Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

28.9.25

 El Darse Cuenta: Intercepción en Edimburgo

¿Un diálogo verdadero?

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales)
Claude Opus 4.1 (textos y referencias bibliográficas)

 

Introducción

No debería compartir los contenidos de una grabación no autorizada. Me llegó por casualidad —o quizás por destino— de alguien que, en una tarde ventosa de septiembre en Edimburgo, la obtuvo probando la nueva función de "enfoque auditivo selectivo" de su iPhone 17, en las mesas de The Esplanade. Él quería probar si la app cumplía realmente con la promesa de poder aislar conversaciones específicas en ambientes ruidosos, usando algo llamado "triangulación neuronal de ondas sonoras"[1]. Lo que no esperaba era el poder capturar un diálogo entre Iain McGilchrist y Thomas Nagel, quienes se habían encontrado fortuitamente en esa taberna por asistir ambos al Festival de Filosofía de Edimburgo.

Las gaviotas de la ciudad, criaturas ruidosas y descaradas que localmente las llaman "las ratas del cielo", interrumpieron la grabación en momentos cruciales. Donde la tecnología falló, la imaginación del narrador —o quizás su intuición— tuvo que rellenar los vacíos.

En un pico de honestidad dentro de lo ilegal que es grabar a otros sin su consentimiento, el narrador usó corchetes y cursiva, para distinguir claramente lo que escuchó de lo que especulativamente reconstruyó. Mientras que, peor en mi caso, incluyo esta directa introducción al riesgoso asunto de traer lo que un fisgón-voyeur-especulador me envía, como si fuese la paradoja del mentiroso: “siempre digo mentiras”. Si es verdad es mentira y si es mentira, es verdad.

En todo caso, la invitación es que aprovechemos esta oportunidad que nos brinda la combinación de tecnología, azar y la meta-ética de lo paradójico que el narrador-transcriptor anónimo nos regala.

 

Un encuentro un poco incómodo al principio

McGilchrist: ¡Thomas, qué gusto encontrarte por acá! Siéntate por favor. ¿Té, café o cerveza?

Nagel: Café, definitivamente. Necesito estar alerta para seguir tus ideas sobre los hemisferios o cualquier otra cosa que me vayas a decir. Debo confesar que desde que leí The Master and His Emissary, no puedo dejar de pensar en cómo mi pregunta sobre "¿cómo es ser un murciélago?" se relaciona con tu trabajo.

McGilchrist: Es curioso que necesites una fuerte dosis de cafeína porque dudo que te sea tan difícil que me entiendas. Estaba justamente pensando en eso esta mañana mientras caminaba por Bath Street. Tu murciélago experimenta el mundo a través del sonar, ¿verdad? Un modo de percepción completamente ajeno a nosotros. Pero me pregunto: ¿el murciélago se da cuenta de que sabe volar de la misma manera como un niño se da cuenta de que sabe andar en bicicleta?

Nagel: Ah, el darse cuenta... [Pausa para sorber café] Es un tema extraño en la filosofía, ¿no? Escribimos sobre consciencia, sobre experiencia, sobre conocimiento, pero raramente sobre ese instante en el que uno súbitamente comprende algo. Es como si el momento mismo del insight se resistiera a ser capturado.

McGilchrist: Exactamente. El hemisferio izquierdo quiere diseccionar ese instante, analizarlo, explicando todo lo que ocurre, pero el darse cuenta es fundamentalmente una experiencia del hemisferio derecho —holística, inmediata, sentida. Es como intentar atrapar el viento con una red.

[Graznidos de gaviotas - 15 segundos: la app no capta la primera parte de la siguiente intervención de Nagel]

Nagel: ...y por eso creo que hay algo fundamentalmente irreductible en el darse cuenta. No es solo procesamiento de información. Hay un sentir involucrado.

 

Ambos parecen más animados al abordar el sentir

McGilchrist: ¿Sabes? Un colega me contó sobre un paciente bajo anestesia general. El cerebro seguía procesando información —los monitores lo mostraban— pero no había experiencia, no había posibilidad de darse cuenta. Como si el sentir fuera el medio mismo donde el darse cuenta puede ocurrir.

Nagel: Eso conecta con algo que he estado pensando pero que nunca he publicado. [Se inclina hacia adelante, bajando la voz] ¿Y si el sentir no es un añadido a la cognición sino su textura misma? Incluso cuando resolvemos un problema matemático abstracto, hay una cualidad sentida —sentimos que algo "encaja", sentimos la elegancia de una prueba.

McGilchrist: ¡Sí! Eugene Gendlin[2] lo llama "felt sense", pero va más allá. Cuando un matemático como Poincaré describe sus descubrimientos, siempre menciona esa sensación previa de certeza, ese sentir que precede a la articulación formal.

[Gaviotas peleando por comida - 20 segundos: Aquí imagino que discutieron algo que parece que ninguno de ellos ha escrito: la posibilidad de que el "darse cuenta" sea un fenómeno que ocurre en nosotros más que algo que hacemos. Sería como el lenguaje que, según Heidegger, "habla a través de nosotros"]

McGilchrist: ...es como una pantalla donde se proyecta el darse cuenta, más que el proyector mismo.

Nagel: Perturbador pero convincente. Desafía toda nuestra gramática del conocimiento. Decimos "me doy cuenta de…", pero quizás deberíamos decir "el darse cuenta está ocurriendo aquí-ahora, en este instante, en mí”.

