Blog personal en el que...

Escribo sobre lo que me afecta, me gusta, me intriga: bastante sobre política y filosofía, también algo de urbanismo, diseño y temas diversos (desde hace un tiempo me apoyo en el uso de IA).

1.12.25

Una teoría sobre el error: De cómo errar es útil, si sucede a partir de una acción consciente y de buena fe

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura, ajustes editoriales y selección de fotos)
Claude Sonnet 4.5 (textos, referencias y prompt para imagen) / ChatGPT 5.1 (imagen)

Encontrar que un médico o un ingeniero muestre devoción religiosa, siempre me ha parecido como inapropiado; excepto cuando la persona es un amigo querido, un hermano del alma. Mi amigo Ronald F. es ingeniero y a la vez muy comprometido con lo sagrado. Sin ánimo de querer evangelizarme me envía un texto que encontró en su viaje reciente a España. Hizo el Camino de Santiago sin perderse de entrar en todas y cada una de las iglesias y capillas que encontró. Escogió hacerlo por la ruta “Del Norte” que comienza en Irún. Atravesando San Sebastián, curioseó una tienda de antigüedades, en la que pudo revisar incunables, muchos de ellos de temática religiosa. Allí se topa con ese texto arriba referido. Lo hojea. Se acordó de mí y decidió adquirirlo para su colección de “objetos históricos” que celosamente alberga en un cuarto climatizado de su mansión, en la zona residencial que se conoce como Punta Pacífica, Ciudad de Panamá. Al regresar a casa lo envió a escanear con un especialista para que su nueva y valiosa adquisición no sufriera ningún daño. Me envió el PDF y luego de agradecérselo con un delivery de carimañolas que tanto le gustan, he decidido compartir con ustedes esta maravilla escrita en 1687 (la presencia de referencias al Antiguo Egipto se entiende al leer la nota del autor ubicada al final de este tratado).


Theoria del Yerro: Lo Inevitable es Explicable y Provechoso

I. De la Naturaleza del Yerro

Difínese el yerro como aquello que un agente haze o dexa de hazer con consciencia y buena fe, sin intención de causar daño alguno, mas que produce mal funcionamiento en las cosas o maliestar en los seres vivientes. Esta difinición distingue el yerro de la malicia deliberada, pues el yerro nace de nuestras limitaciones como criaturas finitas y no de perversidad del coraçón. El yerro es, por tanto, inherente a la condición del hombre después de la Caída, y no puede ser eliminado completamente en esta vida mortal, aunque sí puede ser entendido y, en cierta medida, atenuado mediante el coñocimiento y la prudencia.


El yerro surge de la discrepancia entre nuestra capacidad limitada de coñocer y la complejidad casi infinita del universo que Dios Nuestro Señor ha criado. Los mortales no podemos prever todas las consequencias de nuestras acciones, por muy cuidadosos que seamos en nuestras deliberaciones y por mucho que consultemos con varones sabios. Esta impossibilidad no nos excusa de responsabilidad ante Dios y ante los hombres, mas sí nos recuerda que somos seres que obran en la escuridad parcial, guiados por luzes que no siempre alcanzan a iluminar todos los caminos que nuestros actos abren. Cuéntase de los antiguos architectos del Pharaón Cheops que, al calcular la inclinación de las piedras para la grande Pirámide, yerraron en pequeña medida al principio, mas este yerro, multiplicándose en cada hilera que se alzava, causó que la cumbre no quedase perfectamente centrada, aunque la falta era tan leve que solo los medidores más diligentes pudieron después descubrirla.

Por ello, el sabio reconoce dos verdades que ha de tener siempre presentes: primera, que el yerro es inevitable dada nuestra naturaleza caída; segunda, que esta inevitabilidad no nos condena a la pasividad ni al desaliento, sino que nos llama a la prudencia y a la vigilancia. El coñocimiento de nuestra falibilidad es el primer passo hazia la sabiduría, pues quien se sabe falible procede con mayor cuidado y humildad que quien se cree infalible y perfecto. Assí, la theoria del yerro no es doctrina del pessimismo que desespera, sino del realismo christiano que coñoce los límites del hombre y por ello busca en Dios la luz que le falta.

II. Del Sufrimiento y del Dolor

Es menester hazer distinción entre el dolor y el sufrimiento, pues aunque relacionados y muchas vezes confundidos en el hablar vulgar, no son lo mesmo en su naturaleza ni en sus remedios. El dolor es aquella afección que tiene causas observables y soluciones que pueden venir de fuera mediante el arte de los phísicos y boticarios, o de dentro mediante los processos naturales de sanación que Dios puso en nuestros cuerpos. El sufrimiento, empero, es interpretativo y pertenece al ánima, de suerte que solo quien lo padece puede resolverlo, pues persiste aun quando el dolor del cuerpo ha cessado, y nace de cómo el paciente interpreta su experiencia y le da significación.

El dolor puede ser causado por yerros que afectan el cuerpo o las circunstancias externas de una persona, y admite remedios proporcionados a sus causas materiales, así como el médico cura la herida y el emplasto alivia la quemadura. El sufrimiento, en cambio, se produce quando la persona construye significaciones sobre su dolor, diziendo en su coraçón: "esto prueba que soy indigno y merezco castigo", o "esto significa que el mundo es injusto y que no hay orden ni razón", o "agora mi vida nunca será la mesma y he perdido para siempre mi felicidad". Estas interpretaciones, que son como narraciones que el ánima compone sobre sus experiencias, convierten el dolor transitorio en sufrimiento que puede perpetuarse indefinidamente, independiente de que la causa original haya sido removida.


Refiérese en las crónicas de Egypto que cierto escriba del Pharaón Ramsés, aviendo perdido su mano derecha en un accidente durante la construcción de un obelisco, sanó de la herida en pocas semanas; mas el sufrimiento de su ánima, por creer que sin su mano no era digno de su oficio y que los dioses le havían castigado, perduró hasta su muerte, aunque havía otros escribas mancos que continuavan sirviendo con la mano que les quedaba.

Esta distinción es crucial para entender cómo los yerros se propagan en cadenas hazia la tragedia, pues actúa de la siguiente manera. Un yerro inicial causa dolor a alguien; esse dolor, convertido en sufrimiento, degrada las capacidades de juizio y menoscaba el entendimiento; essa degradación facilita que ocurran nuevos yerros que causan dolor y quizás también sufrimiento a otros; y assí la cadena continúa su curso fatal. Por tanto, parte de interrumpir las cadenas trágicas consiste en aprender a no convertir todo dolor en sufrimiento, tarea que requiere sabiduría para interpretar nuestras aflictiones y cómo damos significación a nuestros males, virtud que los Santos llaman resignación christiana y aceptación de la voluntad divina.

III. De las Creencias y de las Passiones

Las creencias son sistemas de interpretación que determinan qué reconocemos como amenaza a nuestro ser, qué respuesta consideramos apropriada y proporcionada, y qué consequencias somos capaces de prever o que permanecen ocultas a nuestro entendimiento. Estas creencias no son neutras ni casuales, como piensa el vulgo ignorante, sino que filtran nuestra percepción del mundo y guían nuestras reacciones ante los sucessos. Muchas creencias permanecen implícitas en el fondo del ánima, operando sin que nos apercibamos de su influencia sobre nuestros juizios y acciones, assí como el ayre que respiramos obra en nuestro cuerpo sin que lo sintamos.

Las passiones, y especialmente el miedo que es la más poderosa dellas en lo tocante a nuestra conservación, interactúan con las creencias de manera complicada y muchas vezes peligrosa. El miedo es verdadero como experiencia y afección del ánima: quien teme realmente experimenta la urgencia de protegerse y su cuerpo responde con mudanças que lo preparan para huir o pelear, según los philósophos naturales han observado. Sin embargo, el miedo puede mentir acerca de aquello a lo qual responde, confundiendo amenazas symbólicas (a nuestra dignidad, nuestro honor, nuestra posición entre los hombres) con amenazas phísicas (a nuestra vida corporal y subsistencia). Esta confusión lleva a respuestas desmesuradas y desproporcionadas: quien se siente amenazado en su honor puede reaccionar con violencia mortal, como si su vida biológica estuviese en peligro cierto. Cuéntase en los anales de Egypto que un noble de la corte del Pharaón Amenhotep, sintiendo que otro cortesano le havia desayrado delante de la asamblea, ordenó que le matassen aquella mesma noche, causando con esa dessmessuura no solo un homicidio, sino una enemistad entre familias que duró tres generaciones.


La combinación de creencias inservibles y passiones reactivas cría las condiciones propicias para que pequeños yerros escalen hazia grandes catástrophes. Una creencia falsa sobre qué constituye amenaza mortal, combinada con miedo intenso que ciega el entendimiento, produce respuestas automáticas que no dexan espacio para la deliberación ni para el consejo de varones prudentes. Por ello, el cultivo de creencias más exactas y conformes a la verdad sobre la naturaleza de las amenazas, juntamente con el aprendizaje de cómo reconocer nuestras passiones sin ser dominados por ellas ni arrastrados a su capricho, son prácticas que reducen la posibilidad de yerros graves, y pertenecen al oficio de la educación christiana que busca formar hombres templados y prudentes.

IV. De la Propagación de los Yerros

Los yerros no ocurren aislados como successos singulares sin conexión, sino que se encadenan unos con otros formando una sucessión de causas y efectos: un yerro inicial produce mal funcionamiento o malistar, este resultado causa que alguien intente corregirlo con buena intención, mas ese intento de corrección (hecho también de buena fe mas con entendimiento imperfecto) produce un nuevo yerro, y assí sucessivamente va creciendo la cadena. Esta propagación ocurre porque el sufrimiento causado por el primer yerro degrada las capacidades de quien lo sufre: su percepción se estrecha como si mirara por una rendija, su juizio se nubla como cielo cubierto de nubes espessas, sus passiones se intensifican hasta ofuscar la razón. En este estado degradado y menoscabado, es más probable que cometa yerros en sus intentos de remediar la situación que le aflige.


La transmissión del yerro entre personas sigue un patrón que puede identificarse mediante observación diligente. El agente A comete un yerro que causa sufrimiento a la víctima B; B, sufriendo y con su juizio turbado, intenta responder mas su respuesta (mal calibrada por su estado de perturbación) causa sufrimiento a C; C responde a su vez y afecta a D, y assí la cadena se extiende de persona en persona como pestilencia que se contagia. Cada eslabón involucra personas que obran de buena fe según sus limitadas capacidades y coñocimiento del momento presente, mas el todo en su conjunto se mueve hazia mayor desorden y mayor sufrimiento colectivo, assí como nave que ha perdido el timón. Refieren las historias que durante el reynado del Pharaón Akhenaton, aviendo este mudado la religión del reino y prohibido el culto a los dioses antiguos, un sacerdote del viejo culto, queriendo preservar ciertas imágenes sagradas, las escondió en un templo; mas otro sacerdote, temiendo que el Pharaón descubriera el sacrilegio y castigara a todos, denunció al primero; el primero, sintiéndose traicionado, acusó al segundo de otros delitos; y assí el miedo y la desconfiança se propagaron entre los sacerdotes. Muchos terminaron muertos violentamente y los templos quedaron desolados.

