Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

25.8.16

Segunda enmienda gringa es parcialmente ley en Venezuela

Existe el mito de una excelente capacidad logística y organizativa que tienen los militares, sobre el cual se apoyan muchas decisiones (erradas) en materia de gobierno. Hay militares dirigiendo ministerios de todo tipo (finanzas, relaciones interiores, seguridad alimentaria, energía eléctrica, etc.); en sus equipos colocan subordinados o familiares; y, por si esto fuese poco, hay militares gobernadores y diputados que muestran como pavo reales la impúdicamente inconstitucional práctica de politizar la Fuerza Armada, presentándola como brazo derecho armado del PSUV (porque el izquierdo está también armado... por los colectivos).

El mito oculta la vigencia, en Venezuela, de la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de America, pero con exclusividad para los "patriotas" oficialistas. Esa enmienda se refiere a lo siguiente:

"Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido."

Como los de oposición no somos "Pueblo", ese derecho es solamente válido para el PSUV con sus tres brazos armados: los dos ya mencionados y un tercero que sería el de la delincuencia (precisión algo redundante porque es como inútil distinguir a los pranes como algo aparte de los otros dos contingentes pueblerinos).

Es un mito lo de la brillante capacidad logística y organizativa de los militares. El desorden, el caos y la miseria que padece el país tienen como protagonista a ese "Pueblo" en armas. Las armas sólo sirven para matar y amenazar y es estúpido creer que sirvan para construir un país próspero y justo. Las armas de la nación, en lugar de servir para defender a los venezolanos de agresiones externas, son usadas por una parte de la sociedad que intenta infructuosamente someter al resto. Esa parte de la sociedad se siente amenazada. Siente que pueden perder sus privilegios actuales de saquear al país. Pero ya no son mayoría. Ya nadie cree en ellos. Van a tener que entregar sus armas y el poder a la mayoría.

Este 1° de Septiembre los venezolanos, desarmados y pacíficamente, van a exigirle a los gringos-armados disfrazados de supuestos compatriotas, que ya no los quieren más gobernando el país, que no les creen más sus promesas mentirosas y que tienen que fijarle fecha al Revocatorio 2016, el cual no significa otra cosa sino la inescapable carta de despido para funcionarios públicos que no reúnen las condiciones para continuar como tales, que son Nicolás Maduro y todo su equipo.

Es patético que por sus ambiciones de poder económico y político, esos supuestos compatriotas se rijan por una constitución extranjera (y no por cualquier constitución, sino la de su supuesto encarnizado imperio enemigo, en donde, por cierto, muchos de ellos deciden invertir fortunas amasadas a cambio de la miseria que han creado en su supuesto país). La segunda enmienda gringa es objeto de culto entre los revolucionarios. Pero más poder existe del lado de los venezolanos desarmados, que mayoritariamente desean un cambio de modelo y de rumbo en beneficio de todos.

12.8.16

Justicia con distintas varas para medir, no es justicia, es desastre

Cerca de Paris se encuentra guardada y custodiada, desde finales del siglo XIX, una vara que sirve de patrón para indicar la longitud equivalente a 1 metro.

Vara que indica la medida correspondiente a 1 metro.
Si esa vara se deformara alargándose o encogiéndose, o si existiesen varias varas y todas recibiesen el mismo nombre de "metro", las medidas que se hicieren, siendo distintas, se considerarían erróneamente como equivalentes.

Es como cuando sumamos bolívares de 2014, 2015 y 2016. Todos son bolívares, pero tienen distinto "largo" (en este caso distinto poder adquisitivo). Por ejemplo, un total de deuda de 3 años por falta de pago de condominio, termina siendo una suma "de peras con manzanas". Por cierto la inflación es la causa de la deformación (reducción) del poder adquisitivo de la moneda y su control depende exclusivamente del Banco Central de Venezuela.

Un semáforo en una intersección mide el tiempo en el que corresponde realizar las actividades de pasar o de esperar que otros pasen. Ese aparato establece turnos que indican a cada quien que pase o que espere. Si no prenden las luces o si se tardan demasiado tiempo, los usuarios comienzan a sentir un desequilibrio, una injusticia por no recibir lo que les correspondería. Pero si el semáforo funciona normalmente y los usuarios no respetan esa "vara" que les indica lo justo, no sorprende que en otras áreas de la vida existan también violaciones a las medidas o normas establecidas de convivencia: corrupción (apropiarse de recursos públicos), viveza (aprovecharse de descuidos o debilidades de otros), engaño (utilizar mentiras para obtener beneficios), crueldad (usar la fuerza para humillar y someter), entre otras.