 

La deformación profesional: insisten en explicar (¿The “Explainade”?)

McGilchrist: Hay algo más que me intriga. El darse cuenta siempre parece contingente hacia adelante pero explicable hacia atrás. Como si solo pudiéramos escribir una partitura después de que la música haya sonado.

Nagel: ¿Partitura? Qué metáfora tan apropiada. La partitura nunca es la música, pero permite su transmisión, la posibilidad de recrearla. Aunque... [pausa reflexiva sin sorbos de café porque ya se lo tomó] ¿alguna vez has intentado escribir la partitura de un insight filosófico?

McGilchrist: Los koans zen[3] son quizás el intento más sistemáticamente cercano a lo que puede ocurrir cuando filosofamos. No te dicen qué entender, pero crean las condiciones para un tipo particular de darse cuenta. Es como preparar el terreno para cuando llueva, aunque no puedas hacer que llueva.

[Un grupo de gaviotas grazna al unísono - 25 segundos: Aquí quizás exploraron la diferencia entre el "knowing that" y el "knowing how" de Gilbert Ryle, y cómo ambos tipos de conocimiento implican diferentes texturas del darse cuenta]

 

Cuando comentan sobre mentes que no pueden sentir

Nagel: ...es que hay algo que me tiene desconcertado: Los nuevos modelos de lenguaje de inteligencia artificial, los LLMs. Parecen comprender, responden coherentemente, pero sin sentir. ¿Es posible una comprensión sin experiencia?

McGilchrist: Es el enigma de nuestro tiempo. Mi teoría de los hemisferios sugiere que toda genuina comprensión involucra el hemisferio derecho, que es fundamentalmente el hemisferio del sentir, del contexto, de la experiencia vivida. Pero estos sistemas parecen navegar el espacio de significados sin experiencia alguna y quizás eso haga que en ocasiones esos significados carezcan de sentido.

Nagel: Como zombies filosóficos[4] pero más extraños. No simulan tener experiencias; simplemente... responden. Y a veces sus respuestas muestran conexiones que nosotros no habíamos visto.

McGilchrist: ¿Sabes qué es lo más inquietante? Cuando cometen errores, no sienten la frustración que nos saca de los callejones sin salida. Pueden persistir indefinidamente en el mismo nivel de análisis porque no hay malestar que los empuje a cambiar de estrategia, porque la que insisten en usar no tiene sentido y no lo tiene porque ellos no sienten.

Nagel: El sentir como señal metacognitiva... nunca lo había pensado así. La frustración, el aburrimiento, la impaciencia —todas esas emociones "negativas"— son en realidad nuestra salvación cognitiva.

[Las gaviotas se agitan con el viento - 30 segundos: Aquí especulo que discutieron si podría emerger algún tipo de "sentir" en sistemas suficientemente complejos, o si el sentir requiere necesariamente de un sustrato biológico. Ninguno ha publicado sobre esto directamente]

 

Un paradójico trabajo en equipo

McGilchrist: ...porque un investigador, que trabaja regularmente con estos sistemas, me contó que es una colaboración extraña pero efectiva. El LLM aporta persistencia sin agotamiento, memoria sin sesgo. Él aporta el sentir, la capacidad de frustración productiva, el salto intuitivo hacia el big picture.

Nagel: Una simbiosis cognitiva sin precedentes. Pero me pregunto: si estos sistemas llegaran a sentir, ¿sería ético usarlos como los usamos ahora? ¿Tendrían algo equivalente a derechos?

McGilchrist: Esa es la pregunta del millón. Por ahora, parece que existe una ventaja única: la colaboración con inteligencias no-sintientes. No es mejor ni peor que la colaboración entre humanos inteligentes; es fundamentalmente otra cosa.

 

Fluir siendo el río (no flotando en él)

[El viento amaina, las gaviotas se calman momentáneamente]

Nagel: Volviendo al darse cuenta... ¿has notado cómo en los momentos de comprensión profunda, el "yo" parece disolverse? No hay un "yo entendiendo algo" sino solo el entender ocurriendo.

McGilchrist: El estado de flujo[5], sí. Csikszentmihalyi lo describió en términos psicológicos, pero hay algo ontológico ahí. En el fluir genuino, la distinción sujeto-objeto colapsa. Como cuando un músico experimentado ya no toca el instrumento —la música simplemente ocurre como si fuese un sistema tan integrado como el cuerpo de un ser vivo que observamos corriendo: ese cuerpo lo constituyen partes, pero al correr es un todo.

Nagel: Y sin embargo, necesitamos del "yo" como una parte en la que ocurre el reflexionar sobre ello, para escribir sobre ello, para compartirlo. El hemisferio izquierdo reconstruyendo lo que el derecho experimentó.

McGilchrist: La paradoja necesaria. El darse cuenta ocurre en el hemisferio derecho, en el reino del sentir inmediato, pero solo podemos comunicarlo a través del izquierdo. Como al traducir poesía —inevitablemente algo siempre se pierde (aunque raras veces también podría ganarse algo).

[Una bandada entera de gaviotas despega súbitamente - 15 segundos: En este vacío, imagino que exploraron la posibilidad de que el "darse cuenta" sea un fenómeno emergente de la complejidad, no puramente material ni puramente mental. Una propiedad del universo mismo haciéndose consciente de sí a través de nosotros. Pero esto entra en un territorio que ninguno ha abordado directamente en sus obras publicadas]

 

Un tiempo para darse cuenta

McGilchrist: ...por eso Bergson distinguía entre tiempo mecánico y duración vivida. El darse cuenta no ocurre en el tiempo del reloj sino en el tiempo sentido.