La velocidad de la propagación es variable según las circunstancias: hay cadenas de cocción rápida que llevan a la catástrophe en breve tiempo, como quando el fuego prende en casa de madera seca; y cadenas de cocción lenta que se dessarrollan durante generaciones enteras de hombres. Las cadenas rápidas dexan poco tiempo para corrección y están dominadas por respuestas emocionales automáticas que no admiten deliberación; las cadenas lentas permiten más oportunidades de intervención y enmienda, mas también más puntos donde pueden incorporarse nuevos yerros que van acumulándose. Ambos tipos de cadenas son peligrosos para el bien común, aunque sus dinámicas y movimientos difieren en aspectos importantes que el sabio governador deve coñocer si ha de guiar a su pueblo con prudencia.

V. Del Tipo y Proporción de las Respuestas

Quando un yerro produce mal funcionamiento o malistar, quien lo padece responde según dos dimensiones que, aunque relacionadas, son independientes una de otra: el tipo de la respuesta y la proporción de la respuesta. El tipo se refiere a si la respuesta es phísica (acción corporal, violencia de manos, reparación de daño material), symbólica (palabras de reprensión o disculpa, gestos de reconciliación, actos de reconocimiento), o mixta participando de ambas naturalezas. La proporción se refiere a si la intensidad y magnitude de la respuesta se ajusta al tamaño del problema que la originó, o si por el contrario es desmmesurada, exagerada y excede lo razonable.

Una respuesta apropriada y conforme a razón es aquella cuyo tipo corresponde a la naturaleza de la amenaza: phísica ante amenaza phísica que pone en peligro el cuerpo, symbólica ante amenaza symbólica que afecta el honor o la posición social. Además, su proporción deve ajustarse a la magnitude del problema sin excederla: no es justo matar a un hombre por un empujón leve, ni destruir una hazienda entera por una ofensa menor de palabras. Quando se confunden los tipos (respondiendo phísicamente a lo que era amenaza symbólica) o se yerra en la proporción (respondiendo con violencia extrema a provocación pequeña), el yerro se amplifica grandemente y la cadena se acelera hazia la tragedia como piedra que rueda cuesta abaxo. Cuéntase que en tiempos del Pharaón Pepi II, un architecto que dirigía la construcción de un canal para las aguas del Nilo, aviendo recibido crítica de un inspector sobre pequeños defectos en el traçado, respondió ordenando cambios tan extremos que el canal quedó inservible para su propósito, causando pérdida de cosechas y hambre en varios nomos del reino.


La dificultad surge porque baxo sufrimiento o miedo intenso, perdemos la capacidad de distinguir bien entre tipos de amenaza, assí como el enfermo con calentura no distingue bien los colores ni los sonidos. Lo symbólico se siente tan urgente y terrible como lo phísico; la ofensa al honor duele en el ánima tanto o más que una herida duele en el cuerpo. Esta confusión perceptiva, natural a nuestra condición de criaturas passionales, es una de las principales fuentes de respuestas desproporcionadas que engendran males mayores que los que pretendían remediar. Por tanto, cultivar la capacidad de distinguir entre tipos de amenaza y calibrar con tiento las proporciones de respuesta es parte essencial de aquella prudencia práctica que los antiguos llamavan phronesis y que nosotros llamamos discreción christiana, virtud que los Santos recomiendan y que previene el escalamiento trágico.

VI. De la Tragedia como Acumulación

No todo yerro conduce a tragedia ni toda desventura merece esse nombre terrible; haze falta una massa crítica de yerros acumulados para que algo escale al nivel trágico que mueve a horror y piedad. Un solo episodio de yerro, dolor y respuesta puede contribuir a que ocurran nuevos episodios, mas si se detiene allí y no passa adelante no alcança la densidad necessaria para ser tenido por tragedia en sentido propio. La tragedia implica acumulación suficiente de males que producen desenlaces de magnitude desproporcionada: muertes prematuras e injustas, destrucciones irreparables de aquello que dava sentido a la vida, pérdidas de tales que mudan enteramente el curso de una familia o de un pueblo.


La densidad crítica se alcança quando se combinan varios factores en concurso funesto: número suficiente de yerros encadenados unos tras otros, sufrimientos que generan nuevos yerros en retroalimentación continua como rueda que gira sobre sí mesma, y tiempo suficiente para que el ciclo se refuerçe a sí mesmo mas insuficiente para que pueda ser corregido por la prudencia. El resultado es un desenlace cuya magnitude y horror no corresponden a la culpa inicial que dio principio a todo: personas que obraron de buena fe terminan destruidas, familias enteras quedan deshechas, comunidades se fragmentan en bandos enemigos. La injusticia de la proporción entre yerros iniciales (que muchas vezes fueron pequeños y veniales) y consequencias finales (que son gravíssimas e irreparables) es marca distintiva de lo trágico que mueve a compassión. Refieren las crónicas de Egypto que en tiempos del Pharaón Tuthmosis, una disputa entre dos familias nobles sobre los límites de sus tierras, que comenzó con un yerro en las mediciones hechas por los agrimensores reales, escaló durante tres generaciones hasta que en una emboscada perecieron los varones principales de ambas cassas, quedando viudas e huérfanos sin amparo y perdiéndose las tierras que ambos disputavan, las quales passaron al patrimonio real.

Por ello, la tragedia no es simplemente mala fortuna ni sufrimiento ordinario que aflige a los mortales, sino un processo específico de acumulación que transforma yerros manejables y corregibles, en catástrophes que exceden toda medida. La muerte natural en su tiempo, quando el hombre ha vivido sus días y llega al término que Dios le señaló, no es trágica aunque sea dolorosa, pues es inevitable y parte del orden de la naturaleza caída. La tragedia ocurre quando la cadena de yerros acelera injustamente la muerte o produce destrucciones equivalentes a ella: locura que priva al hombre de su razón (que es su bien más precioso), exilio perpetuo que le arranca de su patria y familia, pérdida total de identidad o sentido que haze su vida más penosa que la muerte mesma. Esta aceleración injusta de lo inevitable, esta precipitación de males que no correspondían al tiempo ni a la culpa, es lo que haze trágico un desenlace y mueve el ánimo de quien lo contempla a horror y piedad.

VII. De lo Contingente y lo Inevitable

Aquí reside una de las paradoxas más profundas de la theoria del yerro, la qual ha de ser bien entendida para no caer en desespero ni en presumpción: lo contingente es inevitable por lo impredecible. Pero esto no significa que retrospectivamente, después de que la tragedia ha tenido lugar, no podamos ver con claridad meridiana lo que explique lo sucedido. Mirando desde el momento en que los agentes obrarvan y tomavan sus decisiones, dado el estado de sus entendimientos limitados, su coñocimiento parcial de las circunstancias, sus creencias (algunas inconvenientes), y el estado de sus passiones que turbavan su juicio; se comprende lo sucedido y por lo tanto, en situaciones parecidas algo podemos hazer para evitar que la tragedia se genere.


Esta doble naturaleza de la tragedia—contingente en quanto fue ineviitable dadas las circunstancias en quanto pudo no aver sido, mas explicable—haze qué su estudio sea útil y provechoso, aunque no se pueda prevenir una tragedia específica ya acaecida. No podemos mudar el passado que ya está escrito en el libro de los tiempos, ni podemos aver prevenido aquello que ya sucedió, pues para los agentes en su momento era inevitable dadas sus circunstancias y limitaciones. Mas podemos aprender la estructura de cómo cada tragedia particular se dessarrolla: qué creencias filtraron las percepciones de los agentes, qué passiones aceleraron sus respuestas sin dexar lugar a la prudencia, qué confusiones de tipo o proporción amplificaron los yerros hasta hazerlos fatales. Refieren los sabios de Egypto que durante el reynado de la Reyna Hatshepsut, quando se construía su grande templo en Deir el-Bahari, un error en los cálculos de los ingenieros causó el colapso de una columna que mató a varios obreros. Los ingenieros sobrevivientes estudiaron con diligencia qué havia fallado, no para ressucitar a los muertos (lo qual es impossible a los hombres) mas sí para asegurar que en las demás columnas no se repitiesse el mesmo yerro, salvando assí muchas vidas futuras.

Este aprendizaje sirve para situaciones estructuralmente análogas que puedan presentarse en el porvenir, aunque no sean idénticas en sus accidentes particulares. Quando enfrentemos circunstancias que comparten la mesma estructura causal que una tragedia passada, podemos reconocer los patrones y señales que anuncian peligro, y obrar differentemente guiados por la memoria de lo sucedido. Assí, el estudio de tragedias passadas no es exercicio de vana curiosidad ni entretenimiento ocioso, sino technología de aprendizaje colectivo (si es lícito usar tal término): cada tragedia explicada y entendida es una lección sobre nuestra falibilidad que, si se toma en serio y se guarda en la memoria de los pueblos, puede evitar que tragedias similares se repitan en otras circunstancias y otros tiempos, aunque no hemos de esperar eliminar la tragedia del mundo enteramente, porque siempre sucederán nuevas circunstancias para las quales no se dispone referencia o patrón que valga, excepto la fe en Nuestro Señor.

VIII. Del Testigo y la Explicación

Toda tragedia requiere de un testigo que observe y construya la cadena de causa y efecto, haziendo visible lo que de otra manera permanecería oculto e incomprensible. Este testigo puede ser interno (un sobreviviente que narra lo sucedido aviendo sido parte de los acontecimientos) o externo (un investigador, un chronista, un poeta trágico) que reconstruye retrospectivamente cómo los sucessos se encadenaron desde el principio hasta el fin. Sin esta reconstrucción narrativa que da orden y sentido, la tragedia permanece como chaos incomprensible: una sequencia de desgracias sin connexión apparente, como cuentas de rosario esparzidas que han perdido el hilo que las ordenava.


La función del testigo es identificar las causas y consequencias, mostrando cómo el Yerro primero produjo Malistar, que llevó a Respuesta primera, que contenía en su seno Yerro segundo, que también produjo Malistar, y assí sucessivamente hasta el desenlace fatal que cierra la cadena. Esta explicación no muda lo ocurrido (pues lo passado ni Dios lo puede hazer no-passado, como dizen los philósophos), mas transforma su significación: de evento incomprensible que parece obra del hado ciego o de la fortuna caprichosa, passa a ser sequencia comprensible de causas y efectos naturales. La capacidad de explicar es lo que distingue tragedia de mero azar: el azar puro no puede explicarse (pues no hay cadena causal identificable sino solo coincidencia fortuita), mas la tragedia sí puede y deve explicarse si ha de servir de enseñança. Cuéntase que después de la grande inundación que en tiempos del Pharaón Amenemhat destruyó varios pueblos a orillas del Nilo, los escribas reales estudiaron con diligencia todos los reportes y testimonios para entender qué havia causado tal catástrophe: si havia sido solo el capricho de los dioses o si ciertos errores en la construcción de diques y en la planificación de las siembras havían contribuido al desastre; y de su estudio resultaron nuevas ordenanças para la construcción de diques que salvaron a muchos de inundaciones futuras.

