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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

3.8.09

¡Cállate, por favor!

Una amiga me contó que en una transnacional donde trabajaba, uno de los jefes, un mexicano muy peculiar, solía decirle a veces “¡Cállate, por favor!” y éso a ella le parecía una manera muy “graciosa” de ser maleducado (o autoritario) y, al mismo tiempo, educado (o sea, legal). Los procesos administrativos de Conatel a canales de TV y emisoras de radio parecen inspirados en ese oxymoron, porque con hipócritas cartas que comienzan con un “Tengo el agrado de dirigirme a Ud.” lo que realmente se busca es acabar con un derecho humano fundamental como lo es la Libertad de Expresión.

El Rey de España sigue siendo el rey y no fue hipócrita cuando mandó a callar al otro rey (pero de la pachanga). Lo hizo de manera muy directa y sin disimular. Total, las monarquías han sido tradicionalmente así y los reyes parten del principio de que ellos son los que mandan (a callar, a hablar, etc.). Por eso cuando se dice que existen “monarquías democráticas” aparte de ser otro oxymoron, de lo que en realidad se trata es de que existen “democracias reales” como la inglesa o la española, donde la reina o el rey y demás figuras del alto gobierno, deben someterse junto a todos los ciudadanos al imperio de la ley (aunque, a veces, a la realeza se les vea “el bojote” autoritario que han heredado de sus ancestros).

Pero en democracias irreales como la venezolana, las instituciones y las leyes son las que  terminan siendo esclavizadas o sometidas a los designios de algo que llaman Revolución. Al ser la Revolución algo esencialmente abstracto, como Dios, no puede hablar... Entonces ése ente abstracto se procura de vicarios que la representen y éstos canalizan (como mediums) el Verbo Revolucionario para que nos toque a todos. Así Fidel desde Cuba y su aprendiz por estos lares son quienes dictan (por eso se les llama dictadores...) lo que les manda a decir la Revolución.

Nos hemos enterado en las últimas semanas que la Revolución quiere que se regule la Libertad de Expresión porque se dicen muchas mentiras (léase verdades) inconvenientes, cosa que, argumentan los distintos poderes públicos, llega hasta poner en riesgo a la Nación y especialmente a la salud mental del pueblo. Dada tan grave situación, el instrumento del instrumento del vicario de la Revolución de aquí, que se llama Conatel, procede entonces a mandar a callar. Como se trata del oxymoron llamado dictadura democrática (del lumpen-proletariado) o Socialismo del Siglo XXI, los instrumentos del instrumento del instrumento llegan con “oficios” muy decentes a  televisoras y radios, avalados por otros instrumentos del Gran Vicario como son los poderes (jajajaja...) legislativo, moral y judicial, diciéndonos a los venezolanos en nuestra cara: ¡A callar todos, por favor!

Al final se resume en que se trata de todo un aparato estatal actuando agavillado para acallar críticas a la gestión gubernamental de turno y guardando una especie de cortesía hipócrita como la que el mexicano jefe le aplicaba a mi amiga. ¿Cuál es el parecido? En el caso del mexicano, una transnacional típica es una especie “dictadura privada” donde una Junta Directiva lanza directrices que los instrumentos de los instrumentos de los instrumentos deben ejecutar sin chistar. Y aquí lo que tenemos es un gobierno corporativizado peor que una transnacional, o sea, una Dedocracia donde el César tropical sube el pulgar para premiar a  seguidores, o lo baja para castigar a su antojo (sin importarle instituciones, leyes o voluntad popular expresada en votos) a quienes le adversen.

Mi amiga se fue de la transnacional y en eso también se parecen las dos situaciones. Las personas terminan naturalmente alejándose de ambientes hostiles, aunque la hostilidad la quieran hipócritamente vestir de legal o educada. El gobierno de turno en Venezuela seguirá perdiendo apoyo, tanto dentro como fuera del país, cada vez que pisotee los derechos humanos fundamentales consagrados en la Constitución de Venezuela.

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