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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

28.7.09

Cambio y conciencia

Cambio. Una manera de percibirlo es cuando algo que nos molestaba, un buen día, deja de hacerlo. Otra manera es cuando algo que nos agradaba, un mal día, comienza a perturbarnos. Cuando nos damos cuenta de lo que nos pasa, en cualquiera de los casos, a eso... podemos llamarlo tomar conciencia.

Se presentan diariamente despues de las 11PM y a veces ocurre a casi la 1AM. Como me acuesto tarde, por lo general los oigo mientras estoy leyendo o viendo una película. La máquina ruge por delante pero, sobre todo, también por detrás. Se trata del camión del Aseo Urbano.

En la zona donde vivo la recolección de la basura es nocturna. Es una zona bastante céntrica y es lógico que la recolección de basura sea así. Sin embargo, hasta hace unos años los oía y no podía impedir que me molestara. La molestia me inducía a pensar obstinadamente en mudarme de la zona, en escribir a la alcaldía para que modificaran el horario de recolección, en fin, aparte de molestarme perdía energía en imaginar acciones que ciertamente tampoco quería realizar.

Pero luego llegó la era Bernal para el Municipio Libertador y, sin entrar en explicaciones demasiado complejas, la ciudad se comenzó a llenar de basura no recogida de una manera espectacular. Caracas no ha sido nunca demasiado limpia, desde que la conozco, pero los niveles de desorden y suciedad que ha alcanzado en lo que va de siglo XXI pueden quizás ser sólo iguales a los de Mumbay o de alguna otra urbe que 5 veces más grande produce tanta suciedad como lo hacemos en nuestra descuidada capital de unos pocos millones de habitantes.

La suciedad se agrava porque además de fallar la recolección, los “recoge-latas” se dedican a romper bolsas y riegan la basura en las aceras para curucutear y ver que descubren. Bernal colocó una vez unos contenedores livianos de plástico, con ruedas y tapas, de color verde. Es difícil ver alguno hoy en día porque eran fáciles de mover y de quemar... Reales perdidos.

El caso es que luego de la última crisis de basura cuando oigo que se vuelve, sistemáticamente o no, a recogerla ya no escucho un ruido molesto. Mi reacción es totalmente distinta. Agradezco a los trabajadores, a la empresa de recolección, a quienes pagamos el servicio y hasta a la misma alcaldía, independientemente de quien sea ahora el alcalde, porque está pasando el camión y haciendo su trabajo. Me dí cuenta del cambio. No reacciono como antes, ni pienso en nada, sólo comprendo que eso es parte del “paquete” de vivir donde vivo con sus ventajas y desventajas. No cambiaría silencio por suciedad, en éso estoy claro.
Hay horarios de recolección de basura que tienen una lógica y unos camiones con poco mantenimiento que, quizás, podrían ser menos ruidosos. Pero contamos con gente que se encarga de la tarea y debemos buscar como apoyarlos o por lo menos agradecerles por lo que hacen diariamente. Tomé conciencia.

Un amigo me recibió hace poco en su casa diciendo “todo es mentira”. Él ha sido un leal simpatizante del actual gobierno. En toda fiesta en la que nos encontramos típicamente termina como cucaracha en baile de gallinas, defendiendo a Cuba y a todo lo que se le ocurre aquí hacer al gobierno.

Pero ese día comenzó como una ametralladora a contarme sobre una cierta desilución. El ha estado apoyando unos programas de formación, con charlas que explican el por qué y el cómo de las EPS o Empresas de Producción Social o empresas socialistas, supuestamente. Me cuenta sus experiencias más recientes en las que descubrió que las directivas y altos gerentes de esas organizaciones continúan, según él, explotando a la masa trabajadora.

“Les dan cuatro lochas a los obreros, mientras ellos se sacan unos super-bonos de vacaciones” me cuenta indignado. Sigo escuchándolo con atención, en parte sorprendido, no por lo que dice sino por quien lo dice, porque nadie que conozca medianamente la trayectoria de cualquier revolución socialista se sorprendería al escuchar algo así. “Les dije de frente lo que estaba viendo y ya estoy prácticamente fuera del programa de charlas” se queja conmigo. Luego regresa a su frase inicial y afirma como preguntando “¿Será que todo es mentira o era que estaba soñando que ésto iba a ser una revolución de verdad?”.

Allí también hubo un cambio, pero más duro porque lo afectó más directamente que a mí con el problema de la basura y en la dirección opuesta. No solamente yo he percibido que él cambió, otros me lo han comentado. Además parece haberse dado cuenta, o sea que tomó conciencia.

Tomó conciencia de una manera directa y lo que antes le agradaba ahora no le gusta. Para él fue como vivir un orweliano episodio de Rebelión en la Granja. Ojalá pronto muchos más logren reconocer que en Venezuela no estamos en el Siglo XXI, sino cada vez más cerca de “1984”.

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