Por tanto, cultivar la capacidad de ser testigos atentos—de nosotros mesmos y de nuestras comunidades—es parte de la sabiduría práctica que todo christiano deve buscar. Quien puede reconstruir honestamente cómo sus propios yerros se encadenaron, sin caer en auto-flagelación estéril, ni en negación cobarde de su culpa, esse ha dado el primer passo para no repetir la mesma cadena fatal en el futuro. Y quien puede ayudar a otros a ver las cadenas causales en sus tragedias, sin juizio condenatorio mas con espíritu investigativo y caritativo, esse cumple función de genuina caridad intelectual y obra de misericordia spiritual, pues ayuda al próximo a entender sus males y assí a enmendarse, lo qual es obra grata a Dios que desea no la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

IX. Del Aprendizaje que Previene

Del estudio profundo de los yerros y su propagación hazia tragedias emergen dos géneros de aprendizaje que, aunque relacionados, difieren en su naturaleza y su fin último. El primero es práctico y mecánico: mejoramos procedimientos y reglas, corregimos fallas en nuestros artificios, perfeccionamos sistemas y ordenamientos para que funcionen con menor probabilidad de yerro, assí como el artífice que lima las imperfecciones de su obra. El segundo es existencial y contemplativo: comprendemos mejor la condición humana en su fragilidad, reconocemos nuestros límites como criaturas, dessarrollamos humildad para lo que coñocemos sobre la complejidad del mundo que Dios ha criado, y aprendemos a no confiar en nuestras propias fuerças sino en la Divina Providencia que todo lo governa.

Ambos géneros de aprendizaje son valiosos y tienen su lugar en el ordenamiento de las cosas, mas el segundo es más fundamental porque atañe a cómo entendemos nuestra naturaleza como criaturas falibles después de la Caída. El aprendizaje práctico puede volverse presumpción y sobervia si no está acompañado del aprendizaje existencial: creemos que al perfeccionar nuestros artificios hemos vencido el yerro y dominado la fortuna, quando en realidad solo hemos reducido su probabilidad en ciertos dominios limitados, permaneciendo siempre sujetos a nuestra condición de mortales ignorantes. El aprendizaje existencial nos mantiene alertas ante la possibilidad permanente del yerro, no con ansiedad paralizante que impide obrar, sino con prudencia vigilante que es propria del sabio, assí como el navegante experto que coñoce los peligros del mar mas no por ello dexa de navegar. Los sacerdotes del antiguo Egypto, que guardavan los archivos de las inundaciones del Nilo por siglos y siglos, no pretendían controlar enteramente las aguas (lo qual es impossible a los hombres) mas sí aprender de cada inundación para prevenir daños en lo possible, reconociendo siempre que los límites últimos de su coñocimiento y poder dependían de fuerzas que excedían su comprehensión.

Las prácticas que reducen la probabilidad de tragedias no son meros protocolos técnicos que puedan escribirse en ordenanças y mandamientos, sino cultivos culturales de larga duración que han de arraigarse en las costumbres de los pueblos. Cultivar buena fe y consciencia en las acciones cotidianas sin dexar lugar a la negligencia; practicar communicación explorativa y caritativa ante yerros detectados sin importar cuán pequeños sean, evitando el regaño áspero que engendra rencor; realizar simulacros y exercicios que familiaricen con situaciones extraordinarias para que no cunda el pánico quando sobrevenga el peligro verdadero; revisar periódicamente las creencias implícitas que guían nuestras interpretaciones del mundo; dessarrollar consciencia de las proprias passiones y cómo afectan el juizio. Estas prácticas, mantenidas en el tiempo con constancia y diligencia, crían culturas menos propensas a las cadenas trágicas que hemos descripto, aunque nunca las eliminarán completamente pues ello excede las fuerças humanas.

X. De la Utilidad Final desta Doctrina

El título deste tratado promete que lo inevitable es explicable y provechoso, y agora, aviendo recorrido sus principales doctrinas, cumple mostrar por qué assí es. Hemos mostrado por qué lo inevitable (dado el momento presente y las circunstancias de los agentes) es explicable (mediante reconstrucción causal que haze el testigo mirando hazia atrás). Réstanos mostrar por qué es provechoso y útil: no para deshazer lo ya hecho, que es impossible aun a Dios según los Doctores de la Iglesia, sino para iluminar el porvenir con las lecciones del passado, assí como la antorcha ilumina el camino del viajero nocturno.


La utilidad no consiste en eliminar completamente el yerro de este mundo sublunar, lo qual es impossible dada nuestra naturaleza caída y la corrupción que el Pecado Original introduxo en todas las cosas humanas. La utilidad consiste en reducir la frequencia y severidad de las cadenas trágicas mediante comprehensión más profunda de cómo se forman, se propagan y se acumulan hasta produçir grandes males. Consiste en dessarrollar capacidades colectivas para reconocer quando estamos entrando en dinámicas peligrosas que presagian mal fin, y cómo interrumpir las cadenas antes que alcançen aquella densidad crítica que las haze imparables. Consiste en cultivar sabiduría práctica sobre nuestra falibilidad que no nos paralice con miedo ni nos hunda en desespero, sino que nos guíe en el camino estrecho de la prudencia que evita tanto la presumpción como la pusilanimidad. Cuéntase que los sacerdotes de Thoth en el templo de Hermópolis Magna guardavan en sus archivos no solo las memorias de los éxitos y glorias de los Pharaones, mas también y muy especialmente las memorias de los desastres y tragedias que havían afflicto al reino, juzgando (y con razón) que de los males passados se aprendían lecciones más útiles que de los triumphos, pues el éxito muchas vezes enseña sobervia, mas el fracasso enseña humildad y prudencia.


Colophón

Assí, este antiguo tratado, salvado por la Divina Providencia del fuego que consumió tantos saberes en aquella Bibliotheca de Alexandria que fue maravilla del mundo antiguo, cumple su función si ayuda a quien lo lee a ver con mayor claridad la estructura del yerro y la tragedia, y a reconocer en su propria vida y en la de su comunidad los patrones que conducen al mal. No promete perfección ni invulnerabilidad, pues tales promessas serían falsas e imprudentes, contrarias a la doctrina christiana que enseña nuestra radical dependencia de la Gracia divina. Promete solamente lo que es possible en este valle de lágrimas: comprehensión más profunda de nuestra condición de criaturas falibles que han de obrar en la escuridad parcial, y con essa comprehensión, possibilidad de obrar con mayor sabiduría y menor daño ante los inevitables yerros que nuestra naturaleza finita nos impone. Que esta sea recompensa suficiente para quien ha tenido paciencia de leer hasta el final, y que Dios Nuestro Señor, en cuya luz no hay tinieblas ni yerro alguno, nos conceda la Gracia de obrar con prudencia en este mundo y merecer la Gloria del otro donde no havrá más llanto ni tragedia.

He completado este sumario según mis capacidades y según mi comprehensión del texto latino, que reconozco puede ser imperfecta como toda obra humana después de la Caída. Muchas noches he passado en vela estudiando este tratado, consultando con hermanos de nuestra Compañía más doctos que yo en lenguas antiguas, y rezando para que el Espíritu Santo iluminara mi entendimiento en la tarea que se me encomendó. He procurado reducir un volumen de más de trezientas páginas a este breve sumario sin traicionar el sentido original, lo qual no es empresa pequeña ni fácil, pues como dize el refrán castellano: "lo bueno, si breve, dos vezes bueno", mas también es verdad que abreviar sin mutilar requiere grande arte y juizio.

Ofrezco este trabajo a la consideración de mis superiores en la Compañía de Jesús, especialmente a nuestro Padre Provincial que me encomendó esta tarea confiando en mi diligencia más que en mi talento. Ofrézcolo también a todos los varones doctos que quisieren leerlo con ánimo caritativo, rogándoles que si hallaren en él algún yerro de traducción o interpretación, lo corrijan con mansedumbre y me instruyan en lo que devo emendar, pues ningún hombre es tan sabio que no pueda aprender de otros, ni tan perfecto que no necessite corrección. Y si hallaren que algo de provecho ay en este trabajo, sea toda la gloria para Dios Nuestro Señor, de quien viene toda sabiduría verdadera y sin quien nada bueno podemos hazer.

He puesto particular cuidado en que esta doctrina del yerro y la tragedia se entienda dentro del marco de nuestra Santa Fe Cathólica, y no como doctrina separada o contradictoria a ella. Pues bien es verdad que el tratado original fue escrito por un philósopho gentil que no coñoció la luz del Evangelio, mas ello no impide que contenga verdades naturales que, bien entendidas, confirman y complementan las verdades sobrenaturales que la Revelación nos enseña. La doctrina del Pecado Original nos enseña que el hombre, después de la Caída, quedó inclinado al mal y al yerro; esta doctrina antigua sobre la falibilidad humana no contradize aquella enseñança sino que la ilustra con observaciones detalladas sobre cómo se maniffiesta nuestra naturaleza caída en lo cotidiano de nuestras vidas.

Si este pequeño trabajo puede ser de alguna utilidad para prevenir males y ayudar a los hombres a vivir con mayor prudencia—especialmente a nuestros hermanos missioneros que han de gobernar comunidades de neóphitos en tierras remotas, y a todos aquellos que tienen cargo de almas—entonces todo el esfuerço y los desvelos havrán valido la pena. Mas si resultare que he yerrado en mi juizio al juzgar este tratado digno de ser resumido y divulgado, acepto con humildad la corrección de mis superiores y me someto a su juizio, reconociendo que mi entendimiento es limitado y que puedo haverme engañado en la apreciación de la utilidad de esta obra.

Ruego finalmente a Dios Nuestro Señor que, assí como permitió que este texto se salvara de las llamas que consumieron la Bibliotheca de Alexandria, assí también permita que las verdades contenidas en él sirvan para salvar almas del fuego eterno mediante la práctica de la prudencia y el reconocimiento humilde de nuestras limitaciones. Que Él, que es Luz Verdadera en la qual no hay tinieblas ni sombra de mudança, nos guíe en nuestro caminar por este mundo obscuro hasta que lleguemos a Su presencia donde toda tragedia cessa y todo llanto es enjugado. Y que la Santíssima Virgen María, Nuestra Señora, interceda por nosotros ante Su Hijo para que tengamos la Gracia de obrar con sabiduría en esta vida y merecer la Gloria de la otra.

