecida que va quedando la población gracias a la enorme diáspora.

El petróleo fue siempre visto como una "industria"y eso fue un error. Son procesos industriales de extracción y procesamiento, evidentemente; pero al ser tan intensivo en capital, solamente un porcentaje mínimo de la población es la que se relaciona directamente con esas exportaciones. Su participación en la economía a través del Estado fue tan importante, que el presupuesto nacional siempre dependió de los cálculos a los que se colocara el precio del barril. Es como si se hubiese tratado de una ayuda humanitaria permanente dirigida hacia la economía no-petrolera.

Toda ayuda humanitaria al ser un apoyo y no unos recursos generados por la propia población, requiere por ello de una fuerte supervisión. Es muy fácil de que se despilfarre, se desvíe o se apropie indebidamente. Eso ocurrió con los ingresos petroleros en distintas intensidades, siendo los últimos 20 años los de la corrupción más desalmada y titánica que se haya visto en toda la historia del país.

Además de la poca o inexistente probidad entre funcionarios, pesa también mucho la manera como se originan esos ingresos: pocos venezolanos operan el sector que los produce y muchos esperan que les llegue una parte de ello sin haber realizado ningún esfuerzo creativo o productivo. Por eso, al petróleo siempre debimos haberlo visto como una auto-ayuda humanitaria, y no como una industria.

Por eso, hoy, ante la gravísima crisis en la que nos encontramos, debemos agregar a los ingresos petroleros a aquellos provenientes del apoyo financiero de multilaterales y de donaciones que muchos países están dispuestos a brindar a Venezuela, para que tengan la misma supervisión. Seguiremos pobres si creemos que con una industria petrolera vamos a lograr ser prósperos. Ya en el pasado fueron dilapidados gran parte de esos ingresos. Impidamos que eso nos vuelva a ocurrir.