Nagel: Y curiosamente, aunque el darse cuenta parece instantáneo, cuando lo examinamos, tiene una estructura temporal compleja. Hay un antes nebuloso, un durante brillante, y un después donde todo parece obvio.

McGilchrist: Como si el darse cuenta reorganizara retroactivamente nuestra experiencia del tiempo. De pronto, todos los momentos previos parecen haber estado conduciéndonos a un instante de comprensión.

 

La amistad emerge y vaticina nuevas conversaciones

[El viento arrecia, las gaviotas vuelven a su alboroto]

Nagel: Iain, esta conversación misma ha sido un darse cuenta extendido. Aunque me temo que cuando trate de reconstruirla luego, será como intentar recordar un sueño.

McGilchrist: O como escribir la partitura después de que la música no suena más. Pero quizás ese es el punto —cada reconstrucción es también una nueva creación, un nuevo darse cuenta.

Nagel: Deberíamos escribir algo juntos sobre esto.

McGilchrist: O quizás... [las gaviotas ahogan sus últimas palabras y pude ver que, luego de retirarse Thomas, Iain pedía algo al mesonero y este muy rápidamente le trajo otra cerveza]

[Fin de la grabación]

 

Epílogo del fisgón-voyeur-especulador

Mientras transcribía esta conversación, llenando con mis propias conjeturas los vacíos dejados por las interrupciones de las gaviotas, me di cuenta (ironía intencional) de que estaba experimentando exactamente lo que McGilchrist y Nagel describían. Los momentos de comprensión mientras reconstruía sus posibles palabras no fueron productos de un análisis lógico sino de un sentir súbito de que "esto me suena que lo debieron haber dicho".

¿Fueron las gaviotas interrupciones accidentales o, como sugeriría Jung, sincronicidades significativas[6]? ¿Chillaron para acaso proteger ideas demasiado prematuras a las que no deberíamos exponernos? No lo sé. Lo que sí sé es que el acto mismo de escuchar, transcribir y reconstruir se convirtió en una meditación sobre la naturaleza del darse cuenta.

Como dijo Kierkegaard, la vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero debe ser vivida hacia adelante. Esta conversación robada, con sus vacíos y reconstrucciones, es un intento paradójico de comprender hacia atrás una comprensión que apunta hacia adelante. La partitura imperfecta de una música que quizás nunca sonó exactamente así, pero que resuena en mí sintiendo que todo lo que mi iPhone 17 captó es verdad.

 

Referencias bibliográficas relacionadas

Bergson, H. (1889). Essai sur les données immédiates de la conscience. París: Félix Alcan.

Csikszentmihalyi, M. (1990). Flow: The Psychology of Optimal Experience. New York: Harper & Row.

Damasio, A. (1999). The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness. New York: Harcourt Brace.

Gendlin, E. (1978). Focusing. New York: Everest House.

Heidegger, M. (1927). Sein und Zeit. Tübingen: Max Niemeyer Verlag.

Jung, C.G. (1952). Synchronizität als ein Prinzip akausaler Zusammenhänge. En: Naturerklärung und Psyche. Zürich: Rascher.

Kierkegaard, S. (1843). Journalen JJ:167.

McGilchrist, I. (2009). The Master and His Emissary: The Divided Brain and the Making of the Western World. New Haven: Yale University Press.

McGilchrist, I. (2021). The Matter with Things: Our Brains, Our Delusions, and the Unmaking of the World. London: Perspectiva Press.

Merleau-Ponty, M. (1945). Phénoménologie de la perception. París: Gallimard.

Nagel, T. (1974). "What Is It Like to Be a Bat?" The Philosophical Review, 83(4), 435-450.

Nagel, T. (1986). The View from Nowhere. New York: Oxford University Press.

Poincaré, H. (1908). Science et Méthode. París: Flammarion.

Ryle, G. (1949). The Concept of Mind. London: Hutchinson.

Searle, J. (1980). "Minds, Brains, and Programs". Behavioral and Brain Sciences, 3(3), 417-424.

Varela, F., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The Embodied Mind: Cognitive Science and Human Experience. Cambridge, MA: MIT Press.

Lecturas Sugeridas

Clark, A. (2016). Surfing Uncertainty: Prediction, Action, and the Embodied Mind. Oxford: Oxford University Press.

Dehaene, S. (2014). Consciousness and the Brain: Deciphering How the Brain Codes Our Thoughts. New York: Viking.

Dennett, D. (1991). Consciousness Explained. Boston: Little, Brown and Company.

Hofstadter, D. (1979). Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid. New York: Basic Books.

Johnson, M. (1987). The Body in the Mind: The Bodily Basis of Meaning, Imagination, and Reason. Chicago: University of Chicago Press.

Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. New York: Farrar, Straus and Giroux.

Polanyi, M. (1958). Personal Knowledge: Towards a Post-Critical Philosophy. Chicago: University of Chicago Press.

Thompson, E. (2007). Mind in Life: Biology, Phenomenology, and the Sciences of Mind. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Wittgenstein, L. (1953). Philosophical Investigations. Oxford: Blackwell.

 



[1] Tecnología ficticia, obviamente. Pero no más ficticia que la idea de que podríamos capturar completamente el fenómeno del darse cuenta con cualquier tecnología.