Acabado en el Monasterio de San Sebastián, en la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de nuestra Compañía, año del Señor de mil y seiscientos y ochenta y siete.

Padre Ignacio de Gaztelu
De la Compañía de Jesús
Indigno siervo de Nuestro Señor Jesu-Christo


Nota del Autor-Traductor: Acerca de la Historia deste Documento y las Razones que me Movieron a su Reducción

Llegó este singular tratado a mis manos por medio de nuestro Padre Provincial, quien lo recibiera de un anticuario de conocida probidad y trato honesto con nuestra Orden. Refirió el mercader que el texto latino había sido trasladado de un original griego, rescatado por un guarda de aquel espantoso incendio que consumió la Gran Bibliotheca de Alexandria. Este, siendo iletrado mas no falto de entendimiento para conocer el valor de los volúmenes, vendió varios textos salvados del fuego a un mercader syrio que traficaba en el puerto, el qual los transportó por las aguas del Mare Nostrum hasta la ciudad de Venecia, donde un docto varón los vertió al latín en tiempos del Dux Enrico Dandolo.

El manuscrito latino pasó después a la bibliotheca del Monasterio de Cluniacum, donde permaneció olvidado entre volúmenes de theologia y exposiciones de las Sagradas Escrituras hasta que un hermano archivista, hombre diligente y curioso, lo descubrió durante aquella reorganización que el Abad mandara hazer para mayor gloria de Dios y provecho de los studiosos. Reconociendo el valor que para la instrucción de muchos pueblos tenía este saber, los monjes encargaron traslados a la lengua francesa, a la alemana y a la italiana, con esperanza de que sus enseñanzas pudiesen servir a toda la Christiandad. Mi Superior, considerando la utilidad deste conocimiento para nuestros hermanos que trabajan en las missiones de las Indias Occidentales y Orientales, me encomendó componer este sumario en nuestra lengua, tarea que he cumplido no sin grande trabajo, procurando la mayor fidelidad possible al sentido que el texto original encierra.

Aunque el texto original refiriese a los falsos dioses del Egypto y de Grecia, sus observaciones sobre cómo los hombres yerran y cómo sus yerros se encadenan hasta producir grandes males, son verdades universales que no contradicen nuestra Fe sino que la confirman.

¿Qué es, en efecto, la doctrina del Pecado Original sino el reconocimiento de que nuestra naturaleza, después de la Caída de nuestros primeros padres, quedó inclinada al yerro y a la falta? ¿Qué nos enseñan los Santos Padres de la Iglesia sino que debemos reconocer nuestra flaqueza y nuestra ignorancia, y no confiar en nuestras propias fuerças sino en la Gracia divina? Somos criaturas limitadas, nuestro entendimiento es corto, nuestras passiones nos ciegan, y solo mediante la humildad y el reconocimiento de nuestros límites podemos aspirar a obrar con prudencia. Hízelo pensando especialmente en nuestros missioneros que han de llevar la luz del Evangelio a tierras remotas, donde han de tratar con pueblos diversos y donde la comprensión de cómo los yerros se propagan entre los hombres puede ayudarles a prevenir conflictos y desaventuras. Pensé en los superiores de órdenes religiosas, en los gobernadores de pueblos y ciudades, y en todos aquellos que tienen a su cargo el gobierno de otros, pues a todos ellos puede servir de provecho entender cómo pequeños yerros, si no son conocidos y corregidos a tiempo, pueden crecer hasta convertirse en grandes tragedias.

Ruego a Dios Nuestro Señor que, si este pequeño trabajo puede ser de alguna utilidad para prevenir males y ayudar a los hombres a vivir con mayor prudencia, sea toda la gloria para Él, pues del hombre no viene sino el yerro, y solo de Dios viene toda sabiduría verdadera.


Luego de esta lectura en Castellano cervantino, sentí la necesidad de conectarla con nuestra contemporaneidad. Para ello recurro a un truco quizás no demasiado original, pero pertinente: la letra de la canción de los Beatles “Dear Prudence” y un link a YouTube para quienes no la conozcan ejecutada, especialmente para los jóvenes que van quedando cada vez más distanciados de esos faraones del rock, así como la Humanidad fue perdiendo rastro de lo valioso que haya podido heredar del Antiguo Egipto.


Dear Prudence (1968)

Dear Prudence, won't you come out to play?
Dear Prudence, greet the brand new day
The sun is up, the sky is blue
It's beautiful and so are you
Dear Prudence, won't you come out to play?
Dear Prudence, open up your eyes

Dear Prudence, see the sunny skies
The wind is low, the birds will sing
That you are part of everything

Dear Prudence, won't you open up your eyes?
Look around, round (round, round, round, round, round, round, round)
Look around, round, round (round, round, round, round, round, round, round)
Look around

Dear Prudence, let me see you smile?
Dear Prudence, like a little child
The clouds will be a daisy chain
So let me see you smile again

Dear Prudence, won't you let me see you smile?
Dear Prudence, won't you come out to play?
Dear Prudence, greet the brand new day
The sun is up, the sky is blue
It's beautiful and so are you
Dear Prudence, won't you come out to play?

Compositores: Paul Mccartney / John Lennon. Letra de Dear Prudence © Sony/atv Tunes Llc, Mpl Communications Inc

https://youtu.be/M-2lMstw6qs?si=U90FT8MNOGrohIO-

23.11.25

Conversación en la Taquería: Conectando cine, tacos y narcisismo

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales, incluyendo selección de imágenes)
Claude Sonnet 4.5 (textos)

William N. me envió varias notas de voz. Transcribirlas sería absurdo. He preferido contarles a mi manera lo que le sucedió recientemente, porque esta historia merece más de contexto y atmósfera que la que permitiría lo que una grabación de WhatsApp proporciona.

William es uno de esos amigos cuya agenda parece diseñada por algún algoritmo de optimización social: siempre está en el lugar indicado, conociendo a la persona indicada, en el momento indicado. No es casualidad. William ha construido durante décadas una red de contactos que abarca desde Silicon Valley hasta los círculos culturales y de negocios de América Latina y Europa. Es empresario, es profesor en la Universidad de California en Berkeley, y, sobre todo, es un conversador nato. El tipo de persona que puede hablar de finanzas corporativas con un inversionista en la mañana y de música con un director de orquesta en la noche, sin que ninguno de los dos sienta que está invadiendo su disciplina improvisadamente.

México es uno de sus destinos frecuentes. Va tan seguido que ya tiene lugares favoritos en Ciudad de México, rutas predilectas, un mapa mental que solo construyen quienes han dejado de ser turistas para convertirse en algo intermedio entre visitante habitual y residente temporal.

Esta vez, como tantas otras, William estaba en la ciudad por asuntos de negocios. Lo que no esperaba era recibir, una tarde de mediados de julio, un mensaje de WhatsApp de Guillermo del Toro.

Se conocían de un encuentro anterior en un festival de cine en Guadalajara, uno de esos eventos donde las conversaciones en los pasillos son más valiosas que las proyecciones oficiales. Del Toro había quedado impresionado por los comentarios de William sobre la relación entre narrativa cinematográfica y arquitectura de software. Habían intercambiado contactos, como se hace en estos casos, sin saber bien si volverían a cruzarse.

El mensaje era directo: "William, si te encuentras en México estos días, te invito a una función privada de mi nueva película: Frankenstein. Es para un grupo muy pequeño. Es mañana por la noche. ¿Te animas?"

William respondió que sí sin pensarlo dos veces.

El Cine Tonalá no es un lugar que encontrarías buscando "cines en Ciudad de México" en Google Maps, con expectativas convencionales. Ubicado en la calle Tonalá 261, en plena Roma Sur, es uno de esos espacios multiculturales que definieron el renacimiento cultural del barrio en la última década. Por fuera parece una casona cualquiera. Por dentro es bar, restaurante, sala de proyección, escenario de teatro, espacio de exposiciones y refugio de cinéfilos que huyen de las salas comerciales.

Su programación es deliberadamente excéntrica: cine independiente europeo, documentales experimentales, funciones de medianoche de terror de culto, directores mexicanos alternativos que no encontrarían pantalla en ningún otro lugar. Es exactamente el tipo de sitio donde un director como Del Toro elegiría hacer un pre-estreno íntimo.

Cuando William llegó esa noche, la pequeña sala ya estaba ocupada por una veintena de personas. Había caras del mundo del cine mexicano, críticos especializados, un par de académicos de la UNAM. Del Toro lo saludó efusivamente y lo presentó brevemente: "William es profesor en Berkeley, pero sobre todo es alguien que piensa el cine de formas que me sorprenden."

La película comenzó. Dos horas después, cuando terminaron los créditos, había un silencio denso en la sala. No el silencio incómodo de quien no sabe qué decir, sino el silencio pesado de quien acaba de presenciar algo que requiere tiempo para procesarse.

Del Toro agradeció a todos por acompañarlo, respondió un par de preguntas generales, y luego, como quien hace una invitación espontánea pero calculada, dijo: "Algunos vamos a ir a comer algo cerca. Quien quiera sumarse, bienvenido."

El grupo se redujo a seis personas. Caminaron las pocas cuadras hasta la Taquería Orinoco, en Álvaro Obregón 179, Roma Norte. Es de esas taquerías que los defeños recomiendan con orgullo: auténtica sin ser pretenciosa, popular sin ser descuidada, llena a cualquier hora porque la comida es realmente buena. Tacos de guisado que respetan las recetas tradicionales, salsas que no necesitan gritar para hacerse notar, ese equilibrio perfecto entre simplicidad y sabor que define lo mejor de la comida mexicana.

Se sentaron en una mesa larga al fondo. Llegaron las órdenes: tinga, picadillo, rajas con queso, nopales. Cervezas. Aguas frescas. El ruido ambiental de la taquería creaba una intimidad paradójica, ese fenómeno donde el bullicio ajeno hace que tu propia conversación se sienta más privada.

La conversación comenzó, como suele ocurrir después de ver una película, con comentarios generales sobre actuaciones, fotografía, decisiones narrativas. Pero eventualmente, como era inevitable, llegaron al tema de fondo.

Del Toro dijo: "Tú, William, que piensas tanto estas cosas, ¿qué te pareció?"

William masticó su taco de tinga, tomó un trago de su cerveza, y dijo: "Es poderosa. Visualmente impresionante. La relación padre-hijo está muy bien construida." Hizo una pausa. "Pero tengo una lectura diferente de la que imagino es tu intención."

"Cuéntame," dijo Del Toro, inclinándose ligeramente hacia adelante con esa curiosidad genuina que caracteriza a los buenos directores.

"Tú planteas Frankenstein como una crítica del romanticismo a la racionalidad científica deshumanizada, ¿no?" dijo William. "Victor Frankenstein como el científico que juega a ser Dios, que viola los límites naturales, y la Criatura como consecuencia de esa arrogancia. Una advertencia sobre los peligros de la ciencia sin ética."

