Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

17.10.25

MR → SS → PC → IF → MCPC → NN → AA → RA: Las creencias como instrucciones para distinguir qué es señal y qué es ruido

Moisés P. Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales)
Claude Sonnet 4.5 (textos, referencias bibliográficas y prompts para imágenes) / ChatGPT 5 (imágenes)

Mi amigo Carlos L. tiene una sobrina que estudia en una prestigiosa universidad. Me comenta que ella, a pesar de su juventud, “tiene un montón de capacidad para captar todo, nada se le escapa; no se parece a su papá ¡se parece a su tío!”. Orgulloso me envía un PDF con el artículo más reciente que ella ha publicado como divulgadora científica (es lo que estudia, aunque creo que ya se merece recibir el título), que hemos decidido compartir por acá. El nombre para esta entrega que pusimos arriba, tiene la intención de funcionar como advertencia para quienes huyen de los temas complejos, para que sin ni siquiera leer este comentario, ahorren esfuerzos al apenas verlo.

Un Seminario Sorprendente

Por Lucía L.
El Observador Universitario

Preludio en el Auditorio

El seminario "Entre Señales y Ruido: Una Epistemología para la Cotidianidad" comenzó con una tensión palpable. Cuatro profesores de disciplinas distintas se sentaron frente a una audiencia de estudiantes y profesores, cada uno armado con la certeza de que su campo tenía la clave para entender cómo los ciudadanos de a pie conocemos el mundo en el que nos desenvolvemos cotidianamente.

La Dra. Elena Vargas, matemática y estadística, ajustó sus lentes y colocó sobre la mesa un grueso volumen de The Signal and the Noise de Nate Silver. El Dr. Javier Cortés, filósofo especializado en epistemología desde la neuro-ciencia, tamborileaba los dedos sobre una edición subrayada de El Error de Descartes de Antonio Damasio. La Dra. Patricia Solís, psicóloga clínica con tres décadas de experiencia, hojeaba distraídamente su ejemplar de El Cuerpo Lleva la Cuenta de Bessel van der Kolk. Y el Prof. Marco Fisic, catedrático de literatura comparada, sonreía enigmáticamente con las manos vacías.

Nadie anticipaba que, tres horas después, estos académicos habrían construido juntos algo que ninguno podría haber articulado solo: un marco integrado para entender cómo los seres humanos navegamos entre lo que es real y lo que simplemente creemos que es real.

Mi curiosidad innata me llevó a asistir y aunque sentí que este seminario no era real, acá les dejo la crónica para que ustedes saquen sus propias conclusiones.


Desde la Estadística

La Dra. Vargas abrió fuego apuntando con precisión:

"Toda epistemología seria debe empezar aquí," declaró, escribiendo en la pizarra: S/R = Señal/Ruido. "Los organismos vivos son, esencialmente, detectores de patrones. La supervivencia depende de distinguir señales significativas del ruido de fondo. Un sonido confuso y fugaz detrás de unos arbustos: ¿es el viento (ruido) o un depredador (señal)? Acertar con esa distinción es literalmente de vida o muerte."

Citó el trabajo seminal de Claude Shannon sobre teoría de la información (Shannon & Weaver, 1949), explicando que la información solo existe en contraste con la incertidumbre. "Sin ruido," argumentó, "el concepto de señal carece de significado. Son definiciones relacionales, no absolutas."

Luego introdujo lo que llamó "el problema fundamental del conocimiento": los errores de clasificación.

En la pizarra dibujó una matriz de confusión:


"Verdaderos Positivos, Falsos Positivos, Falsos Negativos, Verdaderos Negativos," explicó. "Toda epistemología práctica es un ejercicio en minimizar errores tipo I (FP) y tipo II (FN). Pero aquí está la trampa evolutiva: estos errores tienen costos asimétricos."