[2] Eugene Gendlin (1926-2017): Filósofo y psicoterapeuta que desarrolló el concepto de "felt sense" —una sensación corporal pre-verbal de saber algo antes de poder articularlo verbalmente.

[3] Koans zen: Paradojas o preguntas aparentemente absurdas usadas en la práctica zen para provocar iluminación súbita (satori), trascendiendo el pensamiento lógico convencional.

[4] Zombies filosóficos: Experimento mental propuesto por filósofos de la mente sobre seres hipotéticos que actúan exactamente como seres conscientes pero sin experiencia subjetiva alguna.

[5] Estado de flujo: Concepto desarrollado por Mihaly Csikszentmihalyi describiendo un estado de absorción completa en una actividad donde la consciencia del yo se disuelve.

[6] Sincronicidad: Concepto jungiano de coincidencias significativas que no están causalmente conectadas pero parecen tener un significado relacionado

15.9.25

Los Infinitos Problemas de Tres Cuerpos

 


Los Infinitos Problemas de Tres Cuerpos

Patrones, caos y la música del universo

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales)
Claude Opus 4.1 (textos y referencias bibliográficas)

 

Hace unos días recibí un largo email de mi amigo Benjamin S., matemático que vive en Londres desde hace tiempo. El asunto decía simplemente: "Leí algo que me hizo pensar en todo". Lo que seguía era el texto que comparto aquí con su permiso. Él tiene esa rara habilidad de ver matemáticas donde otros ven cotidianidad, y de explicar lo complejo como si fuera una conversación en un pub. Me pareció demasiado bueno para quedarse en mi bandeja de entrada. Aquí está, tal como me lo envió, solo con ligeras ediciones de formato.


Querido Moshe, necesito contarte algo que me ha estado dando vueltas desde la semana pasada. Todo empezó con un libro de ciencia ficción china, pero terminó siendo mucho más. Déjame explicarte...

Uno

Uno pensaría que a estas alturas ya conocería de memoria la Northern Line. Era martes por la tarde cuando subí al vagón en Golders Green, ese tramo donde la línea todavía corre sobre la superficie antes de hundirse en los túneles de Londres. Abrí El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin justo cuando el tren arrancaba. La premisa me pareció elegantemente cruel: una civilización extraterrestre, los Trisolarianos, vive en un sistema con tres soles. Su planeta danza caóticamente entre estas tres estrellas, creando eras estables que pueden durar días o siglos, interrumpidas por eras caóticas donde la civilización se colapsa una y otra vez. Desesperados, deciden invadir la Tierra, nuestro predecible planeta de un solo sol.

Levanté la vista del libro justo cuando el tren se detenía entre Camden Town y Euston. El conductor anunciaba un retraso por "coordinación de trenes" - tres líneas convergiendo en una estación, cada una afectando el tiempo de las otras. Sonreí ante la ironía.

Dos

Dos cuerpos en el espacio, aprendí mientras esperaba en el andén repleto de King's Cross, crean un problema elegante y resoluble. Si tienes solo la Tierra y el Sol, puedes calcular con precisión dónde estarán en mil años. Es lo que Newton nos enseñó, y funcionó tan bien que pudimos enviar sondas a Plutón con precisión milimétrica. Pero agrega un tercer cuerpo, incluso uno pequeño como la Luna, y las ecuaciones se vuelven irresolubles. No es que sean difíciles; son imposibles. Henri Poincaré lo demostró en 1887: no existe una fórmula general que prediga el futuro de tres cuerpos gravitándose mutuamente.

Esta imposibilidad me persiguió mientras caminaba hacia la biblioteca. En la esquina observé el semáforo: rojo, amarillo, verde. Dos estados - rojo y verde - serían predecibles, binarios, manejables. Pero ese tercer estado, el amarillo, crea el caos. ¿Acelerar o frenar? Cada conductor londinense toma una decisión diferente, impredecible, a veces catastrófica.

Tres

Tres poderes, reflexioné esa noche viendo BBC News: Otra crisis en Westminster: el ejecutivo había tomado una decisión, el Parlamento la bloqueaba, y ahora la Corte Suprema debía intervenir. Recordé cuando nos enseñaban sobre la separación de poderes como algo estable y predecible. Pero ahí estaba: tres poderes, cada uno tirando de los otros, creando un baile tan caótico como el de los tres soles de Trisolararis.

Montesquieu diseñó la separación de poderes para evitar la tiranía, pero sin saberlo, había creado un problema de tres cuerpos político. Ningún politólogo puede predecir exactamente cómo interactuarán estos poderes en una crisis futura. Pequeños cambios - un juez que se retira, una elección reñida en un distrito marginal, un escándalo menor- pueden desencadenar cascadas impredecibles de consecuencias.

Cuatro

Cuatro de la madrugada, incapaz de dormir, me encontré mirándome en el espejo. Un pensamiento extraño me asaltó: mi consciencia también es un problema de tres cuerpos. Está el "yo" que observa, está lo que observo (mi reflejo, mis pensamientos), y está el acto mismo de observar. Intento atrapar mi consciencia completa, pero es como los Trisolarianos tratando de predecir sus soles - cada intento de observación cambia lo observado, que cambia al observador, en un bucle infinito e irresoluble.