Del Toro asintió. "Sí, ese es el corazón. Cuando leí el libro a los 11 años, me di cuenta de que Jesucristo era Frankenstein. Una creación abandonada por su creador, rechazada por el mundo, sufriendo por existir. La Criatura es Cristo invertido: en lugar de redimir, destruye. Pero ambos son hijos no deseados buscando el amor del padre."

William sonrió. "Es una lectura hermosa. Pero yo creo que Frankenstein no es solo Cristo. Frankenstein somos todos."

Hubo un silencio. Los otros en la mesa dejaron de masticar.

"Explícate," dijo Del Toro.

"Victor Frankenstein toma partes de cadáveres, las ensambla, y crea vida," comenzó William. "Nosotros, cada uno de nosotros, somos creados exactamente igual. No de forma literal, claro, pero sí conceptualmente. Cuando un embrión se forma, está siendo 'ensamblado' a partir de instrucciones genéticas heredadas. Esas instrucciones no son nuestras, son de nuestros ancestros. Algunos vivos, la mayoría muertos."

Del Toro lo miraba fijamente.

"Tenemos dos padres," continuó William. "Cuatro abuelos. Ocho bisabuelos. Dieciséis tatarabuelos. La red de ancestros crece exponencialmente hacia atrás. Cada uno de ellos contribuyó fragmentos de información genética que terminaron en ti, en mí. Somos mosaicos de partes heredadas. Frankenstein fue hecho de brazos, piernas, órganos de distintos muertos. Nosotros fuimos hechos de genes de ancestros distintos, la mayoría ya extintos."

"La embriología como laboratorio de Victor Frankenstein," murmuró uno de los críticos en la mesa.

"Exacto," dijo William. "Y va más allá. Esas instrucciones genéticas no son solo de nuestros abuelos. Van mucho más atrás. Tenemos genes que vienen de cuando éramos peces, de cuando éramos reptiles, de formas de vida que existieron hace millones de años. Esos genes todavía están ahí, algunos silenciados, otros reinterpretados. Llevamos dentro las instrucciones para hacer escamas, para hacer cola, para hacer un montón de cosas que ya no usamos. Somos bibliotecas ambulantes de todas las formas de vida que nos precedieron."

Del Toro se recargó en su silla. "Entonces tu lectura es que Mary Shelley, sin saberlo, escribió una metáfora perfecta de la herencia genética."

"Sí," dijo William. "Pero no solo eso. También escribió sobre la angustia existencial de saberte ensamblado. La Criatura sufre porque sabe que no es 'natural', que fue construida, que es un artefacto. ¿No sentimos todos algo de eso cuando descubrimos que somos portadores de traumas intergeneracionales, de genes que no elegimos, de historias familiares que no ayudamos a construir pero que nos constituyen?"

"Victor como el padre ausente que no asume la responsabilidad de lo que creó," añadió uno de los académicos. "Igual que muchos padres biológicos. Te dieron genes, te ensamblaron, pero luego te abandonaron a tu suerte."

"Pero hay algo más inquietante," dijo William, pidiendo otra ronda de tacos. "Si Frankenstein somos todos, entonces Victor Frankenstein también somos todos. Porque ahora, con CRISPR y edición genética, nosotros sí podemos ser el doctor Frankenstein. Ya no solo heredamos pasivamente, podemos diseñar activamente. La pregunta de Mary Shelley ya no es solo filosófica, es práctica: ¿qué pasa cuando el creador y la criatura se encuentran cara a cara?"

Del Toro se quedó callado un largo momento. Luego dijo: "Nunca lo había pensado así. Siempre vi a Victor como el científico arrogante, pero tienes razón. Todos somos Victor en potencia ahora. Y todos seguimos siendo la Criatura, ensamblados de partes que no elegimos."

"Lo que me lleva a otra cosa," dijo William. "Hay una dimensión psicológica en Frankenstein que creo que no se ha explorado suficientemente."

"¿Cuál?" preguntó Del Toro.

"El narcisismo," respondió William. "Victor Frankenstein es un narcisista grandioso clásico. Cree que las reglas no aplican para él, que puede trascender los límites de la naturaleza, que él solo descubrirá lo que nadie ha descubierto. Y cuando su fantasía colapsa, cuando la Criatura no es la maravilla que imaginó, Victor no asume responsabilidad. Huye. Se victimiza. Culpa. Ese es el ciclo narcisista completo: inflación grandiosa, fracaso, colapso, victimización."

"¿Y la Criatura?" preguntó uno de los críticos.

"Ah, la Criatura es el narcisista vulnerable perfecto," dijo William. "Sufre genuinamente, es realmente rechazado, pero usa ese sufrimiento para justificar cualquier atrocidad. 'Soy malicioso porque soy miserable.' No es una explicación, es una licencia para matar. El vulnerable no asume responsabilidad porque siempre puede culpar a quien lo hirió primero."

Del Toro lo miraba con una mezcla de fascinación y sorpresa. "Nunca pensé en Frankenstein como un estudio del narcisismo."

"Yo creo que Mary Shelley capturó, sin tener el lenguaje psicológico moderno, los tres tipos principales de narcisismo: el grandioso, el vulnerable, y..."

"¿Y?" preguntó Del Toro.

"El vicario," dijo William. "Los que habilitan al narcisista. Alphonse Frankenstein, el padre de Victor, es el vicario perfecto. No interviene, no cuestiona, no establece límites. Su forma de habilitar la grandiosidad de Victor es precisamente su ausencia. Y la universidad, los profesores, la sociedad ginebrina entera. Todos son vicarios institucionales que apoyan al narcisista dándole herramientas, para que las use a su antojo, sin cuestionamiento ético."

La conversación se extendió otra hora. Hablaron de epigenética, de trauma intergeneracional, de libre albedrío versus determinismo genético, de si la Criatura pudo haber elegido no asesinar. Los tacos seguían llegando. Las cervezas también.

Finalmente, pasada la medianoche, el grupo se disolvió. Del Toro y William intercambiaron un abrazo en la calle.

"Me diste mucho en qué pensar," dijo Del Toro. "Deberías escribir sobre esto."

"Tal vez lo haga," respondió William.

Se despidieron. Cada quien tomó su Uber.

Pero William sí lo hizo. Durante las siguientes semanas, cuando regresó a Berkeley, no podía quitarse de la cabeza la conversación en la taquería. Decidió hacer lo que mejor sabe hacer: investigar.

Consiguió una copia del texto original de Frankenstein en inglés. Lo leyó con atención analítica, no como lector casual. Y se le ocurrió algo: ¿qué pasaría si analizara lingüísticamente el uso del modo subjuntivo en los personajes? El subjuntivo es el modo gramatical de lo irreal, de lo que debería ser o hubiera sido. ¿Podrían ser los verbos conjugados de esa forma un marcador del narcisismo?

Diseñó un análisis computacional. Escribió código en Python para detectar patrones lingüísticos. Clasificó a los personajes. Los resultados lo sorprendieron: Victor Frankenstein usaba el subjuntivo 174 veces. Elizabeth, 27 veces. La proporción era abismal.

Escribió dos reportes. El primero, cuantitativo: frecuencias, porcentajes, distribuciones estadísticas. El segundo, cualitativo: análisis psicológico de cada personaje, momentos de transformación, la trampa existencial del subjuntivo como destino.

Cuando terminó, tenía un paper académico completo con dos reportes anexos: un análisis lingüístico-cuantitativo y un análisis cualitativo-narrativo del narcisismo en Frankenstein.

Retomó por WhatsApp la conversación con Del Toro. Le envió un resumen de sus hallazgos. "¿Recuerdas nuestra conversación en la taquería? Lo investigué. El narcisismo está literalmente codificado en el lenguaje de los personajes. Mary Shelley lo capturó sin saberlo."

Del Toro respondió horas después: "Increíble. Me encantaría leer eso completo. Me diste una perspectiva totalmente nueva. De hecho, te cuento algo: mi próxima película va a abordar el mito de Narciso, pero con un tratamiento contemporáneo de los personajes. Después de nuestra conversación, tengo clarísimo cómo quiero hacerla."

William le deseó suerte. Y luego, porque somos amigos desde hace años y sabe que este tipo de temas que combinan arte y ciencia me obsesionan, me envió notas de voz y los archivos de los dos reportes.

El primero es un análisis lingüístico-cuantitativo de narcisismo en Frankenstein, detectando patrones grandiosos, vulnerables y vicarios. El segundo es un análisis cualitativo que explora la psicología profunda de los personajes y la relación entre evolución, libre albedrío y el subjuntivo como trampa existencial. Acá van los links a la nube para quienes quieran leerlos:
Reporte 1 y Reporte 2.

Son documentos académicos rigurosos, pero también son, a su manera, la continuación de una conversación que comenzó en una taquería de la Roma después de ver una película sobre un doctor que jugó a ser Dios y creó un hijo que no podía amar.

Como dijo William esa noche: Frankenstein somos todos. Y quizás, solo quizás, entender cómo fuimos ensamblados —genéticamente, lingüísticamente, psicológicamente— nos ayude a ser mejores doctores de nosotros mismos.

 

17.11.25

LAS CARTAS DE DANERI: ¿Tiene sentido hablar de Lingüística Cuántica y Semántica Evolutiva?

LAS CARTAS DE DANERI

¿Tiene sentido hablar de Lingüística Cuántica y Semántica Evolutiva?

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales)
Claude Sonnet 4.5 (textos, referencias científicas y prompts para imágenes) / ChatGPT 5 (imágenes)


ACLARATORIA

Estas cartas aparecen por una serie de coincidencias que Borges habría llamado "fatales" y que Carlos Argentino Daneri, sin duda, habría atribuido a la semiosis ilimitada y secreta del universo.

A mediados de este año un amigo físico venezolano graduado en la USB, trabajando como migrante en un servicio de courier en Buenos Aires, encontró, entre paquetes extraviados destinados a ser destruidos y dentro de una caja de zapatos de niño marca Grimoldi bastante deteriorada, unos papeles. Al curiosear y encontrar referencias a "el punto en el sótano de Garay", su curiosidad literaria (porque además de físico teórico, es lector de Borges) lo impulsó a escanearlos antes de seguir el protocolo de destrucción. Decidió, además, hacerme cómplice de su curiosidad.

El contenido de esa caja podría agruparse en cuatro tipos:

1. Cartas en copias al carbón (todas las de Daneri a Fischer):
Era práctica común en la década de 1940 hacer copias de cartas referidas a asuntos de trabajo o similares, usando papel carbón. Daneri, meticuloso hasta la obsesión, conservó copias de las cartas a Fischer, identificables por su tono azulado y tipografía de máquina de escribir Underwood.