Citó el trabajo de Haselton y Nettle (2006) sobre teoría de gerenciar errores: los sistemas cognitivos evolucionaron para cometer errores estratégicos. "Es menos costoso tener cien falsas alarmas que una falla en detectar amenaza real. Por eso," concluyó con una sonrisa irónica, "somos una especie ansiosa. Estamos calibrados para el Falso Positivo."

La audiencia asintió murmurando. Era lógica impecable pero ese murmullo no indicaba necesariamente la comprensión de lo dicho por la profesora. Quizás era hasta cierto punto un falso positivo porque había algo inquietantemente frío en la formulación.


Desde la Filosofía

El Dr. Cortés levantó la mano lentamente, casi con pesar.

"Elena, tu marco es elegante. Pero tiene un problema filosófico fundamental: asume un observador desencarnado." Se inclinó hacia adelante. "Describes la cognición como si fuera computación pura: input sensorial, procesamiento algorítmico, output clasificatorio ¡Pero los humanos no somos máquinas de Turing!". La audiencia rio nerviosamente.

Tomó su ejemplar de Damasio y leyó: "Los sentimientos de emoción... son percepciones compuestas de lo que le ocurre a nuestro cuerpo y a nuestra mente cuando experimentamos emociones" (Damasio, 1994, p. 145).

"Cada bit de información que procesamos," continuó, "llega ya marcado emocionalmente. No clasificamos neutralmente 'esto es señal' y luego decidimos cómo sentirnos al respecto. La emoción es el sistema de clasificación primario. El miedo dice 'esto es señal de amenaza' antes de que tu neocórtex termine de procesar la imagen, el sonido o el olor."

Citó el trabajo de Joseph LeDoux sobre la amígdala y el procesamiento emocional (LeDoux, 1996): "La ruta subcortical permite respuestas emocionales antes de que haya procesamiento cognitivo completo. El cuerpo 'sabe' que hay peligro milisegundos antes de que la mente consciente lo sepa."

"Además," agregó, "las emociones no son ruido que contamina la señal cognitiva pura, como a veces asumen los racionalistas. Son información crucial sobre relevancia, urgencia, significado." Mencionó el famoso caso de Elliot, el paciente de Damasio con daño en corteza prefrontal ventro medial: mantenía inteligencia y razonamiento lógico intactos, pero sin respuestas emocionales era incapaz de tomar decisiones básicas (Damasio, 1994).

"Entonces," concluyó, "cualquier epistemología que ignore la emoción no es solo incompleta. Es fundamentalmente errónea sobre cómo funciona la cognición humana."

La Dra. Vargas frunció el ceño y no quiso intervenir. El Dr. Cortés, sin hacerle mucho honor a su apellido había sido como duro, pero tocando algo verdadero.


Desde la Psicología

La Dra. Solís fabricó un silencio para que el intercambio de golpes invisibles se diluyera antes de intervenir. Cuando habló, su voz tenía el peso de décadas de trabajo clínico.

"Ambos tienen razón. Y ambos están pasando por alto algo crucial: las creencias."

Se levantó y caminó hacia la pizarra. "Permítanme reformular el modelo. Los humanos no solo detectan señales del mundo externo. Construimos modelos internos del mundo, y esos modelos determinan qué clasificamos como señal o ruido, tanto fuera como dentro de nosotros."

Citó a Aaron Beck, fundador de la terapia cognitiva: "Los pensamientos automáticos y las creencias nucleares actúan como filtros cognitivos que determinan qué aspectos de la experiencia se procesan y cómo se interpretan" (Beck, 1976).

"Tomemos un ejemplo," continuó. "Una persona con creencia nuclear 'no soy amable' recibe diez interacciones sociales en un día: nueve positivas, una neutra. ¿Cuál recuerda? La neutra. ¿Por qué? Porque su sistema de creencias clasifica las nueve positivas como ruido (casualidad, malentendido, lástima) y la neutra como señal (confirmación de su falta de amabilidad)."

