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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

25.3.10

Machismo socialista postmoderno

Cada vez que apresan a opositores políticos en Venezuela o Cuba, surge un nuevo nombre masculino, con la excepción de hace años de Patricia Poleo quien prefirió exiliarse antes de ser atrapada. Aunque haya tanto opositores como opositoras, existe cierta predilección por reprimir con cárcel preferiblemente a hombres. La supuesta izquierda que gobierna Cuba y Venezuela pareciera considerar especialmente inconveniente que mujeres disidentes sean vistas presas por el resto del mundo.

Observe estas listas...

Cuba: Alexis, Alfredo, Ángel, Antonio, Ariel, Arnaldo, Arturo, Blas, Claro, Diosdado, Eduardo, Efrén, Fabio, Félix, Fidel, Guido, Héctor, Horacio, Iván, Jesús, Jorge, José, Juan, Julio, Leonel, Léster, Librado, Luis, Manuel, Marcelo, Miguel, Mijail, Nelson, Normando, Omar, Oscar, Pablo, Pedro, Próspero, Regis, Ricardo, Víctor.

Venezuela: Arube, Asdrúbal, Biagio, Delfín, Eligio, Erasmo, Felipe, Guillermo, Gustavo, Héctor, Henry, Ivan, John, José, Juan, Julio, Lázaro, Leocenis, Luís, Marco, Mario, Oswaldo, Otoniel, Otto, Raúl, Richard, Rolando, Silvio, Willian, Wiston.

Esto no quiere decir que los aparatos represores no hostiguen a activistas como Yoani, Milagros, Marta, Marianella, María Corina, Carla, Mónica, Liliana, Rocío, Delsa o las Damas de Blanco. Pero, es curioso que eviten apresarlas. Una posible explicación podría ser que, de hacerlo, temen por el surgimiento de una especie de solidaridad femenina. Existe, al menos en Venezuela, una cantidad importante de mujeres que ocupan altos cargos: Cilia, Luisa Estela, Tibisay, Luisa, Gabriela... sin contar líderes como Lina, Iris, Mari Pili, Desireé, Jacqueline y nada más y nada menos que la mitad del electorado.

En el caso cubano probablemente exista otra explicación, porque no hay elecciones libres pero que podría igualmente aplicarse acá, más referida al plano simbólico que a un simple temor machista. Una dama presa en un país socialista deja simbólicamente sin efecto la pretendida épica revolucionaria y muestra el lado oscuro típico de cualquier dictadura. Históricamente, los movimientos de izquierda han tenido a la lucha por los derechos de la mujer como una de sus banderas más preciadas. La España republicana, el México revolucionario, la Argentina peronista, el Chile de Allende y la Venezuela antidictatorial han dejado pruebas de que hombres y mujeres pueden ser compañeros de lucha política por una sociedad más justa y sin discriminaciones, a diferencia de las montoneras que comandadas por caudillos toman el poder para que el resto, y sobre todo las mujeres, les rinda pleistecía.

De allí que una disidente presa constituye una prueba simbólica irrefutable de que esos falsos revolucionarios no son sino otra montonera más, muy poco épica y equipados con el correspondiente caudillo que encarna solamente el atraso para esa sociedad. Pero también la desigualdad represiva oculta un muy machista desprecio con respecto a lo que digan o escriban líderes femeninas. Los revolucionarios de mentira aparentemente las respetan porque no les conviene el desprestigio que desataría una persecusión a mujeres que se expresen exigiendo libertad y por eso las ignoran o las tratan como chicas simpáticas que deben simplemente portarse bien y si no lo hacen, no les dan permiso para salir (como le sucede a Yoani cada vez que la invitan a viajar fuera de Cuba para recibir un premio de periodismo digital en algún país libre).

En Occidente hay mucha tela que cortar en términos de desigualdades de género. Pero no parece ser el socialismo cubano o venezolano el camino para eliminar esas y otras desigualdades. La sumisión de los poderes del Estado que están en manos femeninas ante un solo hombre poderoso, es más el retrato de una sociedad arcaica como las teocracias asiáticas o meso-orientales y los imperios pre-colombinos que una etapa avanzada de la evolución política de la humanidad.

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