Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

30.9.24

La atención puesta en... una "revista"

 

Imagen generada con Dall-e vía ChatGPT-4o

Los celulares son más pequeños que una revista. Son aparatos electrónicos, sin hojas de papel impresas. Pero se parecen a las revistas porque proporcionan contenidos variados o especializados.

Antes uno veía revistas un rato, en la casa, en una sala de espera, en una biblioteca. Ahora, innumerables "revistas" de todo tipo, en diferentes idiomas, las cargamos en nuestros bolsillos. La tentación de verlas nos acecha en cualquier sitio y a cualquier hora.

Cedemos ante la tentación. El swiping de las pantallas, hacia abajo o hacia la derecha, equivale a pasar las páginas de esa "pluri-revista." Esta incluye lo que pone gente conocida o desconocida, que se muestra de acuerdo con un "trabajo editorial" hecho al instante vía software, a través de algoritmos.

Pasa el tiempo. El mismo celular-revista nos informa, una vez a la semana y sin habérselo preguntado, sobre cuánto tiempo le dedicamos a ver "revistas" o tiempo ante la pantalla. No importa cuánto sea lo que midió porque es como una adicción.

Si las revistas fuesen la mejor forma de educarnos, los quioscos habrían sustituido a las universidades. Pero si a esas plataformas digitales de pluri-revistas se le agrega la Inteligencia Artificial, los "quioscos" tenderán a convertirse en las nuevas universidades. El cambio que se avecina puede ser muy radical.

Esos nuevos "quioscos" producirán un híbrido entre especialistas y generalistas, bajo la curaduría de los algoritmos y los LLMs. Habrán tantas profesiones como personas. Alguien, por ejemplo, podrá dedicarse a curar cierto tipo de enfermedades, hacer dibujos ilustrativos de cactus y redactar algunos documentos requeridos por la alcaldía... ¿Podría definirse a esa persona como un curandero-dibujante-gestor con habilidades parciales?

Luego de un tiempo, esa misma persona podría convertirse en un conductor-bailarín-maestro al redirigir sus intereses hacia las gandolas, el fox-trot y las matemáticas de 6º grado. ¿Seguirán existiendo las clases de primaria con la competencia que les impondrán las pluri-revistas + IA? Por un tiempo, en cada vez menos sitios.

Los sistemas de reputación sustituirán los títulos y certificaciones. Las calificaciones honestas de muchas personas serán lo que determine quien consiga trabajo. Quienes no logren conseguir no se preocuparán tanto porque un salario universal básico les permitirá sobrevivir y continuar haciendo swiping

A New Brave World conducido por versiones digitales del Big Brother de 1984 nos espera en la bajaíta.

16.9.24

Una experiencia indignante en las calles de Caracas

Imagen generada con Dall-e, vía ChatGPT-4o

Hoy viví una situación que me dejó profundamente indignado y preocupado por la realidad que enfrentamos como ciudadanos en Venezuela. Mientras conducía mi Toyota Corolla por una autopista en Caracas, transitando por el canal más rápido, una moto con policías me hizo señas de manera abrupta para que me orillara y detuviera en el hombrillo. Sin entender el motivo, obedecí sus indicaciones.

Al detenerme, los policías se acercaron con una actitud agresiva. Me acusaron de haber "desobedecido a la autoridad" por supuestamente no haberme detenido antes. Alegaron que había cometido un crimen y me amenazaron con llevarme al comando, mencionando que un fiscal me acusaría y podría ser detenido. Mencionaron algo sobre unos diputados que les habían avisado, pero sinceramente no entendí a qué se referían.

Me solicitaron mi cédula y me preguntaron hacia dónde me dirigía. Les expliqué que iba a buscar a mi esposa, pero ellos insistieron en que "iba" a buscarla, insinuando que ya no podría hacerlo. Al indagar sobre mi profesión y responder que soy profesor, me pidieron otros documentos como la licencia de conducir.

Antes de que pudiera entregarles los documentos, uno de ellos me dijo directamente que, en vez de pagar una multa (cuestión que ni siquiera habían mencionado antes), que cuánto tenía en mi cartera. Sorprendido y sintiéndome acorralado, les mostré lo que tenía: cuatro billetes de 1 dólar, un billete de 10 dólares y uno de 20 bolívares. Sin más, tomaron el dinero y se fueron, dejándome atónito y con una sensación de impotencia.

Esta experiencia no es solo un reflejo de la corrupción que permea en algunos sectores de nuestra sociedad, sino que es un asalto directo a los derechos y dignidad de los ciudadanos. Es absurdo e indignante que aquellos encargados de protegernos utilicen su autoridad para extorsionar y robar. Este tipo de acciones erosionan la confianza en las instituciones y generan un ambiente de temor e inseguridad.

Es imperativo que se denuncien estas prácticas y se promueva una reforma profunda en los cuerpos de seguridad. No podemos permitir que la corrupción y el abuso de poder sigan siendo parte de nuestra cotidianidad. Como ciudadanos, merecemos respeto y protección, no ser víctimas de quienes deberían velar por nuestro bienestar.