"Esto es sesgo confirmatorio operando en nivel profundo. No es error de razonamiento lógico que se pueda corregir señalando evidencia contraria. Es error de percepción. La evidencia contraria nunca llega a consciencia porque el sistema de clasificación S/R está preconfigurado por la creencia."

Luego complicó más la cosa. "Y aquí está el problema: las creencias más poderosas, las que Beck llamó 'esquemas nucleares', se forman temprano en la vida, antes de la memoria explícita, antes del lenguaje. Se forman en experiencia emocional-somática, exactamente como Javier señaló."

Citó a John Bowlby sobre teoría del apego: "Los modelos internos de trabajo se construyen en los primeros años de vida basándose en patrones de interacción con cuidadores primarios" (Bowlby, 1969). "Un niño cuyas señales de necesidad son ignoradas consistentemente no desarrolla la creencia verbal 'mis necesidades no importan'. Desarrolla un estado de hiperactivación crónica del sistema nervioso simpático. La creencia está literalmente incorporada en su fisiología."

La audiencia estaba ahora completamente silenciosa. Esto se había vuelto personal de una manera que las ecuaciones de teoría de la información no podían.

La Dra. Solís continuó: "Y aquí está el círculo vicioso. Ese niño crece en un adulto con sistema nervioso calibrado para detectar rechazo (alta sensibilidad a falsos negativos en contextos de rechazo) mientras minimiza evidencia de aceptación (alta tasa de falsos positivos clasificando aceptación genuina como no-auténtica). Su modelo del mundo se auto confirma constantemente. No porque el mundo sea realmente rechazante, sino porque su sistema perceptual está sintonizado para verlo desde la desconfianza."

Stephen Porges llamó a esto "neurocepción": la evaluación subconsciente del sistema nervioso sobre seguridad o amenaza en el ambiente, que puede ser precisa o estar distorsionada por la historia de traumas (Porges, 2011).

"Entonces," concluyó la Dra. Solís, "la pregunta epistemológica no es solo '¿cómo distinguimos señal de ruido?' Es: ¿cómo distinguimos entre señales reales del mundo presente y señales fantasma de traumas pasados?"


Desde la Literatura

Hubo una larga pausa. Los tres académicos habían construido algo impresionante pero también algo abrumador. El marco era sofisticado, integrado, pero también... ¿inerte? ¿Demasiado abstracto?

El Prof. Fisic, que había estado inusualmente callado, finalmente habló.

"Disculpen la interrupción," dijo con una sonrisa tímida, "pero tengo una pregunta simple: ¿de qué sirve todo esto si la gente no puede usarlo?"

La Dra. Vargas levantó una ceja. "¿Usarlo cómo?"

"Para cambiar. Para vivir diferente. Para no estar atrapados en los ciclos que Patricia describió tan elocuentemente." Se reclinó en su silla. "Ustedes han construido un modelo impecable de cómo funcionan las creencias. Pero los modelos no cambian vidas. Las historias sí."

Citó a Jonathan Gottschall: "Somos, como especie, adictos a la historia... Las historias son el modo primario por el cual navegamos y damos sentido a nuestra experiencia" (Gottschall, 2012, p. xiv).

"Miren," continuó, "puedo explicarle a alguien la teoría del apego, los sesgos confirmatorios, la teoría polivagal. Puedo mostrarle matrices de confusión y circuitos neuronales. Y quizás entienda intelectualmente. Pero no sentirá su propia situación hasta que se vea reflejado en una historia."

"El conocimiento abstracto vive en un compartimento," argumentó. "La historia habita en ti. Por eso los grandes maestros espirituales enseñaban en parábolas. Por eso la Biblia, el Corán, los Vedas están llenos de narrativas. Por eso terapeutas como Irvin Yalom escriben sobre sus pacientes en forma de historias, no solo como casos clínicos" (Yalom, 1989).

La Dra. Cortés intervino: "Pero Marco, las historias pueden distorsionar. Pueden simplificar complejidad necesaria. Pueden imponer narrativas falsas sobre experiencia ambigua."

