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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

10.2.10

De repente como El Niño...

De repente como el niño que se vuelve adolescente... cantaba Aldemaro. La excusa de El Niño es uno de los actos más típicamente adolescentes del actual gobierno venezolano. Existen registros de ese fenómeno climatológico, conocido como ENSO por sus siglas en inglés, que datan de más de 300 años y en los últimos 20 años ha sido mucho más frecuente su aparición con efectos importantes sobre las lluvias (Ver Wikipedia).

El Niño no es una sorpresa, ni ningún 'de repente' por la radio, para ningún equipo serio de ingenieros cuya responsabilidad sea la de planificar y desarrollar el sistema eléctrico de un país. En cambio, para cualquier adolescente no sería extraño que se mostrara sorprendido al escuchar que dicho fenómeno existe, como cuando finge sorpresa al darse cuenta que está en la semana de exámenes de lapso y que tiene que presentar 2 y 3 exámenes cada día. La adolescencia es muy sabrosa, pero no lo es cuando funciones de gobierno son ejercidas desde la perspectiva de ese arquetipo.

Existen conductas y acciones gubernamentales que no pueden clasificarse de otra manera que no sea la de actos pueriles (puer viene de púber o adolescente). Comencemos por la insistencia en excusar cualquier falla como producto de la intervención de algo externo. 'Se derramó la leche porque mi hermanita me distrajo y tropecé la jarra...' es una frase con la misma estructura que tienen tantas excusas del gobierno para desentenderse de problemas que en la actualidad aquejan a la mayoría de ls venezolanos. Problema: inseguridad / Explicación: paramilitares colombianos, oposición, consumismo, etc. Problema: apagones / Explicación: el Niño, gobiernos anteriores, medios, centros comerciales, etc. Problema: falta de viviendas / Explicación: el imperio, CIA, tranculturización, burgueses, hasta los extraterrestres la causan.

Otro rasgo es la incontinencia operativa y misionera según la cual lo importante es actuar con urgencia haciendo cualquier cosa, aunque no funcione. Si existiese un premio de Adolescente del Año, habría una competencia feroz entre los ministros y el mismo presidente. Ante la escasa producción nacional, importar de todo. Ante la escasez de divisas, racionar de todo. Ante la inflación, controlar precios de todo. Ante los descensos de popularidad, expropiar de todo. Ante la fortaleza de la democracia y el pluralismo de los venezolanos, atacar con todo incluyendo gas del bueno y refuerzos extranjeros.

Y para no hacer la lista de rasgos demasiado larga, la insólita selección cambiante de temas prioritarios que el gobierno pareciera que extrae de delirantes tweets, chats múltiples o rumbas de absoluta locura. Temas como Honduras, Irán, Bielorrusia, Darfur, El Chacal, Cuba, los Kirchners, las FARC, los pobres en Brooklyn, las ambulancias de Evo, la carroza de Bolívar en Río, etc., tantos que no es práctico listarlos todos, pero así como surgen, así se evaporan pero permanecen como una especie de contaminación del sentido común.

En su libro 'Esos monstruos adolescentes' el psicólogo venezolano César Landaeta recomienda que, como padres o maestros, lo mejor que podemos hacer es terminar de crecer como adultos para poder ser más efectivos a la hora de orientar a nuestros hijos o alumnos adolescentes. Con esa conseja el autor da a entender que existe en Venezuela mucho 'puer aeternus' o eternos adolescentes que no terminamos de crecer a pesar de ser ya padres o desempeñar posiciones de autoridad.

El mundo de la política no parece ser una excepción a esa observación del psicólogo y cuidado si no es un factor que en gran medida contribuye a que los venezolanos sigamos como atrapados en un liceo donde el Director es un chamo de noveno y su pedagogía está inspirada en La Ola (la reciente película alemana).

La crisis eléctrica es responsabilidad del gobierno y no hay excusa. Tenemos entonces que cobrar electoralmente el próximo 26S, entre otras, esa factura, no a El Niño, sino de repente al niño que se volvió adolescente hace tiempo y que no parece querer seguir creciendo, a pesar de su edad y sus canas.

O sea, a Esteban.

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