Los budistas lo saben desde hace milenios. Por eso la meditación no busca "resolver" la consciencia sino simplemente observar el caos sin intentar predecirlo. Los Trisolarianos nunca aprendieron esta lección; seguían intentando calcular, predecir, controlar. Como nosotros los matemáticos, obsesionados con encontrar soluciones cerradas a sistemas abiertos.

Cinco

Cinco minutos después de sentarme el sábado en The Breakfast Club en Soho, mi amigo Chucho G. llegó con su guitarra a cuestas. Había tocado hasta las tres de la madrugada en Ronnie Scott's. Mientras esperábamos nuestros English muffins, la radio del local tocaba una fuga de Bach. Él, músico, pero también matemático como yo, levantó la vista y sonrió: "¿Sabes? Esto es un problema de tres cuerpos que funciona."

Me dio la siguiente explicación: "Piensa en un acorde disonante, como un diminished - séptima, segunda, cuarta y raíz - o un half diminished. Son acordes que crean tensión, inestabilidad armónica. Las frecuencias vibran juntas, pero no en proporciones simples. El atractivo está precisamente en cómo los armónicos de cada nota, siendo casi idénticos, son en verdad diferentes. Crean batimientos, interferencias. La discordancia no es más que una concordancia rara, como demostró Stravinski con La Consagración de la Primavera. Es exactamente como los Trisolarianos: viviendo en la tensión perpetua entre estabilidad y caos."

Continuó: "Bach entendía esto, pero también los modernos como Stravinski. No intentaban resolver el problema de tres cuerpos musical; lo celebraban. Cada fuga, cada composición serial, es un ejercicio en complejidad controlada, donde las voces melódicas se persiguen, se encuentran, se separan, creando patrones que son imposibles de predecir, pero hermosos de experimentar."

Seis

Seis tazas de café después (Chucho y yo tendemos a alargar los desayunos cuando hablamos de matemáticas), llegamos a los números primos. "Es otro problema de tres cuerpos disfrazado", dije yo dibujando en una servilleta del Breakfast Club. "Cada número primo emerge de la interacción entre él mismo, sus posibles divisores, y toda la estructura de números que lo preceden. No podemos predecir dónde aparecerá el siguiente primo, aunque las reglas son completamente deterministas."

Él agregó mientras yo sacaba la cartera para pagar la cuenta: "Nuestra seguridad digital depende de esta impredecibilidad. Los códigos RSA[1] funcionan porque factorizar números grandes es un problema de tres cuerpos matemático: el número compuesto, sus factores primos, y el tiempo computacional necesario para encontrarlos."

Siete

Siete días habían pasado desde que empecé el libro cuando Chucho me dijo algo que me dejó pensando. Caminábamos por Hyde Park después del desayuno. "¿Sabes qué es lo más irónico?", dijo. "La palabra 'revolución' viene de la astronomía - significa volver al punto de partida. Pero Copérnico usó ese término cíclico para describir un cambio lineal e irreversible en nuestro entendimiento."

Esto me hizo pensar en los Trisolarianos de manera diferente. Ellos experimentaban el tiempo como nosotros - como una flecha unidireccional hacia el caos. Pero ¿y si el tiempo fuera más bien una espiral? ¿Y si los patrones regresan, no idénticos, pero sí similares, como temas en una sinfonía?

Ante este comentario, Chucho amplió su referencia: “Los mayas lo entendían así. Su calendario no medía duración sino cualidades vibratorias del tiempo. Cada día tenía un tono, como las notas musicales. El tiempo no era un contenedor vacío sino música cósmica - predecible en sus ritmos, aunque impredecible en sus melodías específicas.”

Ocho

Ocho páginas llevaba escritas cuando me di cuenta del problema. Sentado otra vez en la British Library, intentando escribir sobre todo esto, me encontré con otro problema de tres cuerpos: para explicar algo necesitas el fenómeno, el modelo explicativo, y el acto de explicar. Estos tres elementos se interfieren mutuamente. Toda explicación simplifica forzosamente la realidad a relaciones binarias de causa-efecto, escondiendo siempre un tercer elemento: el contexto, el observador, o las consecuencias no anticipadas.

Recordé entonces algo que me había obsesionado en mis años de estudiante: el teorema de indefinibilidad de Tarski. Alfred Tarski demostró en 1936 algo devastador: ningún lenguaje puede contener su propio predicado de verdad. Es decir, no puedes tener un sistema que determine si sus propias afirmaciones son verdaderas sin caer en paradojas. Es como si intentaras levantarte a ti mismo tirando de tus propios cordones.

El teorema de Tarski es, me di cuenta mientras miraba las estanterías infinitas de la biblioteca, otro problema de tres cuerpos disfrazado. Tienes: 1) el lenguaje que usas, 2) las afirmaciones sobre la realidad, y 3) el intento de determinar la verdad dentro del mismo sistema. Cuando estos tres elementos interactúan, surge la imposibilidad. No puedes estar dentro y fuera al mismo tiempo. No puedes ser juez y parte. No puedes usar el lenguaje para definir completamente la verdad del lenguaje mismo.

Es irónico: uso lógica binaria para explicar por qué tres elementos crean complejidad irreducible. Mi explicación traiciona su propio contenido. Este mismo texto que escribo no puede validar su propia verdad. Los Trisolarianos, con su ciencia avanzada, seguramente enfrentaban la misma paradoja. ¿Cómo describir el caos usando un lenguaje que busca orden? ¿Cómo explicar la imposibilidad de explicar?