"Absolutamente," concedió Fisic. "Una mala historia es propaganda. Pero una buena historia no simplifica; ilumina complejidad de manera que se vuelve navegable."

Citó a Joan Didion: "Nos contamos historias para vivir... Interpretamos lo que vemos, seleccionamos las ideas más viables de la experiencia, aplicamos narrativas a nuestras vidas" (Didion, 1979, p. 11).

"El problema," continuó, "es que la mayoría de nosotros vivimos dentro de historias malas sobre nosotros mismos. Historias que heredamos de traumas, de mensajes culturales tóxicos, de momentos de dolor que generalizamos. 'Soy indigno.' 'El mundo es peligroso.' 'No puedo confiar.' Estas son narrativas. Y mientras las aceptes como verdad en lugar de como historia revisable, estás atrapado."

La psicóloga Solís asintió vigorosamente. "Exacto. Gran parte de la terapia es ayudar a la gente a dejar de identificarse con sus narrativas limitantes y cocrear historias más complejas, más compasivas, más precisas sobre quiénes son."

Fisic señaló: "Pero aquí está el truco: no puedes simplemente destruir una historia vieja sin ofrecer una nueva. La mente aborrece el vacío narrativo. Si le quitas a alguien la historia 'soy una víctima,' necesitan otra historia que dé sentido a su sufrimiento. Quizás 'soy un sobreviviente en proceso de sanación.' La segunda historia no niega el dolor; lo recontextualiza."


Las Disciplinas se Abrazan

Fue la Dra. Vargas, sorprendentemente, quien comenzó a tejer los hilos.

"Déjenme intentar algo," dijo, acercándose a la pizarra. "Marco tiene razón que necesitamos narrativa. Pero Patricia tiene razón que la narrativa debe estar fundamentada en comprensión de mecanismos psicológicos. Y Javier tiene razón que debe incluir la dimensión emocional-somática. Y yo..." sonrió, "bueno, alguien tiene que mantener esto honesto con evidencia empírica." Dibujó un nuevo diagrama:


"Es un circuito," explicó. "No lineal sino en espiral. Tus acciones basadas en tus narrativas generan resultados en el mundo real. Esos resultados retroalimentan, potencialmente actualizando tus creencias, recalibrando tu sistema emocional, refinando tu distinción entre señal y ruido."

La Dra. Solís añadió: "Y aquí está la clave: el circuito puede ser virtuoso o vicioso. Virtuoso si tus narrativas son suficientemente precisas y adaptativas para generar acciones que funcionan en el MR, lo que confirma confianza y permite exploración. Vicioso si tus narrativas están distorsionadas por creencias traumáticas, generando acciones que fallan o que confirman sesgadamente la narrativa limitante."

El Dr. Cortés reflexionó en voz alta: "Entonces la pregunta práctica se convierte en: ¿cómo se transforma un ciclo vicioso en virtuoso?"

Hubo un momento de silencio contemplativo.

Fisic habló suavemente: "Permítanme contar una historia."


 Interludio en el Auditorio

"Había una vez," comenzó Fisic con la cadencia de alguien que ha contado muchas historias, "un hombre llamado Sebastián. Había crecido en un hogar donde el amor era condicional a logros. Si traía buenas calificaciones, recibía abrazos. Si fallaba, recibía silencio frío."

Una ola de estudiantes inclinándose simultáneamente hacia adelante cambia el clima del debate.

" Sebastián desarrolló lo que Patricia llamaría una creencia nuclear: 'mi valor depende de rendimiento perfecto.' Esta creencia configuró su sistema de detección S/R. Cada pequeño error se convertía en señal catastrófica de su falta de valor. Cada éxito era ruido (suerte, estándares bajos, temporario). Lo que Elena describiría como una tasa masiva de falsos positivos para fracasos y falsos negativos para éxitos."

