Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

20.4.16

Replanteamiento de tres pilares de la Modernidad

Si se entiende parcialmente o equivocadamente una idea, las consecuencias pueden llegar a ser tan desastrosas como las de un terremoto que afecte a los cinco continentes del planeta simultáneamente. La Modernidad ha sido un conjunto de ideas mal interpretadas durante mucho tiempo y de muchas maneras. La principal consecuencia de ese error es la absurda proliferación de modos pre-modernos de existencia, con tendencia a consolidarse.

Revisemos tres pilares del concepto de Modernidad con la intención de aclarar cómo podemos recuperar su auténtica significación y ganarle terreno a la pre-modernidad circundante.

La Modernidad no es un período histórico, es un meme

Theodor Adorno, crítico de la Modernidad y de la Anti-Modernidad, planteó que "la Modernidad es una categoría no histórica, sino cualitativa." Son el conjunto de ideas surgidas en el período histórico conocido como la Ilustración, las que producen esa aproximación a la cultura que llamamos Modernidad. Estas ideas de pensadores como Descartes, Locke, Hume, Diderot, Voltaire, Bacon, Kant, etc., sentaron las bases para cambios profundos en la filosofía, la economía, la política y el arte en la Europa de los siglos XVII al XX; los cuales se extendieron a América y al resto del mundo con distintos "grados de concentración" de sus propuestas fundamentales: repúblicas democráticas, economías de mercado, desarrollo científico-tecnológico y amplias libertades para crear y expresarse artísticamente.

La comprensión reduccionista de la Modernidad la describe como una imposición del capitalismo y de la producción industrial en serie, amparada por burocracias estatales y acompañada por una industria cultural que convierte al arte en mercancía o, en todo caso, en un mero entretenimiento. Esa visión asocia a la Modernidad con una serie de fenómenos que surgen simultáneamente u ocurren posteriormente a su aparición, pero que guardan poca o ninguna relación con la esencia de ese conjunto de ideas, que es el respeto al individuo por el hecho de ser un ser humano. Esa esencia implica que ante un conflicto, la forma moderna de resolverlo es a través de mecanismos ofrecidos por el estado de derecho, no a través de la violencia o la eliminación del otro, como es típico de la pre-modernidad.

Al entender Modernidad como contemporaneidad, todo lo que ocurre en el aquí-ahora se atribuye a ese concepto. Los abusos de corporaciones y gobiernos se asocian a la Modernidad. Los avances tecnológicos y la sociedad de medios masivos de comunicación, también se le asocian. Pero algo estrechamente relacionado con la Modernidad, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no se le considera usualmente vinculada.

En la "piscina genética" de la biomasa coexisten en el presente genes que han superado hasta ahora la prueba de la selección natural: los que constituyen a bacterias que tienen millones de años de existencia, junto a los que conforman a mamíferos con sólo decenas de miles de años a cuestas. Algo similar ocurre con los memes, o ideas que dan vida a entidades o seres culturales. La pre.modernidad produjo memes, "seres" o especies que forman parte de la cultura universal y que siguen "vivos" en el presente: el patriarcado, el machismo, los pueblos elegidos, las víctimas de injusticias, los mitos, el animismo, etc. La Modernidad coexiste con sus propios memes y aporta especies al presente de la contemporaneidad: la libertad, el feminismo, el anticolonialismo, la igualdad ante la ley, etc.

A diferencia de lo que ocurre con las especies biológicas, las especies culturales no tienen dificultad en crear híbridos. Por ejemplo, el fascismo sería resultado del cruce entre formas pre-modernas tribales con el uso de tecnologías industriales. Es absurdo entonces asociar al Fascismo con la Modernidad, simplemente porque aprovechaba contemporáneamente los avances tecnológicos.

La Modernidad no es tecnología, es el respeto a los Derechos Humanos

Al hacer una búsqueda de imágenes en Google, la Modernidad aparece asociada a la película "Tiempos modernos" de Chaplin o a ciudades plagadas de rascacielos. De hecho, la arquitectura moderna es toda una categoría de diseño aceptada universalmente para agrupar un determinado estilo estético y funcional de edificaciones y hasta de objetos como muebles, lámparas, etc. Este es, quizás, uno de los terrenos en el que sea muy difícil desvincular el uso de este término como sinónimo de avance tecnológico y vida urbana.

Existe un vínculo entre Modernidad y tecnología: al desarrollar infraestructura y producir masivamente soluciones habitacionales, estas pueden estar genuinamente vinculadas al respeto por la dignidad humana de muchos individuos. La ciudad más moderna no es la que tiene los edificios más altos, ni los sistemas de transporte más eficientes; es la que propicia, a través de la arquitectura y el urbanismo, la convivencia respetuosa entre sus habitantes, es la que protege a los peatones, a los niños y a las personas que tienen alguna condición especial (invidentes, limitaciones motoras, etc.). De igual forma, el ejército más moderno no es el que usa el armamento más sofisticado, sino el que respeta los derechos humanos de los ciudadanos de su país y hasta los de los países con los que entra en conflicto. También, las empresas más modernas no son las que usan los últimos modelos de computadoras, sino las que crean un ambiente de trabajo en el que cada empleado se siente respetado y en condiciones de desarrollar al máximo sus capacidades.