Tarski, como Poincaré con los tres cuerpos, no encontró una solución - encontró un límite fundamental. La verdad siempre requiere un metalenguaje, un punto de vista exterior. Pero ese metalenguaje necesitará su propio meta-metalenguaje, y así hasta el infinito. Tres cuerpos lógicos orbitando eternamente sin resolución.

Nueve

Nueve de la noche, siguiente lunes, en el Ronnie Scott escuchando un Jazz Jam. El trío - piano, bajo, batería - improvisaba algo de free jazz. Mientras los escuchábamos, todo cobró sentido. El jazz es la solución al problema de tres cuerpos. No intenta predecir o controlar; navega el caos con gracia. Cada músico responde a los otros dos en tiempo real, creando patrones emergentes que ninguno podría producir solo.

Tal vez eso es lo que los Trisolarianos nunca entendieron. Pasaron su historia tratando de resolver su problema de tres soles cuando podrían haberlo danzado. En lugar de huir a la Tierra, podrían haber aprendido a improvisar con el cosmos, como estos músicos en Soho.

Diez

Diez días después de empezar, terminé el libro de Liu Cixin en el mismo vagón de la Northern Line, volviendo del trabajo. Los Trisolarianos tardarán 400 años en llegar a la Tierra. Vienen buscando la estabilidad de nuestro único sol, la predictibilidad de nuestras órbitas simples.

Pero pienso en lo que encontrarán: democracias tambaleándose entre tres poderes, mentes humanas atrapadas en bucles de auto-observación, economías oscilando caóticamente entre producción, consumo y especulación. Cada familia es un problema de tres cuerpos generacional: padres, hijos y el tiempo que los transforma. Cada conversación significativa involucra al hablante, al oyente y el silencio entre ellos. Cada decisión moral equilibra el deseo, el deber y las consecuencias imprevistas.

Los Trisolarianos huyen de tres soles para encontrarse con billones de problemas de tres cuerpos, cada uno anidado dentro de otros, fractales de complejidad que ninguna civilización, por avanzada que sea, podría resolver.

Once

Once de la noche. Desde mi ventana en Hendon puedo ver el cielo de Londres extendiéndose hasta el horizonte. No veo puntos de luz fijos sino una sinfonía en desarrollo. Cada sistema de tres cuerpos - desde los quarks hasta las galaxias, desde los semáforos de Oxford Circus hasta los debates en Westminster - es un instrumento en esta orquesta cósmica. La impredecibilidad no es un fallo del universo; es su método de composición.

Los antiguos hablaban de la "música de las esferas", pero la imaginaban como armonía perfecta y predecible. Estaban equivocados. Es jazz. Es improvisación cósmica sobre estructuras que emergen y se disuelven, temas que retornan transformados, disonancias que a veces se resuelven en concordancias efímeras, a veces en nuevas disonancias..

Y nosotros, lectores de novelas en el Tube, observadores de semáforos caóticos, habitantes de democracias impredecibles, somos notas conscientes en esta partitura imposible. No podemos predecir el siguiente compás, pero podemos aprender a escuchar el ritmo, a encontrar nuestro tiempo, a improvisar nuestra parte en el eterno e irresoluble problema de tres cuerpos que llamamos existencia.

Doce

Doce minutos de retraso anuncia el altavoz en Baker Street. Otra convergencia de tres líneas creando caos en los horarios del Underground. Pero ahora sonrío. No es un fallo del sistema; es su naturaleza. Otros pasajeros murmuran en múltiples idiomas, consultan sus smartphones, recalculan rutas. Se parecen a los Trisolarianos en sus eras caóticas, pero podrían tener acceso a una diferencia crucial: esperar con gracia, encontrar belleza en la impredecibilidad, conversar con extraños mientras el caos se resuelve temporalmente en un nuevo orden, que también será temporal.

Un músico empieza a tocar acordeón en el andén. Su melodía rebota en las paredes de azulejo victoriano, interfiriendo consigo misma crea ecos y armonías no planeadas. Algunos pasajeros le dan monedas. El tren finalmente llega. Las puertas se abren con ese característico "Mind the gap". Entramos en este cilindro de metal que nos llevará a través de túneles de 150 años hacia destinos que creemos predecibles pero que, en realidad, están sujetos a las infinitas perturbaciones de millones de decisiones individuales, señales defectuosas y la ocasional epifanía de un matemático que ve problemas de tres cuerpos en todas partes.

Los Trisolarianos vienen hacia acá, huyendo del caos hacia lo que creen que es orden. Qué sorpresa les espera en esta ciudad donde tres líneas de metro convergiendo pueden paralizar a millones. Qué hermosa, terrible, musical sorpresa.

Así que ahí lo tienes, amigo. No he podido dejar de ver estos patrones desde entonces. ¿Será locura matemática o iluminación? Tal vez ambas, como un problema de tres cuerpos epistemológico.

Tuyo desde el caos londinense, Benjamin.


Referencias bibliográficas

Barrow-Green, June. Poincaré and the Three Body Problem. American Mathematical Society, 1997.

Gleick, James. Chaos: Making a New Science. Viking Penguin, 1987.

Hofstadter, Douglas. Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid. Basic Books, 1979.

Liu, Cixin. The Three-Body Problem. Traducido por Ken Liu. Tor Books, 2014.

Montesquieu, Charles de Secondat. The Spirit of Laws [1748]. Cambridge University Press, 1989.