"Emocionalmente," continuó, mirando al Dr. Cortés, "vivía en lo que Javier describiría como ansiedad de rendimiento crónica. Su sistema nervioso estaba perpetuamente en modo alarma. No como respuesta al presente, sino como hecho del pasado."

"A los treinta años, Sebastián era 'exitoso' externamente: buen trabajo, reconocimientos, estabilidad. Pero internamente estaba colapsando. Ataques de pánico. Insomnio. Sensación de ser impostor. Su narrativa era: 'Soy un fraude a punto de ser descubierto.'"

Fisic hizo una pausa deliberada. "¿Qué cambió en Sebastián para que el ciclo se rompiera?"

"No fue razonamiento lógico. Sebastián sabía intelectualmente que sus logros eran reales. Pero el conocimiento abstracto no cambió cómo se sentía."

"Lo que cambió fue cuádruple, y aquí es donde nuestras perspectivas convergen."

"Primero (lo cognitivo): Terapia que lo ayudó a identificar su creencia nuclear y cuestionar su validez. Trabajo cognitivo al estilo Beck. Pero no solo intelectual; también lo..."

"Segundo (lo somático/emocional): Trabajo corporal que lo ayudó a distinguir entre activación del sistema nervioso apropiada al presente (tengo una deadline real, esto es estrés funcional) versus activación residual de trauma (mi valor como persona no depende de esto). Aprendió, escuchando a su cuerpo, la diferencia entre miedo útil y miedo fantasma."

"Tercero (lo narrativo): Construyó, una historia diferente de su vida. No 'fui dañado irreparablemente por mi infancia' (narrativa de víctima que lo dejaba impotente). Tampoco 'mi infancia fue perfecta y yo soy simplemente débil' (narrativa que negaba realidad y generaba más vergüenza). Sino: 'Desarrollé estrategias de supervivencia que fueron adaptativas entonces pero ahora me limitan. Puedo honrar que me mantuvieron funcionando mientras también las actualizo para mi vida adulta.'"

"Y cuarto (lo empírico/experimental): Pequeños experimentos conductuales que generaron evidencia contra su creencia limitante. Compartió trabajo imperfecto y no fue rechazado. Pidió ayuda y fue apoyado. Cada micro experiencia era un dato que su sistema estadístico interno podía usar para actualizar probabilidades."

Fisic miró alrededor. "¿Ven? Nuestras cuatro perspectivas no compiten. Se necesitan mutuamente. El modelo cognitivo sin el componente somático/emocional es estéril. El trabajo emocional sin marco cognitivo carece de dirección. Ambos sin narrativa carecen de sentido personal. Y todos sin evidencia empírica generada por acción en el mundo son solo fantasía."


Hacia la Epistemología Cotidiana

La Dra. Solís tomó la palabra. "Lo que Marco acaba de describir es lo que en psicoterapia moderna se llama integración. No terapia cognitivo-conductual pura, no terapia somática pura, no terapia narrativa pura. Sino una síntesis."

Citó a Bessel van der Kolk: "La neurociencia nos ha enseñado que muy poco de lo que nos sucede está bajo nuestro control consciente... Pero también nos ha enseñado que podemos entrenar a nuestro cerebro para enviar señales de confianza en lugar de amenaza" (van der Kolk, 2014, p. 206).

"El punto," continuó, "es que el cambio de creencias profundas requiere trabajo en múltiples niveles simultáneamente. Si solo trabajas lo cognitivo, la creencia regresa en momentos cotidianos de estrés porque está codificada somáticamente. Si solo trabajas lo somático, puedes sentirte cotidianamente mejor por un rato, pero sin un marco cognitivo para entender qué pasó o cómo mantenerlo. Si solo trabajas la narrativa sin acciones concretas que generen evidencia nueva, es ficción autocomplaciente para algunos momentos de tu cotidianidad."

La Dra. Vargas intervino: "Y aquí es donde mi perspectiva estadística vuelve a ser relevante. Hablamos de 'actualizar creencias' como si fuera simple, pero bayesianamente hablando, las creencias con priors muy fuertes requieren mucha evidencia contradictoria para moverse significativamente."