Pero la peor de todas las violaciones a las normas es la perpetrada por las figuras de autoridad a quienes corresponde hacer cumplir las normas. Es como si en Paris, un custodio de la vara estándar que mide 1 metro, la sustituyera por otra más pequeña o más grande. Es como si un fiscal de tránsito decide no respetar, arbitrariamente, el semáforo y en lugar de parar pasa, o viceversa. Es como si un Contralor incurre en delitos de corrupción, o jueces en lugar de aplicar la ley ajustados a derecho, deciden a su antojo la condena de personas inocentes.

La vara que indica "inocente", se manipula por conveniencia para que se muestre indicando falsamente que se trata de un "culpable".

Con arbitrariedades como las que sufren Leopoldo López, Rosmitt Montilla, o Pancho y Gabo, el sistema de justicia venezolano se ha mostrado, sin ningún pudor ante el país, como plataforma para cometer las peores injusticias.

No es un asunto de pluralidad de visiones, opiniones o puntos de vista. La aplicación de la ley debe tener como referencia la exactitud de los sistemas de medida más justos y calibrados. Sistemas que no dependan de "qué" se esté midiendo, ni de para "quién" se haga.

Ingenieros y obreros que intenten construír un edificio con distintos "metros", caprichosamente definidos, si lo logran, no podrán evitar luego ver cómo este se derrumba produciendo un lamentable desastre. Así se está derrumbando hoy Venezuela entera. Para recuperarla requeriremos de la seriedad y la disciplina que aplica el Bureau International des Poids et Mesures ubicado en Sevres, en las afueras de Paris.

Justicia con distintas varas para medir, no es justicia, es desastre

Cerca de Paris se encuentra guardada y custodiada, desde finales del siglo XIX, una vara que sirve de patrón para indicar la longitud equivalente a 1 metro.

Vara que indica la medida correspondiente a 1 metro.
Si esa vara se deformara alargándose o encogiéndose, o si existiesen varias varas y todas recibiesen el mismo nombre de "metro", las medidas que se hicieren, siendo distintas, se considerarían erróneamente como equivalentes.

Es como cuando sumamos bolívares de 2014, 2015 y 2016. Todos son bolívares, pero tienen distinto "largo" (en este caso distinto poder adquisitivo). Por ejemplo, un total de deuda de 3 años por falta de pago de condominio, termina siendo una suma "de peras con manzanas". Por cierto la inflación es la causa de la deformación (reducción) del poder adquisitivo de la moneda y su control depende exclusivamente del Banco Central de Venezuela.

Un semáforo en una intersección mide el tiempo en el que corresponde realizar las actividades de pasar o de esperar que otros pasen. Ese aparato establece turnos que indican a cada quien que pase o que espere. Si no prenden las luces o si se tardan demasiado tiempo, los usuarios comienzan a sentir un desequilibrio, una injusticia por no recibir lo que les correspondería. Pero si el semáforo funciona normalmente y los usuarios no respetan esa "vara" que les indica lo justo, no sorprende que en otras áreas de la vida existan también violaciones a las medidas o normas establecidas de convivencia: corrupción (apropiarse de recursos públicos), viveza (aprovecharse de descuidos o debilidades de otros), engaño (utilizar mentiras para obtener beneficios), crueldad (usar la fuerza para humillar y someter), entre otras.

Pero la peor de todas las violaciones a las normas es la perpetrada por las figuras de autoridad a quienes corresponde hacer cumplir las normas. Es como si en Paris, un custodio de la vara estándar que mide 1 metro, la sustituyera por otra más pequeña o más grande. Es como si un fiscal de tránsito decide no respetar, arbitrariamente, el semáforo y en lugar de parar pasa, o viceversa. Es como si un Contralor incurre en delitos de corrupción, o jueces en lugar de aplicar la ley ajustados a derecho, deciden a su antojo la condena de personas inocentes.

La vara que indica "inocente", se manipula por conveniencia para que se muestre indicando falsamente que se trata de un "culpable".

Con arbitrariedades como las que sufren Leopoldo López, Rosmitt Montilla, o Pancho y Gabo, el sistema de justicia venezolano, se ha mostrado sin ningún pudor ante el país, como plataforma para cometer las peores injusticias.

No es un asunto de pluralidad de visiones, opiniones o puntos de vista. La aplicación de la ley debe tener como referencia la exactitud de los sistemas de medida más justos y calibrados. Sistemas que no dependan de "qué" se esté midiendo, ni de para "quién" se haga.

Ingenieros y obreros que intenten construír un edificio con distintos "metros", caprichosamente definidos, si lo logran, no podrán evitar luego ver cómo este se derrumba produciendo un lamentable desastre. Así se está derrumbando hoy Venezuela entera. Para recuperarla requeriremos de la seriedad y la disciplina que aplica el Bureau International des Poids et Mesures ubicado en Sevres, en las afueras de Paris.