2. Cartas originales manuscritas (todas las de Fischer a Daneri):
Fischer envió desde Montevideo, cartas escritas a mano en papel del membrete de la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Los sobres llevan sellos postales uruguayos. La caligrafía de Fischer es pequeña, apretada, con correcciones frecuentes en forma de palabras tachadas, no borradas.

3. Un borrador no enviado (la Carta VI, fragmentaria):
Este documento requiere explicación especial. Es un borrador manuscrito de Fischer, inconcluso, en papel arrancado de un cuaderno. Al reverso, Daneri escribió: "Fischer me dio esto antes de cruzar el Río de la Plata de vuelta, cuando vino a ver el Aleph en agosto de 1942. Después de contemplarlo dos horas, lo escribió aquí, en mi casa. Salió temblando y tomó el vapor de regreso esa misma noche, luego de entregármelo sin despedirse."

4. Un apéndice a las cartas (escrito por Adolfo Bioy Cáceres)
Este papel fue agregado por quien “salva” la caja, en un intento de conservar algo que incomprensiblemente fue descartado por su legítimo dueño.


CARTA I

Carlos Argentino Daneri al Dr. Juan Martín Fischer
Buenos Aires, 17 de agosto de 1941
Calle Garay 3007

Estimado Doctor Fischer,

Usted me preguntó, en nuestra última conversación en el Café Tortoni (cuando vino a Buenos Aires para aquel congreso en julio), por qué insisto en que cada palabra de mi poema La Tierra debe leerse simultáneamente en todos sus sentidos posibles. Permítame confesarle algo que no he revelado ni siquiera a Borges, quien se burla sistemáticamente de mis innovaciones métricas.

En el sótano de esta casa de la calle Garay - propiedad que perteneció a mi prima Beatriz Viterbo, de imperecedera presencia en mis recuerdos - existe un punto del espacio que contiene todos los puntos. Algunos que lo han visto lo llaman Aleph, por la letra hebrea que simboliza el infinito enumerativo. No voy a describir aquí ese objeto abominable y perfecto; ya lo haré en su momento, si la prudencia me lo permite.

Lo que quiero compartir con usted es otra cosa, Doctor Fischer. Algo que creo que ese punto me reveló sobre la naturaleza del lenguaje.

Cuando escribo ROSA, la palabra no denota solamente la flor preferida de los poetas mediocres. En ese instante de inscripción gráfica, ROSA contiene simultáneamente:

  • RASO (por mutación de una de las vocales)
  • OSA (por sustracción del principio)
  • AROS (por permutación circular)
  • ORAS (por añadidura de morfema)
  • Y ASOR (por inversión especular)

Todas estas palabras existen al mismo tiempo en ROSA, hasta que el ojo del lector efectúa una observación que colapsa las posibilidades en un significado único.

Usted, que ha estudiado la nueva física de Heisenberg y Bohr, reconocerá en esto algo análogo a lo que llaman "superposición de estados". ¿No le parece que las palabras tienen algo parecido a como se comportan las partículas elementales en Física?

Le ruego me escriba. Espero ansioso su respuesta desde Montevideo. Tengo la certeza de que esto no es una fantasía de poeta, sino una exploración fundamental de territorios en los que podemos encontrarnos para trabajar conjuntamente.

Su servidor,
Carlos Argentino Daneri


CARTA II

Dr. Juan Martín Fischer a Carlos Argentino Daneri
Montevideo, 3 de septiembre de 1941
Facultad de Ingeniería, Universidad de la República

Querido Daneri,

Su carta del 17 de agosto me llegó hace tres días (el correo entre nuestras ciudades sigue siendo caprichoso). Me ha perturbado más de lo que imagina. Llevo tres noches sin dormir bien, no por el "punto mágico" del sótano que usted menciona (el cual lo atribuyo a los efectos del coñac y la sugestión literaria), sino por su intuición sobre las palabras.

Permítame explicarle por qué esto me inquieta.

En 1927 participé como estudiante avanzado en el Congreso de Solvay, donde presencié los debates entre Einstein y Bohr sobre la interpretación de la mecánica cuántica. La pregunta central era: ¿existe la realidad independientemente de la observación?

Heisenberg formuló su Principio de Incertidumbre: no podemos conocer simultáneamente la posición y el momento de una partícula. Pero esto no es simple ignorancia; es una propiedad fundamental de la realidad. Antes de la medición, la partícula realmente existe en múltiples estados a la vez.

Ahora usted propone algo análogo para las palabras. Déjeme formalizarlo:

ANALOGÍA ESTRUCTURAL

Sistema Físico (Átomo)

Sistema Lingüístico (Palabra)

Núcleo (protón/neutrón)

Raíz/Lexema

Electrones orbitales

Morfemas flexivos

Fuerza nuclear fuerte

Cohesión silábica

Fuerza nuclear débil

Fronteras entre morfemas

Estado cuántico superpuesto

Potencial semántico

 

Su palabra ROSA sería entonces un sistema con:

  • Núcleo: ROS- (raíz)
  • "Electrones": -A (morfema de género)
  • Estados superpuestos: {rosa, raso, osa, ora, aros...}

La pregunta física sería: ¿En qué momento colapsa esta superposición? ¿Es el acto de leer una verdadera medición cuántica?

Esto me lleva a una especulación más arriesgada. Si las palabras tienen estructura cuántica, entonces el significado no reside en las palabras mismas sino en la interferencia entre las expectativas del lector y las palabras del texto.

Como en el experimento de Young con doble rendija: el patrón de interferencia desaparece cuando observamos por cuál rendija pasa el fotón. Análogamente, ¿el significado "desaparece" cuando intentamos analizarlo demasiado?

Propóngame un experimento. Necesito datos empíricos, no son suficientes las visiones poéticas.

Dr. J.M. Fischer
Profesor Asociado, Instituto de Física


CARTA III

Carlos Argentino Daneri al Dr. Juan Martín Fischer
Buenos Aires, 12 de enero de 1942

Estimado Fischer,

¡Su carta me ha electrizado! Perdone la demora en responder; he estado ocupado diseñando el experimento que usted solicitó.

He aquí mi protocolo:

EXPERIMENTO SOBRE DENSIDAD CUÁNTICA DEL LENGUAJE

Hipótesis: Textos con mayor proporción de "fuerzas semánticas fuertes" (grupos consonánticos, diptongos, palabras polimorfémicas) producen en los lectores una sensación mensurable de "peso" o "resistencia cognitiva".

Materiales:

  • Texto A: Fragmento de Soledades de Góngora (1613). Seleccioné los versos:

"Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
—media luna las armas de su frente,
y el Sol todos los rayos de su pelo—"

  • Texto B: Instrucciones de uso del calefón marca "Orbis", recién comprado para esta casa.

Método: He pedido a ocho lectores (profesores de la Facultad de Filosofía y Letras) que lean ambos textos y los califiquen según:

  1. Dificultad (escala 1-10)
  2. "Peso" o "densidad" percibida (1-10)
  3. Tiempo de lectura
  4. Número de relecturas necesarias

Además, yo mismo analicé la estructura interna:

TEXTO A (Góngora):

  • "FLORIDA": FL- (fuerza fuerte), -O-, -RI-, -DA
  • "MENTIDO": MEN- (fuerza fuerte), -TI-, -DO
  • "ROBADOR": Tres sílabas con ataques consonánticos fuertes
  • Índice de Fuerzas Fuertes (IFF): 73% de las letras en posiciones de alta cohesión

TEXTO B (Instrucciones):

  • "Gire la llave de paso"
  • "Espere tres minutos"
  • Palabras simples: GI-RE, LLA-VE, PA-SO
  • IFF: 12%

Resultados preliminares:

  • Góngora: Promedio de "peso" = 8.3/10
  • Instrucciones: Promedio de "peso" = 2.1/10
  • Tiempo de lectura: Góngora 3x más lento
  • Relecturas: Góngora promedio 2.3 veces, Instrucciones 1 vez

Fischer, he medido algo. No sé qué, pero lo he medido.

Propongo que esto que llamo IFF sea análogo a la densidad nuclear en física. Textos con alto IFF son como núcleos pesados: estables pero densos, difíciles de "fisionar". Textos con bajo IFF son como gases nobles: atraviesan la mente sin resistencia.

Pero falta algo en mi teoría. No logro explicar por qué un verso simple de Antonio Machado ("Caminante, no hay camino") tiene bajo IFF pero alto impacto emocional. ¿Existe otra variable?

Aguardo su respuesta con ansiedad.

C.A. Daneri


CARTA IV

Dr. Juan Martín Fischer a Carlos Argentino Daneri
Montevideo, 8 de febrero de 1942

Querido Daneri,

Su experimento es metodológicamente defectuoso (muestra pequeña, falta de grupo de control y sesgo de selección), pero los resultados son... inquietantes.

Permítame introducir conceptos que creo resolverán su paradoja de Machado.

En física cuántica distinguimos entre:

  1. Propiedades estructurales (masa, carga, spin)
  2. Propiedades dinámicas (energía cinética, momento)

Análogamente, propongo que el lenguaje tiene:

  1. DENSIDAD CUÁNTICA (su IFF): Estructura interna, cohesión morfológica
  2. VALENCIA SEMÁNTICA: Potencia de interacción con el lector

Su error es asumir que ambas propiedades se correlacionan. No es así.

Góngora tiene alta densidad Y alta valencia (por su complejidad metafórica).
Las instrucciones tienen baja densidad Y baja valencia (puramente denotativas).
Pero Machado tiene baja densidad Y alta valencia.

¿Cómo? Por el fenómeno que en física llamamos resonancia. En 1940, el puente de Tacoma Narrows en EEUU, colapsó porque el viento generó una frecuencia que coincidió con la frecuencia natural del puente. Pequeñas fuerzas, efecto catastrófico.

Las palabras de Machado son estructuralmente simples, pero entran en resonancia semántica con experiencias universales humanas (el paso del tiempo, la mortalidad, el camino). Por eso su impacto es desproporcionado a su complejidad.

Formulo entonces dos variables independientes:

IFF (Índice de Fuerzas Fuertes): 0-100%
Mide cohesión morfológica interna

VS (Valencia Semántica): 0-10
Mide potencial de resonancia con el receptor

El IFF de un texto puede ser:

  • Alto IFF, Alta VS: Góngora, Lezama Lima
  • Alto IFF, Baja VS: Jerga técnica, neologismos vacíos
  • Bajo IFF, Alta VS: Machado, haiku japonés
  • Bajo IFF, Baja VS: Prosa periodística, listas de compras

Pero falta formalizar la VS. ¿Cómo medirla? Aquí es donde su teoría se torna verdaderamente especulativa...

Le propongo lo siguiente: La VS no reside en las palabras sino en el espacio de interferencia entre texto y lector. Como en mecánica cuántica, donde el estado del sistema no está en la partícula ni en el detector, sino en la función de onda que los conecta.

¿Me sigue? Estoy postulando que el significado es un fenómeno de interferencia cuántica.