Explicó: "Si tu prior es 'no soy amable' con certeza 0.95, una experiencia positiva no te moverá mucho. Tu sistema la explicará como anomalía. Necesitas docenas, quizás cientos de experiencias contradictorias repetidas en tu cotidianidad antes de que el prior se actualice significativamente" (ver Kahneman, 2011 sobre actualización bayesiana en humanos).

"Por eso," agregó Solís, "el trabajo terapéutico toma tiempo y requiere que sea parte de tu cotidianidad. No es que las personas sean 'resistentes' o 'difíciles.' Es que sus sistemas cognitivos están apropiadamente diseñados para no actualizarse con evidencia singular. La estabilidad de creencias es adaptativa... excepto cuando las creencias mismas son patológicas."

El Dr. Cortés añadió una nota filosófica: "Esto nos lleva a una paradoja epistemológica interesante. ¿Cómo sabes si tu resistencia a cambiar una creencia es sabiduría (protegerte de actualizar basándote en ruido) o rigidez (rechazar señal genuina que contradice una creencia limitante)?"

"No hay algoritmo para eso," respondió Fisic. "Es juicio. Es arte. Por eso necesitamos a otros. A nuestra comunidad en nuestra cotidianidad. Un terapeuta, un amigo, un mentor que pueda decir: 'Estás ignorando evidencia sistemática aquí. ¡Revisa tu epistemología cotidiana!'"

La audiencia suelta una carcajada seguida de un murmullo diferente. Parece que se trata del paso de un falso positivo colectivo, a un enjambre de muchos verdaderos positivos individuales.


 Las Preguntas Abiertas

En la última media hora del seminario, los cuatro profesores abrieron el espacio para preguntas. Lo que emergió fue sorprendente: no respuestas sino más complejidad, más matices, algo de alguna manera fuera del mundo real.

Un estudiante de neurociencia preguntó sobre plasticidad: "Si las creencias fundamentales se forman temprano cuando el cerebro es más plástico, ¿hay ventanas críticas después de las cuales son irreversibles?"

La Dra. Solís respondió: "La investigación es clara que hay períodos sensibles, sí. El sistema de apego se forma en los primeros años. Pero la neuro plasticidad continúa toda la vida, aunque más lentamente. Adultos pueden desarrollar apego seguro ganado (earned secure attachment) incluso después de infancias traumáticas" (Siegel, 1999).

"No es fácil," agregó. "Requiere lo que llamamos 'experiencias emocionales correctivas' repetidas, cotidianas. Pero es posible. La esperanza no es ingenua; está respaldada por evidencia."

Otra estudiante preguntó: "¿Pero no hay peligro en la maleabilidad? Si las creencias son tan revisables, ¿no somos vulnerables a manipulación, propaganda, gaslighting?"

El Dr. Cortés asintió gravemente. "Absolutamente. La misma plasticidad que permite sanación permite daño. Por eso sociedades autoritarias invierten tanto en propaganda: están literalmente reprogramando los sistemas de clasificación S/R de las personas." Citó a Hannah Arendt sobre totalitarismo: "El súbdito ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hecho y ficción... ya no existe" (Arendt, 1951, p. 474).

"Cuando no puedes confiar en tu propia percepción," continuó Cortés, "cuando la distinción entre señal y ruido ha sido suficientemente corrompida, quedas vulnerable a que otros definan tu realidad por ti."

Fisic añadió: "Por eso las buenas historias son tan importantes. No historias que cierran pensamiento crítico, sino historias que lo abren. Historias que te ayudan a ver que siempre hay múltiples interpretaciones posibles de cualquier experiencia, y que elegir una interpretación es un acto proactivo, no pasivo."


 Coda: La Tarea Pendiente

Al final del seminario, la Dra. Vargas propuso un desafío colaborativo.