No se trata de un rechazo a la tecnología, sino de su uso centrado en lo humano, su uso como herramienta para el desarrollo tanto de cada persona, como de la felicidad colectiva.

La Modernidad no es un rechazo generalizado a la religión, sino a su influencia en el Estado

El biólogo Richard Dawkins ha cazado una pelea muy fuerte con los grupos religiosos que insisten en versiones creacionistas del origen de la especie humana, al tiempo que invalidan al Darwinismo como referencia explicativa. También critica la intromisión de la religión en la política. En ambos casos, Dawkins tiene, junto a otros pensadores como Daniel Dennet, un punto relevante: los memes religiosos cruzados con ciencia y con política producen monstruos, es decir, ignorancia, prejuicios, guerras, etc.

El Estado laico es una condición para el éxito de los maravillosos memes de la Modernidad. Esto no significa acabar con la religión, como alguna vez lo sugirió Marx desde su pre-modernidad. Por el contrario, un Estado laico es la garantía para que el derecho humano referido a la libertad de culto, se desarrolle a plenitud. A diferencia de lo que creen muchos creyentes, la Modernidad es amiga de las religiones, pero es una amiga consciente, una amiga que va a evitar que una religión particular abuse sobre las demás (tal como el Islam lo hace en sus territorios y pretende hacerlo en otros) y quiera imponerse como la "verdadera".

El marxismo, convertido en una especie de religión dominante y abusadora, se aferra a las estructuras del Estado para imponer una especie de fe en el proletariado, pero sobre todo en líderes construidos a traves de campañas sistemáticas de propaganda personalista. La ausencia de respeto al individuo, a la persona humana, es una característica de esta ideología que mezclando algunos memes asociados a la Modernidad, ha presentado al comunismo como etapa superior de desarrollo de la humanidad. Si bien existen grupos de interés y conflictos entre estos en cualquier sociedad, la idea reduccionista de la "lucha de clases" como motor de la historia es esencialmente pre-moderna.

"Eliminar a la burguesía de su país es el deber de los proletarios" plantearon Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Esa no es sino la forma pre-moderna de resolver conflictos: eliminar al otro. Una economista como Deirdre McCloskey afirma, a partir de sus investigaciones, que ha sido la burguesía y, especialmente, el conjunto de valores creados por esta (la libertad, la dignidad de la persona humana, la igualdad ante la ley), lo que mejor explica la mayor creación de prosperidad que la humanidad ha logrado en los últimos tres siglos. El profesor de la USB Alfredo Vallota señala en uno de sus ensayos que luego de emerger con fuerza las ideas de la Modernidad, entre 1815 y 1915 hubo 100 años de paz y desarrollo en Europa, prácticamente sin ninguna guerra entre sus países. Es en el siglo XX cuando ocurren dos guerras como reacción de fuerzas pre-modernas (las casas reales en el caso de la WWI y el fascismo en la WWII) que buscan detener el desarrollo de las ideas clave de la Modernidad.

Atacar la Modernidad es atacar a los Derechos Humanos y a las capacidades culturales para desarrollar lo mejor que tenemos los seres humanos. Pero los seres humanos también tenemos en nuestros genes y memes, millones de años de pre-modernidad; no todo lo pre-moderno es malo, por el contrario, de allí son las capacidades que darwinísticamente nos trajeron con éxito hasta el presente, pero son esas mismas capacidades, las que al resurgir sin contención pueden crear verdaderos monstruos o demonios. En la contemporaneidad no podemos escaparnos de que convivimos con toda la biomasa y toda la "cultmasa."

Si queremos que nos traten como lo plantea la Declaración Universal de los Derechos Humanos, retomemos la Modernidad como conjunto de ideas y continuemos desarrollándolas.

6.4.16

Elogio a la máscara

Máscara en el teatro, en el carnaval, pero también en robos y asesinatos. La máscara que oculta nuestra identidad es, en este siglo, un artículo en desuso, especialmente cuando se trata de actos delincuenciales. Nunca pensé que el gesto de enmascararse podría haber significado que un delincuente indicaba con ello su intención de no ser posteriormente identificado como tal, como si más allá de eludir la justicia, tuviese todavía algo de verguenza al ser considerado como tal.

Las redes sociales son ríos de imágenes que traen a la orilla de nuestros ojos actos deplorables, sanguinarios, vergonzosos en los que sus protagonistas no tienen la más mínima preocupación en ser identificados. Desde los selfies que delatan el porte ilícito de cualquier tipo de arma, hasta los videos que captan la ejecución misma de delitos, a veces desde una cámara de seguridad, otras desde cámaras de testigos, acompañantes o de los propios delincuentes, conforman el album del caretablismo. No les importa.

