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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

27.10.09

El cálculo detrás de la polarización

A muchos chavistas les gustan cosas de Cuba, pero no todo. No les gusta que allá no haya polarización, porque éso hace que el ingreso deba distribuirse entre todos los cubanos. Si se repartiese a sólo una parte de ellos le tocaría mucho más a quienes, al final, lo reciban.

En 10 años de gobierno, se ha demostrado claramente que en Venezuela existe una extraña capacidad de gastar, repartir o regalar caprichosamente los ingresos públicos de todos los venezolanos, colocándolos sólo en ciertas manos amigas tanto dentro como fuera del país. Esos ingresos provienen de tres fuentes: la exportación de petróleo, la deuda (que habrá que pagarla algún día) y los impuestos.

¿Qué sucedería si al eliminar la economía privada, porque a alguien se le ocurra calificarla de maléfica, se queden sin nadie a quien cobrarle impuestos? Pues el gobierno pasaría a tener sólo 2 de las 3 fuentes. Los ingresos por petróleo o deuda no podrán crecer contínuamente y por lo tanto habrá a futuro menos que repartir, gastar o regalar. Además, ¿Qué ocurriría si al ser una economía totalmente estatizada ese monto menor de ingresos se reparte entre todos, como sucede en Cuba? Pues, inevitablemente a cada chavista criollo o extranjero le tocará menos que lo que han venido recibiendo.

Ese es el cálculo que está detrás de la polarización. Si se mantiene a una parte del país fuera de los circuitos de distribución directa de dádivas, los mantenidos por el gobierno recibirán más por cabeza. La parte excluída deberá ser la más amplia cantidad posible de productores de bienes o servicios que paguen o retengan mucho impuesto para que la parte pedigueña reciba el per cápita más grande posible. Y no estamos hablando de unos cuantos productores industriales, sino de millones de venezolanos que van desde banqueros, ingenieros, médicos y agricultores hasta buhoneros, campesinos y pescadores. Al mismo tiempo a esos productores se les debe neutralizar desde el punto de vista electoral para que no representen una amenaza a quienes se benefician del asunto.

La estrategia ha sido bastante sencilla: dividir el país con un discurso amenazador repetido por todo funcionario o dirigente oficialista, uniformar a los seguidores fieles y aplicar instrumentos legales que los consoliden en el poder. Por ejemplo, la más reciente versión de la Ley Electoral busca matar dos pájaros de un tiro: con un porcentaje menor de votantes chavistas (para repartir los ingresos entre menos) se podrá arrasar con los escaños de la Asamblea (y así atornillarse en el poder), sin respetar la proporcionalidad entre votos y puestos obtenidos, consagrada en la Constitución vigente.

En Cuba no ocurre algo así porque no hay democracia ni tampoco sector privado. Por lo que no se cobran impuestos y tienen que conformarse con un per cápita muy igualitario, pero muy bajito. Si aquí fallara el petróleo y no se pudiese colocar más deuda, solamente un vigoroso sector privado podría dar soporte al gobierno, ya que ay! las empresas del Estado (quitando a PDVSA, por ahora)... sólo producirán pérdidas.
Eso parece que lo intuyen los ideócratas (no tecnócratas) del Socialismo del Siglo XXI. Por éso es probable que quieran continuar con el juego de la polarización, sin eliminar al sector privado, porque conocen lo que ocurre en Cuba y saben que no les conviene. Sólo necesitan doblegar políticamente ese sector para que no represente una amenaza. De allí la idea, entre otras y aparte de los discursos polarizantes, de favorecer a empresas extranjeras para que se establezcan en el país, produzcan y paguen impuestos sin meterse en política.

¿Puede llamarse venezolano a un gobierno que proceda de tal manera, si además regala a otros países (como Cuba) recursos que hacen tanta falta por acá? ¿Qué clase de paradoja es que quienes se creen más patriotas que los demás, procedan saqueando al país para favorecer a otras economías? ¿Qué diría el sector productivo brasileño si Lula hiciera algo similar en su país?

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