"Hemos construido un framework teórico hoy. Pero Marco tiene razón que necesita hacerse práctico. ¿Qué tal si trabajamos juntos en un proyecto integrado?"

Propuso: "Un protocolo que cualquier persona pueda usar para examinar y, si es necesario, actualizar sus creencias fundamentales. Que incluya:"

  1. Herramientas cognitivas (identificar creencias, buscar evidencia, razonar bayesianamente sobre priors)
  2. Prácticas somáticas (aprender a leer señales corporales, distinguir miedo presente de miedo residual)
  3. Técnicas narrativas (volver a crear cuentos sobre tu vida de manera que empoderen sin negar tu realidad)
  4. Diseño experimental (crear acciones que generen evidencia nueva)

"Y," añadió con una sonrisa, "necesitaría estar presentado no solo como paper académico sino también como algo accesible. Quizás con historias ilustrativas. Quizás con ejercicios prácticos."

Los otros tres profesores intercambiaron miradas. Luego, uno por uno, asintieron.

"Pero," advirtió la Dra. Solís, "tenemos que ser honestos sobre las limitaciones. Este trabajo puede ser autodirigido para creencias relativamente superficiales. Pero para trauma profundo, para creencias que están literalmente incorporadas en fisiología dañada, necesitas ayuda profesional. No queremos vender una poción mágica."

"Acordado," dijeron los demás.


Reflexión de esta Reportera

Salí del seminario con la cabeza dando vueltas. Lo que había presenciado no era solo debate académico; era un mapeo colaborativo del territorio más fundamental: cómo sabemos lo que sabemos, cómo cambiamos lo que creemos, cómo vivimos más alineados con la realidad que con nuestros fantasmas.

Me quedé pensando en mi propia vida. ¿Qué creencias cargo que filtran mi percepción? ¿Cuántas "verdades" sobre mí misma son realmente narraciones heredadas, no conclusiones empíricas? ¿Cuánta "señal" he clasificado como ruido porque no encajaba con mi autoconcepto?

El Prof. Fisic me detuvo al salir.

"¿Vas a escribir sobre esto?" preguntó.

"Sí," respondí. "Pero temo no poder capturar la complejidad."

Sonrió. "No intentes capturarla toda. Captura lo suficiente para que alguien que lea esto sienta curiosidad. Si sienten curiosidad, explorarán. Si exploran, descubrirán. El artículo no tiene que cambiar vidas directamente. Solo tiene que abrir una puerta."

Eso es lo que he intentado hacer aquí.


Referencias Citadas

Arendt, H. (1951). The Origins of Totalitarianism. Harcourt.

Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders. International Universities Press.

Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss, Vol. 1: Attachment. Basic Books.

Damasio, A. (1994). Descartes' Error: Emotion, Reason, and the Human Brain. Putnam.

Didion, J. (1979). The White Album. Simon & Schuster.

Gottschall, J. (2012). The Storytelling Animal: How Stories Make Us Human. Houghton Mifflin Harcourt.

Haselton, M. G., & Nettle, D. (2006). The paranoid optimist: An integrative evolutionary model of cognitive biases. Personality and Social Psychology Review, 10(1), 47-66.

Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar, Straus and Giroux.

LeDoux, J. (1996). The Emotional Brain: The Mysterious Underpinnings of Emotional Life. Simon & Schuster.

Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-regulation. W. W. Norton.

Shannon, C. E., & Weaver, W. (1949). The Mathematical Theory of Communication. University of Illinois Press.

Siegel, D. J. (1999). The Developing Mind: How Relationships and the Brain Interact to Shape Who We Are. Guilford Press.

van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking.

Yalom, I. D. (1989). Love's Executioner and Other Tales of Psychotherapy. Basic Books.


Lucía L. es estudiante de periodismo, con especialización en divulgación científica y énfasis en ciencias cognitivas. Este artículo es parte de la serie "Conversaciones que Importan" del Observador Universitario.

 

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