Necesito pensar esto más cuidadosamente. Le escribiré pronto con una formulación matemática preliminar.

Por favor, mantenga esta correspondencia en privado. Mis colegas ya me consideran excéntrico por leer poesía.

J.M. Fischer

P.D.: ¿Ese "punto" en su sótano realmente existe? A veces pienso que está usted demente. Otras veces, temo que esté cuerdo. Si realmente existe, me gustaría verlo. Pero no sé si tendré el coraje de cruzar el Río de la Plata para comprobarlo.


 CARTA V

Carlos Argentino Daneri al Dr. Juan Martín Fischer
Buenos Aires, 29 de marzo de 1942

Fischer, amigo mío,

Su postdata me ha afectado más que todo el contenido técnico de su carta. Sí, el Aleph existe. Y no, no estoy demente. O quizás ambas cosas sean ciertas simultáneamente, como sus malditas partículas de Schrödinger.

La invitación está hecha. Cuando quiera venga a Buenos Aires, mi casa está abierta. Le mostraré el Aleph. Después, usted decidirá si soy un visionario o un loco.

Pero vayamos a lo importante. Su concepto de "resonancia semántica" es brillante. He estado experimentando con él.

Anoche, después de contemplar el Aleph durante dos horas (uno no mira el Aleph; uno es atravesado por él), tuve una epifanía sobre la Valencia Semántica.

LA VALENCIA SEMÁNTICA NO ES UNA PROPIEDAD DE LAS PALABRAS, SINO DE SU HISTORIA EVOLUTIVA.

Déjeme explicar con una analogía biológica. Un depredador (el tigre) tiene alta valencia en el ecosistema porque su presencia afecta a múltiples especies. Una hoja de pasto tiene baja valencia; desaparece sin consecuencias sistémicas.

Del mismo modo, ciertas palabras son "depredadoras semánticas": tienen alta valencia porque han "sobrevivido" miles de años de uso, acumulando significados, connotaciones, resonancias culturales.

Compare:

  • MUERTE: Palabra antigua, presente en todas las lenguas indoeuropeas, cargada de significado ritual, religioso, existencial. VS = 10
  • DECESO: Eufemismo moderno, técnico, sin carga emocional. VS = 3

Ambas denotan lo mismo. Pero MUERTE es un depredador semántico que ha "devorado" siglos de uso. DECESO es una palabra-presa, débil, reciente.

Propongo entonces una TEORÍA EVOLUTIVA DE LA VALENCIA SEMÁNTICA:

Las palabras compiten por sobrevivir en el ecosistema del lenguaje. Las que sobreviven son aquellas que:

  1. Tienen alta utilidad (frecuencia de uso)
  2. Tienen alta fertilidad (capacidad de generar derivados: amor→amar→amante→enamorar...)
  3. Tienen alta adaptabilidad (pueden usarse metafóricamente)

La VS de una palabra = f(edad, frecuencia de uso, fertilidad morfológica, carga metafórica)

Fischer, creo que hemos descubierto dos cosas:

  1. LINGÜÍSTICA CUÁNTICA: Las palabras tienen estructura interna análoga a átomos (IFF)
  2. SEMÁNTICA EVOLUTIVA: Las palabras evolucionan y compiten como organismos (VS)

Necesitamos un experimento que combine ambas variables. Propongo:

Seleccionar cuatro textos en una matriz 2×2:

  • Alto IFF / Alta VS: Góngora
  • Alto IFF / Baja VS: Manual técnico de ingeniería
  • Bajo IFF / Alta VS: Machado
  • Bajo IFF / Baja VS: Instrucciones del calefón

Hipótesis: El impacto total en el lector = f(IFF, VS)

¿Qué fórmula propone? ¿Suma? ¿Multiplicación? ¿Alguna función más compleja?

Le confieso que voy a escribir un ensayo sobre todo esto. Lo llamaré "El Aleph Lingüístico: Ensayo sobre la Naturaleza Cuántica del Verbo". Por supuesto, lo publicaré bajo mi nombre, pero le daré crédito por las formalizaciones físicas.

Espero su respuesta. Y espero, si el coraje no le falta, su visita.

Carlos Argentino

P.D.: Cuando Borges vino le mencioné tangencialmente nuestras teorías. Se rio y dijo: "Carlos Argentino, usted convierte la física en metáfora y la metáfora en física. Es un talento singular." No supe si era elogio o insulto. Con Borges, nunca se sabe.


CARTA VI (FRAGMENTO)

Dr. Juan Martín Fischer - Borrador inconcluso
Buenos Aires, 18 de agosto de 1942
[Escrito en casa de Daneri, después de ver el Aleph]

Daneri,

Vine. Vi. Y ahora no puedo... no puedo...

Debo ser breve porque mi mano tiembla y mi mente...

He visto el Aleph. Usted no mentía. No está loco. O si lo está, yo también lo estoy ahora.

Dos horas contemplándolo. Vi todo. TODO. Cada punto del espacio. Cada momento del tiempo. Vi la muerte de mi madre que aún no ha ocurrido. Vi el origen del universo. Vi mi propia muerte en una calle de Montevideo en... no debo escribir la fecha.

Y vi las palabras. Todas las palabras. Todas a la vez.

Vi AMOR conteniendo ROMA conteniendo RAMO conteniendo MORA conteniendo... y cada una de estas palabras se desplegaba en todas sus instancias: cada vez que alguien ha dicho "amor", cada vez que alguien lo dirá, cada amor que ha sido y será...

Usted tenía razón. Las palabras existen en superposición. Pero no es una metáfora, Daneri. Es LITERAL. Cada palabra contiene un universo completo de significados.

Y el lector... el lector no "colapsa" la función de onda semántica. El lector es

[El fragmento termina aquí abruptamente]

 [Primera nota manuscrita de Daneri al reverso]:

"Fischer llegó en el vapor de las 9 AM del 18 de agosto. Lo llevé directo al sótano. Estuvo dos horas mirando el Aleph. Cuando subió estaba pálido, sudoroso. Me pidió papel y pluma. Escribió esto temblando, a veces llorando, mientras le preparaba un mate. De pronto se detuvo, dejó la pluma, y dijo: 'No puedo. No debo. Esto no debería existir.' Tomó el vapor de las 8 PM de regreso a Montevideo. Cada palabra es un aleph diminuto. - C.A.D., ago. 1942."

Luego Daneri añadiría la segunda nota, ya reseñada al principio.


CARTA VII

Carlos Argentino Daneri al Dr. Juan Martín Fischer
Buenos Aires, 31 de agosto de 1942

Fischer, querido amigo ausente,

Han pasado varios meses desde su visita. Creo que nunca leerá esta carta, pero la escribo igual, porque necesito completar lo que comenzamos juntos.

Le escribo porque destruirán esta casa. La municipalidad, con esa eficiencia burocrática que caracteriza al progreso, ha decidido que aquí debe levantarse un edificio de departamentos. Me han dado plazo hasta mañana, 1º de septiembre, para desalojar.

Esta noche pasé tres horas en el sótano. Probablemente sea la última vez que contemple el Aleph. Borges estuvo aquí hace unos días (vino a despedirse, aunque fingió que venía por otros motivos). Le mostré el punto. Lo vio. Sé que lo vio, aunque después lo negará en sus escritos. Los escritores siempre roban y luego niegan.

Pero no le escribo para quejarme de Borges, sino para compartirle mi teoría completa. La he terminado. Aunque nadie la publique, aunque se pierda con esta casa, quiero que al menos exista por escrito.

Acá va:

TEORÍA UNIFICADA DE LINGÜÍSTICA CUÁNTICA Y SEMÁNTICA EVOLUTIVA
por Carlos Argentino Daneri (con asistencia técnica del Dr. J.M. Fischer)

I. POSTULADOS FUNDAMENTALES

  1. Postulado de Superposición Semántica: Toda palabra existe simultáneamente en múltiples estados significativos hasta que el acto de lectura colapsa la función de onda semántica en un significado único contextual.
  2. Postulado de Complementariedad: Una palabra no puede ser analizada simultáneamente en su aspecto formal (significante) y su aspecto semántico (significado) con precisión arbitraria. A mayor precisión en uno, menor en el otro. (Análogo al Principio de Incertidumbre de Heisenberg)
  3. Postulado de No-Localidad: El significado de una palabra en un texto está entrelazado cuánticamente con todas las demás palabras del texto. Modificar una palabra altera instantáneamente el significado de todo el conjunto.

II. ESTRUCTURA ATÓMICA DE LA PALABRA

Definimos la palabra W como un sistema cuántico con:

Núcleo (N): Raíz léxica
Electrones (E): Morfemas flexivos y derivativos
Campo semántico (Φ): Espacio de significados posibles

Fuerzas de cohesión:

  • F_fuerte: Une letras dentro de una sílaba (0.8-1.0 unidades arbitrarias)
  • F_débil: Une sílabas entre sí (0.2-0.4 UA)

Índice de Fuerzas Fuertes (IFF):
IFF = ((Σ letras en grupos consonánticos + Σ letras en diptongos) / total de letras) × 100%

Ejemplo:
AMOR: A-MOR

  • "M-O-R" en misma sílaba: 3 letras con F_fuerte
  • IFF = 3/4 = 75%

III. DINÁMICA EVOLUTIVA

Cada palabra W tiene asociadas tres propiedades evolutivas:

α (alfa) - Fitness de supervivencia: Medida por frecuencia histórica de uso
β (beta) - Fertilidad morfológica: Número de derivados viables
γ (gamma) - Carga metafórica: Capacidad de uso figurado

Valencia Semántica (VS):
VS = f(α, β, γ, t)

donde t = tiempo de existencia en la lengua (en siglos)

Ejemplos calibrados:

Palabra

α

β

γ

t

VS

MUERTE

0.95

8

0.9

30

9.8

DECESO

0.45

2

0.1

1

2.1

ÓBITO

0.30

0

0

0.5

0.8

 

IV. ECUACIÓN DE IMPACTO TEXTUAL

El impacto total I de un texto T sobre un lector L está dado por:

I = ∫[IFF(w) × VS(w) × ψ(L,w)] dw

donde:

  • La integral se toma sobre todas las palabras w en T
  • ψ(L,w) es la "función de resonancia" personal entre el lector L y la palabra w
  • Esta función ψ no es determinista; depende de la historia vital del lector

Corolario: Dos lectores distintos experimentarán impactos diferentes del mismo texto porque sus funciones ψ son diferentes. Esto explica por qué Góngora deleita a unos y aburre a otros.