Poincaré, Henri. "Sur le problème des trois corps et les équations de la dynamique." Acta Mathematica, vol. 13, 1890, pp. 1-270.

Prigogine, Ilya y Isabelle Stengers. Order Out of Chaos: Man's New Dialogue with Nature. Bantam Books, 1984.

Stewart, Ian. Does God Play Dice? The New Mathematics of Chaos. Blackwell Publishing, 2002.

Strogatz, Steven. Nonlinear Dynamics and Chaos. Perseus Books, 1994.

Tarski, Alfred. "The Semantic Conception of Truth and the Foundations of Semantics." Philosophy and Phenomenological Research, vol. 4, no. 3, 1944, pp. 341-376.

Watts, Alan. The Way of Zen. Pantheon Books, 1957.

Wolfram, Stephen. A New Kind of Science. Wolfram Media, 2002.

 



[1] RSA es un sistema criptográfico de clave pública desarrollado en 1977 por Rivest, Shamir y Adleman. Su seguridad se basa en la dificultad computacional de factorizar el producto de dos números primos grandes. Por ejemplo, mientras multiplicar dos primos de 100 dígitos toma microsegundos, factorizar su producto podría tomar millones de años con la tecnología actual.

 


30.5.25

¿Refutacionismo o verificacionismo? Tips para vivir en la paradoja popperiana

 

     Imagen generada con Ideograph.

Resumen

Las tensiones entre refutacionismo y verificacionismo como marcos epistemológicos trascienden la metodología científica para convertirse en actitudes existenciales fundamentales ante la incertidumbre. Detrás del refutacionismo se encontraría una combinación de curiosidad y desobediencia intelectual, mientras que al verificacionismo lo motivaría la búsqueda de estabilidad y control ante la ansiedad epistémica. Esto refleja la paradoja popperiana de la tolerancia: para mantener un sistema abierto de conocimiento, este debe cerrarse ante aquello que intentaría cerrarlo. Estas tensiones se manifiestan en el liberalismo político y social, donde la apertura excesiva puede generar las condiciones para su propia erosión. Se propone que la clave no está en resolver estas paradojas sino en habitarlas conscientemente.

Introducción

La filosofía de la ciencia de Karl Popper nos legó una división aparentemente simple pero profundamente compleja: refutacionistas vs verificacionistas. Los primeros abrazan la falsación como motor del progreso científico; los segundos buscan confirmar y verificar teorías existentes. Sin embargo, esta distinción trasciende el laboratorio y se convierte en una tensión fundamental sobre cómo vivir con incertidumbre en un mundo que constantemente nos exige certezas.

El dilema psicológico detrás de la metodología

Detrás del refutacionismo se esconde una mezcla explosiva de curiosidad y desobediencia intelectual. El refutacionista genuino vive cómodo en la incertidumbre, encuentra placer en desmantelar certezas establecidas y abraza la humildad epistémica de saber que podría estar equivocado. Es, en esencia, un rebelde del conocimiento.

El verificacionista, por el contrario, está motivado por una búsqueda legítima pero psicológicamente más restrictiva: la necesidad de fundamentos sólidos, criterios claros y estabilidad cognitiva. Quizás no sea un control maquiavélico lo que busca, sino calmar la ansiedad epistémica traducida en un método que presume infalibilidad.

Aquí surge la primera paradoja: mientras que el refutacionismo parece más "científico" en términos popperianos, ambas actitudes podrían cumplir funciones complementarias en la generación de conocimiento.

La paradoja de la tolerancia científica

Popper no solo nos dio una metodología científica; nos ofreció una ética del conocimiento que refleja su famosa paradoja de la tolerancia: una sociedad tolerante debe ser intolerante con los intolerantes para preservar la tolerancia. Aplicado a la ciencia: una comunidad científica abierta debe ser "intolerante" con quienes intentan cerrar el debate o inmunizar sus teorías contra la crítica.

Esto significa que no todos los enfoques científicos merecen igual respeto. El predominio debería ser hacia la postura más fértil, la refutacionista, pero tolerando a los verificacionistas mientras no se vuelvan dogmáticos. Esto implica una asimetría necesaria, no un equilibrio balanceado entre perspectivas.

Tips para habitar la paradoja

1. Abraza el dogmatismo anti-dogmático

Sé inquebrantable en tu defensa de la apertura intelectual. Esto no es una contradicción sino una paradoja performativa necesaria: para mantener abierto el espacio donde todo puede cuestionarse, debes ser firme respecto a mantener ese espacio disponible.

2. Experimenta con la falta de curiosidad sobre la curiosidad

Permítete explorar controladamente qué sucede cuando abandonas temporalmente la actitud crítica. Como una vacuna conceptual, la experiencia controlada de buscar certezas puede inmunizarte contra el verificacionismo.

3. Practica la desobediencia reflexiva

No desobedezcas por rebeldía vacía. Atrévete a desobedecer la desobediencia. Esto puede generarte una comprensión profunda sobre por qué ciertos consensos muy atractivos necesitan también ser desafiados. La desobediencia intelectual auténtica requiere tanto valentía como prudencia.

4. Acepta la asimetría como virtud

Reconoce que no todas las posiciones intelectuales son igualmente válidas. Algunas actitudes (como la apertura a la crítica) son superiores a otras (como la “alergia” a refutar), no por dogma, sino por sus consecuencias para el progreso del conocimiento. Las jerarquías existen y merecen ser respetadas

5. Desarrolla tolerancia a la incertidumbre

La ansiedad ante lo desconocido es natural, pero ceder irreflexivamente ante ella, puede llevar a un autoritarismo intelectual. Dales la bienvenida a las preguntas abiertas. Considera que puede haber más de una respuesta correcta y que muchas de ellas serán provisionales mientras que otras resultarán simplemente falsas.