Es demasiado simple explicarlo diciendo que eso sucede porque impera la impunidad, en vez de la ley. Existe algo más. Existe una especie de valoración del delito a lo Naranja Mecánica, como la plasmada en ese film pránico de Kubrick: un prestigio negativo que se construye con el objetivo de suscitar admiración (insólito).

Cuando funcionarios gubernamentales presentan en medios grabaciones de conversaciones privadas (verdaderas o no), obtenidas (o fabricadas) ilegalmente, no usan máscaras. Lo hacen con su caretabla, al igual que violan leyes desde los tribunales o la fiscaía, para imponer una determinada "verdad" procesal. En poco tiempo, testaferros y sus complicaciones ya no harán falta para que funcionarios corruptos, al mejor estilo pran, muestren sus botines capturados en la piadosa guerra que libran contra la decadente decencia.

Por eso celebramos, quizás más de la cuenta, los #PanamaPapers. Porque periodistas sin máscaras, basándose en la obtención ilegal de evidencias, logran exponer a tanto corrupto de los que todavía ocultan sus delitos trás la máscara de empresas off-shore. El reclamo pareciera a veces más referido al hecho ridículo de usar esas empresas-máscara, que al hecho de ser corruptos.

Detrás del delincuente con la cara expuesta, de la anti-máscara, hay algo más tipo kamikaze o yihad. Son operaciones al filo de la vida, de la vida moral que explota y muere en las redes sociales junto a cuerpos y rostros descubiertos de quienes ejecutan actos que son sin duda inmorales, aunque los intenten justificar desde cualquier dogma de fe. Los del Ejército Islámico y los pranes de acá cubren a veces su rostro, pero en todo caso, los primeros lo hacen para no tragar tanta arena y los segundos para no tragar tanto humo de calima.

No porque les importe que les vean la cara haciendo lo que hacen.

3.4.16

Internacionalistas temblad

Lidiar con oligarcas parece ser lo de menos, al menos para representantes diplomáticos con sede en Caracas y otras ciudades del país. He escuchado muchas veces algo como: "Entre países no existen amistades, sino intereses." Esto, entre líneas, no es otra cosa sino: "No importa si son corruptos, con tal de que hagan lo que nos beneficie."

Así se explica como funcionarios cuyas declaraciones, actitudes y resultados de gestión exudan corrupción (aunque la fiscalía no los haya investigado ni mucho menos imputado), reciban las visas que soliciten para viajar y hacer turismo, negocios o ambas actividades, donde les de la gana. O, si son nombrados diplomáticos, los acogen tranquilamente. No pareciera que ningún consulado hace su trabajo, o peor aún, parecieran cómplices de quienes se dedican a estafar a toda una nación que por las riquezas que tiene, no se justificaría que esté sumida como está en la más absoluta miseria y escasez.

Pero lo más grave es que esa conducta "diplomática" se enseña en las universidades. Brasil, por ejemplo, es famoso por la frialdad estratégica de los funcionarios de Itamaraty. Ese interés de cortísimo plazo de relacionarse con funcionarios corruptos pareciera ser de lo más normal para muchas otras cancillerías de América Latina y el Caribe. Los maestros en el asunto han sido sin duda los europeos y Estados Unidos. Y estos, a su vez, aprendieron de sociedades milenarias como la China a quienes "no se le agua el ojo" para hacer negocios con el peor pirata que les pase por enfrente.

Si algo ha demostrado el tsunami de inmoralidad y corrupción que arrasó a Venezuela es que destapó una increíble complicidad internacional hacia quienes tienen algo que ofrecer, sea esto petrodólares en fuga, concesiones petroleras y mineras, o apetito por negocios turbios de armas y alimentos. Con los #PanamaPapers han sido periodistas (no diplomáticos), quienes ejecutaron el pitazo ético para que los árbitros saquen tarjetas amarillas o rojas a tanto jugador sucio.

Si los árbitros de FIFA fuesen diplomáticos, jamás habrian utilizado el pito o las tarjetas. Solamente conversarían para ver si obtienen algo que les interese: un balón regalado, una colita en el autobús del equipo, o un "aporte" en dinero o en especias. Alguien com Esquivel se habría sentido clonado en esos árbitros "diplomáticos" y los partidos, tal como lo sentimos en los países arrasados por la corrupción, no sólo serían fastidiosísimos sino dolorosos.

Un planeta plagado de cómplices sólo da vueltas sin sentido. Que diplomáticos aprendan de ética con periodistas y otras profesiones puede contribuir al cambio global que necesitamos: un planeta libre, solidario y en continuo desarrollo dentro de la Modernidad.

Ojo internacionalistas.