V. EL EXPERIMENTO CRUCIAL

Fischer, diseñé el experimento que usted pidió. Nunca pude realizarlo (me faltaron recursos, tiempo, colaboradores). Pero aquí está el protocolo:

Matriz 2×2 de textos:

Alta VS (>7)

Baja VS (<3)

Alto IFF (>60%)

Góngora: Soledades

Manual técnico de radiotelefonía

Bajo IFF (<20%)

Machado: Proverbios y cantares

Instrucciones del calefón

 

Muestra: 100 lectores, distribución por edad, educación, profesión

Mediciones:

  1. Tiempo de lectura
  2. Escala de impacto emocional (1-10)
  3. Escala de dificultad percibida (1-10)
  4. Número de relecturas
  5. Palabras recordadas a las 24 horas
  6. Sueños reportados esa noche (!)

Predicción:

  • Alto IFF + Alta VS = máximo impacto, máxima dificultad, máximo recuerdo
  • Bajo IFF + Baja VS = mínimo en todas las variables
  • Alto IFF + Baja VS = dificultad sin recompensa (frustración)
  • Bajo IFF + Alta VS = impacto desproporcionado a la simplicidad (¡el caso óptimo!)

VI. ESPECULACIÓN FINAL

Fischer, he contemplado el Aleph miles de veces. Y he comprendido algo terrible y hermoso:

El universo entero es un texto que se lee a sí mismo.

Cada partícula es una letra. Cada átomo es una palabra. Cada molécula es una frase. Y la consciencia - esa suya, esta mía, la de cualquier ser que observe - es el acto de lectura que colapsa las infinitas posibilidades en una realidad única.

El Aleph es el punto donde todo el texto puede leerse simultáneamente. Por eso es intolerable. Por eso vuelve loco.

Y quizás - óigame bien - quizás la razón por la cual usted y yo intuimos esta conexión entre lo cuántico y lo lingüístico es porque no hay conexión que intuir: son la misma cosa.

La mecánica cuántica es la gramática del universo.
El lenguaje es la mecánica cuántica de la mente.

Destruirán el Aleph. Pero no importa. Cada palabra que escribo contiene su propio aleph diminuto. Cada palabra es un universo comprimido.

ROSA contiene todas las rosas que fueron y serán.
AMOR contiene todos los amores.
MUERTE contiene todas las muertes.

Y esta palabra que escribo ahora - ADIÓS - contiene también su propia multiplicidad: A-DIOS (hacia Dios), A-DIÓS (negación de lo divino), y por supuesto, el simple acto de despedirse.

Adiós, Fischer. Gracias por haber creído, aunque fuera brevemente, en la locura de un poeta.

Carlos Argentino Daneri
Calle Garay 3007, Buenos Aires
Última noche en este sótano.


[Nota manuscrita, letra diferente, más pequeña]

"Encontré esta carta en el escritorio de Daneri el día de la demolición. Él ya se había ido. La guardé con otras cartas que están en una caja de zapatos, pensando que algún día se las devolveré. Tal vez nunca lo haga porque intuyo que contienen algo valioso. O quizás porque soy, como todos los escritores, un ladrón. - A.B.C., septiembre 1942"


APÉNDICE

4 de septiembre de 1942: "Nota sobre el Hallazgo de las Cartas"
Por Adolfo Bioy Casares
Fragmento del diario personal - tomado de la copia de ese día, facilitada a mi diligente e insistente amigo por el nieto de Bioy, quien afortunadamente no reclamó lo escaneado ni la caja que, para entonces en 2025, ya había sido destruida.

Tres días atrás fui a la casa de Garay. No pude evitarlo. Sabía que la demolición comenzaría al mediodía, y sentí una curiosidad morbosa por ver el Aleph una última vez. Carlos Argentino había partido ya; Borges me dijo ayer que lo vio subir a un taxi con dos valijas y una expresión de derrota absoluta.

Bajé al sótano y no pude evitar encontrarme con ese olor a humedad y olvido que tienen todos los sótanos del mundo. Pero en un rincón, detrás de la escalera donde está el Aleph, vi sobre un escritorio una caja de zapatos.

Dentro: cartas. Correspondencia entre Carlos Argentino y un tal Dr. Fischer, físico de Montevideo. Las leí con creciente asombro, olvidándome de mi intención de ver el Aleph por última vez.

No sé si lo que proponen es genial o delirante. Probablemente ambas cosas. Pero hay algo en estas cartas que me perturba. Una intuición de que Carlos Argentino - pobre Carlos Argentino, a quien Borges y yo siempre consideramos un poeta mediocre y pretencioso - había vislumbrado algo real.

¿Y si tenía razón? ¿Y si las palabras realmente tienen estructura cuántica? ¿Y si el lenguaje es la física de la consciencia?

Guardaré las cartas. No se las mostraré a Borges. Él las usaría para burlarse de Carlos Argentino en algún cuento. Yo prefiero preservar este misterio.

Quizás algún día, alguien más inteligente que yo y menos cínico que Borges, descubra si hay verdad en esta locura.

[Nota al margen, añadida años después]: Nunca mostré las cartas a nadie. Las dejé en su caja de zapatos - qué apropiado - en el desván de mi casa. Mi nieto Florencio las encontrará, espero, cuando yo ya no esté. Quizás para entonces la ciencia haya avanzado lo suficiente como para determinar si Carlos Argentino era un profeta o un loco. O ambos.


NOTA 1:
El amigo me envió posteriormente, hace apenas unos días desde Argentina, estas tres aclaratorias que agrego a la historia de las cartas y su apéndice.

SOBRE EL HALLAZGO DE BIOY CASARES:
Moisés, la nota manuscrita tiene la inconfundible letra de Bioy Casares (lo comprobé revisando manuscritos de su archivo en la Biblioteca Nacional). Esto me confirma que Bioy sin duda encontró estas cartas, como él lo afirma, en un escritorio de Daneri el día de la demolición, el 1º de septiembre de 1942. Escanear las cartas preserva la ortografía y puntuación originales. Eso me pareció indispensable hacerlo porque quedaba así el registro fiel de lo que llegó a mis manos.

SOBRE EL DR. JUAN MARTÍN FISCHER
Daneri y Fischer coincidieron en algún evento rioplatense de los años 40. La correspondencia sugiere una amistad epistolar que se profundizó cuando Daneri le comentó sobre el Aleph mientras buscaba que ese interlocutor científico tomara en serio sus raras experiencias e intuiciones. Los físicos somos particularmente “permeables” a influencias de todo tipo. Moisés, no me extraña para nada que se produjera esa especie de afinidad amistosa. De hecho, algo similar sucedió entre nosotros desde que nos pusimos una vez a conversar en el 1er piso de MYS, frente a la cartelera del MFL, en los 70s.

SOBRE CARLOS ARGENTINO DANERI:
Conocido principalmente - si es que eso vale como conocer - por su breve aparición en un cuento de Jorge Luis Borges publicado en 1949. Tú sabes que Borges crea personajes ficticios de tal manera que parecen reales.

Pero la calle Garay existe y hubo una demolición del inmueble 3007 en septiembre de 1942. No sé si el inmueble había sido propiedad de Beatriz Viterbo (pero existe una persona con ese nombre, fallecida en 1929). ¿Heredaría Daneri el usufructo vitalicio de esa propiedad? Difícil de comprobar, Moisés. Pero sin duda hubo un inmueble que fue expropiado y posteriormente derrumbado en esa fecha.

Fuentes de escasa credibildad afirman que Daneri publicó algunos poemas en revistas literarias menores de los años 20 y 30 (Martín Fierro, Proa, Nosotros), pero firmados con seudónimo o como miembro de colectivos poéticos. Su obra supuestamente más ambiciosa, el poema La Tierra, el cual trabajó durante décadas, nunca se publicó en forma completa. Un fragmento apareció en la revista Sur en 1941, con una firma de solo iniciales (C.A.D.) recibiendo críticas tibias. El crítico literario Enrique Anderson Imbert lo menciona de pasada en su Historia de la Literatura Hispanoamericana (1954): "..poeta menor de tendencias descriptivistas y enciclopédicas, más notable por una rara ambición que se ocupaba de divulgar en cafés, que por sus logros."

Algunos afirman que Daneri se ganaba la vida modestamente como empleado de un comercio especializado en equipos y repuestos eléctricos. De allí que su interés por temas relacionados con la física puede haber surgido de meditaciones que lo sorprendían en tardes húmedas y calurosas de verano, mientras pocos clientes llegaban graneados a la tienda. Después de la pérdida de su casa en 1942, viviría en una pensión de la calle Chile hasta su muerte en 1960. Nunca se casó.

Moisés, de paso, no hay registro de que publicara nada sobre lingüística o física. El ensayo El Aleph Lingüístico que menciona en una carta nunca vio la luz, si es que lo llegó a escribir. Pero en la caja sí agregó en una nota que "cada palabra es un pequeño Aleph."


NOTA 2:
He intentado re-verificar algunos hechos:

1. Dr. Juan Martín Fischer
Existió. Profesor de física teórica en la Universidad de la República (Montevideo) entre 1935-1952. Publicó trabajos sobre teoría cuántica aplicada a sistemas moleculares en el Boletín de la Asociación Física Argentina y los Anales de la Facultad de Ingeniería de Montevideo. Murió en 1953, sin haber publicado nada sobre lingüística.

De los archivos de la Universidad me enviaron dos datos significativos:

  • Una solicitud de permiso por "motivos personales urgentes" del 17 al 19 de agosto de 1942.
  • Una amonestación verbal registrada en su expediente: "Material especulativo no científico presentado informalmente a colegas, febrero 1942."

2. La demolición de la casa
Los registros municipales confirman que el inmueble de la calle Garay 3007 fue demolido el 1º de septiembre de 1942. Hoy existe allí un edificio de apartamentos construido en 1944.

3. Las ideas de Daneri y Fischer
He consultado con físicos, lingüistas y cognitivistas. Las reacciones son diversas:

  • Algunos físicos se ríen y hablan de "pseudociencia poética"
  • Otros admiten que el formalismo matemático de la mecánica cuántica se ha usado para modelar cognición
  • Los lingüistas están divididos; algunos ven analogías interesantes, otros consideran todo esto una metáfora elaborada sin contenido científico

Lo que nadie puede negar es que Daneri y Fischer anticiparon, en 1941-1942, conceptos que aparecerían muchas décadas después:

  • "Quantum Cognition" (años 2000s): uso de matemáticas cuánticas para modelar decisiones humanas
  • "Natural Language Processing" (años 2010s-2020s): modelos que capturan ambigüedad semántica
  • "Quantum Biology" (años 2020s): efectos cuánticos reales en sistemas biológicos

¿Eran profetas? ¿Eran locos? ¿O simplemente jugaban con un proto-sistema literario-científico que se salió de control?

No lo sé. Pero cada vez que escribo una palabra - ahora, por ejemplo, la palabra PALABRA - no puedo evitar pensar que contiene dentro de sí todas sus permutaciones posibles: PALABRA, ABRAPALA, LAPAABRA...

Y me pregunto: ¿En qué momento colapsó su significado único en mi mente?

¿Fui yo quien observó la palabra, o fue la palabra la que me observó a mí?


FIN