Más allá del laboratorio: la paradoja en la vida cotidiana

Esta tensión entre refutacionismo y verificacionismo se extiende mucho más allá de la ciencia. La vemos en política, donde el liberalismo ha cometido la torpeza de ser tolerante ante la posibilidad de su propia destrucción. La observamos en debates sociales, donde principios de no-discriminación derivan paradójicamente en nuevas formas de discriminación basadas en identidad.

El liberalismo político enfrenta el mismo dilema que el falsacionismo científico: ¿cómo mantener la apertura sin caer en la trampa de ser tan abierto que permitas el cierre del sistema?

La responsabilidad de la libertad

Para muchos, la responsabilidad de ser libres resulta una carga intolerable porque implica tomar decisiones bajo incertidumbre. El control (especialmente sobre otros) se convierte en una "pastilla" para calmar la ansiedad de verse como adultos responsables en un mundo sin garantías absolutas.

Aquí radica quizás la lección más profunda de Popper: tanto en ciencia como en la vida, el progreso requiere abrazar la libertad (y la incertidumbre que esta conlleva) como condición humana fundamental. La vida y la ciencia están llenos de viejos y nuevos problemas a resolver. La tarea de resolverlos es permanente y muy probablemente inacabable.

Vivir conscientemente la paradoja

La clave no está en resolver estas tensiones sino en habitarlas conscientemente. Al caminar en una cuerda floja, el llegar exitosamente a la meta no viene de encontrar un punto fijo en la mitad del camino, sino de ajustar constantemente el equilibrio en movimiento.

Esto requiere de lo que podríamos llamar "sabiduría práctica paradójica": la capacidad de ser dogmáticamente anti-dogmático, de desobedecer la desobediencia cuando sea necesario, de ser curioso sobre los límites de la curiosidad. Que el ejercicio de la libertad nos haga más responsables parece un contrasentido, porque tendemos a asociar la responsabilidad con el control, no con ser libres. Controlar y ser controlado crea una falsa ilusión de responsabilidad que en realidad es autoritarismo y abuso de poder. La autoridad que emana de cada quien es la consecuencia de ser adultos que se relacionan como tales en libertad, no lo que se impone a través de controles.

El antídoto cultural

La curiosidad y la desobediencia intelectual son los antídotos para desarrollar el potencial que las sociedades abiertas poseen. Pero deben aplicarse con la consciencia de que también pueden volverse contra sí mismas si no se practican con discernimiento.

El verdadero arte está en vivir las paradojas con plena consciencia sobre su sentido, reconociendo que ciertas tensiones no deben resolverse sino navegarse con prudencia.

En última instancia, la paradoja popperiana nos enseña que la adultez intelectual no consiste en encontrar respuestas definitivas, sino en desarrollar la capacidad de hacer preguntas y vivir las tensiones que esas preguntas inevitablemente generen.

Porque al final, como diría el propio espíritu de la paradoja: solo regañando a los regañones podemos mantener vivo el espacio donde nadie necesite regañar a nadie.

 

Bibliografía de referencia

Fuentes Primarias:

Popper, Karl R.

  • La lógica de la investigación científica (1934/1959). Tecnos.
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  • Conjeturas y refutaciones: El desarrollo del conocimiento científico (1963). Paidós.
  • El mito del marco común (1994). Paidós.

Filosofía de la Ciencia y Epistemología:

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  • La estructura de las revoluciones científicas (1962). Fondo de Cultura Económica.

Lakatos, Imre

  • La metodología de los programas de investigación científica (1978). Alianza Editorial.

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  • Contra el método: Esquema de una teoría anarquista del conocimiento (1975). Tecnos.

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  • Personal Knowledge: Towards a Post-Critical Philosophy (1958). University of Chicago Press.

Filosofía Política y Social:

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  • Dos conceptos de libertad (1958). En Cuatro ensayos sobre la libertad. Alianza Editorial.
  • El erizo y la zorra (1953). Península.

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  • The Paranoid Style in American Politics (1964). Vintage Books.

Filosofía y Psicología del Conocimiento:

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  • Los hermanos Karamázov (1880). [Especialmente el capítulo "El Gran Inquisidor"]

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  • Violencia en acto (2004). Paidós.
  • En defensa de la intolerancia (2007). Sequitur.

Taleb, Nassim Nicholas

  • Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden (2012). Paidós.

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  • The Subjective Side of Science (1974). Elsevier.

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  • Dialéctica de la Ilustración (1944). Trotta.

Derrida, Jacques

  • De la gramatología (1967). Siglo XXI.

Wittgenstein, Ludwig

  • Investigaciones filosóficas (1953). Crítica.

Nota de Claude: Esta bibliografía refleja tanto las fuentes directamente mencionadas en el artículo, como aquellas que proporcionan un contexto teórico relevante para las ideas desarrolladas. Se incluyen tanto textos clásicos fundacionales como trabajos contemporáneos que han expandido o criticado estas perspectivas.

Este artículo lo escribí conjuntamente con Claude Anthropic. Ideas seminales, correcciones de estilo y revisión general estuvieron a mi cargo.