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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

23.1.17

¿Adversarios o enemigos? (o cómo proceder estratégicamente en 2017)

Para leer este artículo es requisito conocer la Declaración Universal de los Derechos Humanos que fue aprobada por la mayoría de los países miembros de las Naciones Unidas en 1948. Si no conoces el contenido de dicha declaración, por favor haz click aquí y revísala antes de continuar...

La situación en Venezuela en estos comienzos de 2017 es complicada. Venimos de un 2016 que comenzó bien por lo esperanzador y mal por la actitud del madurismo hacia el triunfo de la oposición en las elecciones legislativas nacionales, con el cual obtuvo los 2/3 de los diputados a la Asamblea. Apenas declarada tan importante victoria, el madurismo procedió a controlar fraudulentamente la Sala Constitucional del TSJ y a obstaculizar la concreción de los 2/3, fabricando un juicio contra los resultados electorales del Estado Amazonas.

De allí en adelante, el madurismo fue saboteando inclementemente la labor legislativa de la AN, culminando el año con el asesinato del Referendo Revocatorio y con la estratagema de un diálogo engañoso que le permitiera llegar a 2017 sin correr el riesgo de salir del poder. El malsabor que queda luego de interactuar con un supuesto adversario que transgrede cuánta regla de juego crea inconveniente, es lo que sentimos en este primer mes del año.

Muchas veces he escuchado a líderes democráticos venezolanos decir que para ellos el actual gobierno madurista es un adversario político, no un enemigo, a pesar de las permanentes referencias del madurismo para enmarcar la controversia como si se trata de un asunto de guerra. Entiendo a los líderes democráticos cuando se empeñan en creer que la guerra es sólo una metáfora utilizada por el madurismo y que prefieren continuar pensando que esos son sólo adversarios, como ocurre cuando se enfrentan equipos de béisbol o fútbol para ganar un campeonato. Un Caracas-Magallanes es la imagen idílica que muchos en la oposición han utilizado para digerir lo que vivimos.

Pero cuando los árbitros (CNE, Fiscalía, TSJ y demás tribunales, así como la Policía y la Fuerza Armada Nacional) entran a la cancha a darle batazos o patadas a la oposición, ya no se trata de un enfrentamiento entre adversarios; es, lamentablemente, una situación de guerra.

Entiendo por guerra, en un sentido amplio, a lo que sucede cuando se violan los derechos humanos de las personas. Eso puede ocurrir dentro del hogar (violencia doméstica), en la calle (delincuencia), en las empresas (explotación de trabajadores o acosos de cualquier naturaleza) o en el ámbito de lo público, de la política. Obviamente que guerra en sentido restrictivo es cuando se viola impúnemente e intencionadamente el derecho a la vida, pero la violación de ese derecho no es la única posible.

Existen 30 puntos o derechos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que van desde la no discriminación por ninguna característica de la persona (color, sexo, edad, posición política, creencia religosa, etc.), hasta el respeto a poder votar, participar en el gobierno, circular por el territorio, asociarse con fines pacíficos, trabajar, tener una vida digna, etc. En 2016 hemos sido testigos de una violación sistemática y general de los derechos humanos de prácticamente todos los venezolanos. No es un asunto que compete solamente a quienes pensemos distinto al madurismo, el gobierno se ha dedicado a someter por la vía violenta y autoritaria a millones de venezolanos. Basta con traer a colación el abuso perpetrado con el anuncio sobre la salida de circulación del billete de Bs. 100, con el que se afectó absolutamente a todo el mundo y que luego se le ha dado marcha atrás, sin ofrecer disculpas, sin dar la menor explicación que de manera convincente justifique las razones reales de la medida. Fue un acto de guerra contra los venezolanos, con la idea de humillarnos y someternos aún más, como si las colas y la escasez ya no les parecía suficiente a los señores de la guerra, que necesitan mayor obediencia.

La violación de los derechos humanos es un tema sustantivo, no procedimental. Sin embargo, en la maraña de leyes y reglamentos que este gobierno se ha encargado de tejer, una solicitud masiva de elecciones o las elecciones pautadas constitucionalmente como la de gobernadores, se excusan con sentencias y medidas convenientes para quienes ya decidieron no seguir "jugando" a la democracia, sino guerreando.

El siguiente esquema ayuda a aclarar un poco la respuesta a la pregunta con la que comienza este artículo:


Es natural la controversia en la política. Es como un deporte de competencia. No es un juego para pasar el rato, sino que unos ganan, otros no, pero pueden ganar después si se respetan las reglas de juego y si juegan con pasión e inteligencia.

Lo normal en política es que existan entonces ADVERSARIOS. Es lo que la oposición siempre ha dicho y es quizás el supuesto sobre el que desarrolla sus estrategias. Lamentablemente, el madurismo no sólo no respeta las reglas de juego, sino que le viola los derechos humanos a quien les de la gana. Nos consideran a los venezolanos sus ENEMIGOS, bien sea porque los desafiamos políticamente o porque no seamos lo suficientemente sumisos para obedecer cualquier tipo de órdenes. El madurismo es una dictadura que ha colonizado distintas instancias del Estado, para mantenerse allí "como sea" (tal como les gusta decirlo).

Sin querer tenerlos como enemigos, pero luego de constatar durante 2016 que ellos definitivamente sí nos consideran como tales, como que no queda otra opción que cambiar nuestro supuesto: no estamos ante unos adversarios, sino ante unos enemigos. Considero estratégicamente clave que la MUD y la AN utilice las derechos humanos de todos los venezolanos, no sólo de los opositores, como el marco de referencia para la lucha política actual en 2017. Una alianza con todas las organizaciones que promueven y defienden el respeto a los derechos humanos va a darle un giro importante a las respuestas que la complicada situación actual reclama.



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