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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

15.10.07

El discreto encanto de lo corporativo para los revolucionarios y viceversa

Pareciese que un gobierno revolucionario y una corporación capitalista no tienen nada en común. Pero eso está lejos de ser verdad. Existen tantas semejanzas que la democracia, la diversidad y el pluralismo típicamente terminan brillando por su ausencia en ambos tipos de organizaciones.

Viajé hace unos meses a Maracaibo y tuve la oportunidad de ser testigo de una feroz campaña de branding… la Marca: DiMartino… el Logo: su cara!!! En todos los carritos de comida (patacones, hamburguesas, perros, shawarmas, etc.), en todas las bodegas y abastos, en autobuses, en taxis, en vallas chiquitas, medianas y grandes… casi que hasta debajo de las tapas de las alcantarillas estaba la cara de DiMartino, el Alcalde de Maracaibo, en franca competencia con otros productos de consumo masivo como Coca-Cola, Pepsi, etc. ¿Se tratará de un caso aislado? La respuesta es NO.

Pero el uso del marketing y la publicidad no es lo único en lo que se parece un gobierno revolucionario a una corporación. La estructura interna y la manera de tomar decisiones son muy similares. Muy pocas empresas actúan de manera democrática. Los empleados, al igual que ocurre con los funcionarios públicos revolucionarios, son simples ejecutores de lo que dedocráticamente se decida en Junta Directiva. Eso no es un problema en sí mismo excepto cuando esa empresa o ese gobierno monopolizan el “mercado”, es decir, lo eliminan.

La actual Reforma Constitucional puede sintetizarse como un nefasto conjunto de medidas que buscan monopolizar al país para que se consuma un único producto político: El Socialismo. Hablar de monopolio equivale a decir que el mercado ha sido destruido. No hay alternativa y ya sabemos qué tiende a ocurrir con los precios y la calidad de lo que consumimos cuando un monopolio se establece: el producto se hace más costoso mientras su calidad va disminuyendo. Eso es lo que está por suceder con nuestro sistema político-social sino evitamos la monopolización de la Constitución: a los venezolanos nos costará más vivir con una peor calidad de vida.

Si esto fuese poco, el Socialismo además persigue eliminar literalmente los mercados, a favor de la producción y el consumo planificados. Así también actuan las empresas. Ningún gerente se reúne con sus empleados para determinar cuánto ganarán ese día. Tampoco consultan, sobre una base diaria a los clientes o consumidores, lo que van a producir. En las corporaciones todo se planifica porque los costos de hacerlo de otra manera serían muy altos. Sin embargo, luego pueden concurrir al mercado y competir con otras empresas… de lo cual terminamos beneficiándonos todos los consumidores. Pero la pregunta que se hizo el economista Ronald Coase hace como 80 años fue: ¿Por qué, si las empresas suprimen el mercado internamente para hacerse más eficientes, no se convierte en una sola empresa a todo un país? Coase demostró que eso no funcionaría porque los humanos tenemos límites para lidiar con la complejidad y a partir de cierta escala, otros mecanismos para tomar decisiones, como lo es el mercado, resultan más eficientes.

La complejidad en la política es algo que el Socialismo resuelve simplificando todo con viejos clichés como: 1) Hay un enemigo externo imperialista y otro interno traidor, contra los que unos buenos que representan al pueblo luchan; y 2) Hay otros no tan buenos porque son amigos de los enemigos o están siendo manipulados o engañados… El sectarismo es fácil de observar también en cualquier corporación. Por ejemplo, un trabajador de la Ford no puede llegar al estacionamiento de su trabajo en un Toyota, ni siquiera prestado… O el de Cervecería Polar no pueden verlo tomándose una Regional… etc. Muchos gerentes se uniforman del color de su producto, de la misma forma que vemos a los rojos-rojitos pasar perfectamente por franquiciados de la Coca-Cola o mejor dicho de PDVSA_COLA.

Las corporaciones son como burbujas políticamente socialistoides que operan en sistemas económicos donde pueden concurrir al mercado y ofrecer sus productos o servicios. Esto último termina no haciéndolas tan peligrosas, aunque apoyaría de todos modos que pudiesen darse revoluciones democráticas dentro de ellas… especialmente en las transnacionales. Pero los gobiernos socialistas de mentalidad corporativa sí son un gran peligro para la libertad y creo que deben evitarse mucho más si son militaristas, porque transforman un país en una especie de aburrida gran corporación. Van a fracasar como lo predijo Coase y como de hecho ya ha ocurrido con todos ellos, aparte de que no son divertidos…

Por eso voto NO.

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