Moisés P.
Ramírez (ideas esenciales, estructura y ajustes editoriales)
Claude Sonnet 4.5 (textos, referencias bibliográficas y prompts para imágenes)
/ ChatGPT 5 (imágenes)
Mi amigo
Carlos L. tiene una sobrina que estudia en una prestigiosa universidad. Me
comenta que ella, a pesar de su juventud, “tiene un montón de capacidad para
captar todo, nada se le escapa; no se parece a su papá ¡se parece a su tío!”.
Orgulloso me envía un PDF con el artículo más reciente que ella ha publicado
como divulgadora científica (es lo que estudia, aunque creo que ya se merece
recibir el título), que hemos decidido compartir por acá. El nombre para esta
entrega que pusimos arriba, tiene la intención de funcionar como advertencia
para quienes huyen de los temas complejos, para que sin ni siquiera leer este
comentario, ahorren esfuerzos al apenas verlo.
Un
Seminario Sorprendente
Por
Lucía L.
El Observador Universitario
Preludio
en el Auditorio
El
seminario "Entre Señales y Ruido: Una Epistemología para la
Cotidianidad" comenzó con una tensión palpable. Cuatro profesores de
disciplinas distintas se sentaron frente a una audiencia de estudiantes y
profesores, cada uno armado con la certeza de que su campo tenía la clave para
entender cómo los ciudadanos de a pie conocemos el mundo en el que nos
desenvolvemos cotidianamente.
La Dra.
Elena Vargas, matemática y estadística, ajustó sus lentes y colocó sobre la
mesa un grueso volumen de The Signal and the Noise de Nate Silver. El
Dr. Javier Cortés, filósofo especializado en epistemología desde la
neuro-ciencia, tamborileaba los dedos sobre una edición subrayada de El
Error de Descartes de Antonio Damasio. La Dra. Patricia Solís, psicóloga
clínica con tres décadas de experiencia, hojeaba distraídamente su ejemplar de El
Cuerpo Lleva la Cuenta de Bessel van der Kolk. Y el Prof. Marco Fisic,
catedrático de literatura comparada, sonreía enigmáticamente con las manos
vacías.
Nadie
anticipaba que, tres horas después, estos académicos habrían construido juntos
algo que ninguno podría haber articulado solo: un marco integrado para entender
cómo los seres humanos navegamos entre lo que es real y lo que simplemente
creemos que es real.
Mi
curiosidad innata me llevó a asistir y aunque sentí que este seminario no era
real, acá les dejo la crónica para que ustedes saquen sus propias conclusiones.
Desde la
Estadística
La Dra.
Vargas abrió fuego apuntando con precisión:
"Toda
epistemología seria debe empezar aquí," declaró, escribiendo en la
pizarra: S/R = Señal/Ruido. "Los organismos vivos son,
esencialmente, detectores de patrones. La supervivencia depende de distinguir
señales significativas del ruido de fondo. Un sonido confuso y fugaz detrás de
unos arbustos: ¿es el viento (ruido) o un depredador (señal)? Acertar con esa
distinción es literalmente de vida o muerte."
Citó el
trabajo seminal de Claude Shannon sobre teoría de la información (Shannon &
Weaver, 1949), explicando que la información solo existe en contraste con la
incertidumbre. "Sin ruido," argumentó, "el concepto de señal
carece de significado. Son definiciones relacionales, no absolutas."
Luego
introdujo lo que llamó "el problema fundamental del conocimiento": los
errores de clasificación.
En la
pizarra dibujó una matriz de confusión:
"Verdaderos Positivos, Falsos Positivos, Falsos Negativos, Verdaderos Negativos," explicó. "Toda epistemología práctica es un ejercicio en minimizar errores tipo I (FP) y tipo II (FN). Pero aquí está la trampa evolutiva: estos errores tienen costos asimétricos."
Citó el
trabajo de Haselton y Nettle (2006) sobre teoría de gerenciar errores: los
sistemas cognitivos evolucionaron para cometer errores estratégicos. "Es
menos costoso tener cien falsas alarmas que una falla en detectar amenaza real.
Por eso," concluyó con una sonrisa irónica, "somos una especie
ansiosa. Estamos calibrados para el Falso Positivo."
La
audiencia asintió murmurando. Era lógica impecable pero ese murmullo no
indicaba necesariamente la comprensión de lo dicho por la profesora. Quizás era
hasta cierto punto un falso positivo porque había algo inquietantemente frío en
la formulación.
Desde la
Filosofía
El Dr.
Cortés levantó la mano lentamente, casi con pesar.
"Elena,
tu marco es elegante. Pero tiene un problema filosófico fundamental: asume un
observador desencarnado." Se inclinó hacia adelante. "Describes la
cognición como si fuera computación pura: input sensorial, procesamiento
algorítmico, output clasificatorio ¡Pero los humanos no somos máquinas de
Turing!". La audiencia rio nerviosamente.
Tomó su
ejemplar de Damasio y leyó: "Los sentimientos de emoción... son
percepciones compuestas de lo que le ocurre a nuestro cuerpo y a nuestra mente
cuando experimentamos emociones" (Damasio, 1994, p. 145).
"Cada
bit de información que procesamos," continuó, "llega ya marcado
emocionalmente. No clasificamos neutralmente 'esto es señal' y luego decidimos
cómo sentirnos al respecto. La emoción es el sistema de clasificación
primario. El miedo dice 'esto es señal de amenaza' antes de que tu neocórtex
termine de procesar la imagen, el sonido o el olor."
Citó el
trabajo de Joseph LeDoux sobre la amígdala y el procesamiento emocional
(LeDoux, 1996): "La ruta subcortical permite respuestas emocionales antes
de que haya procesamiento cognitivo completo. El cuerpo 'sabe' que hay peligro
milisegundos antes de que la mente consciente lo sepa."
"Además,"
agregó, "las emociones no son ruido que contamina la señal cognitiva pura,
como a veces asumen los racionalistas. Son información crucial sobre
relevancia, urgencia, significado." Mencionó el famoso caso de Elliot, el
paciente de Damasio con daño en corteza prefrontal ventro medial: mantenía
inteligencia y razonamiento lógico intactos, pero sin respuestas emocionales
era incapaz de tomar decisiones básicas (Damasio, 1994).
"Entonces,"
concluyó, "cualquier epistemología que ignore la emoción no es solo
incompleta. Es fundamentalmente errónea sobre cómo funciona la cognición
humana."
La Dra.
Vargas frunció el ceño y no quiso intervenir. El Dr. Cortés, sin hacerle mucho
honor a su apellido había sido como duro, pero tocando algo verdadero.
Desde la
Psicología
La Dra. Solís
fabricó un silencio para que el intercambio de golpes invisibles se diluyera
antes de intervenir. Cuando habló, su voz tenía el peso de décadas de trabajo
clínico.
"Ambos
tienen razón. Y ambos están pasando por alto algo crucial: las creencias."
Se levantó
y caminó hacia la pizarra. "Permítanme reformular el modelo. Los humanos
no solo detectan señales del mundo externo. Construimos modelos internos del
mundo, y esos modelos determinan qué clasificamos como señal o ruido, tanto
fuera como dentro de nosotros."
Citó a
Aaron Beck, fundador de la terapia cognitiva: "Los pensamientos
automáticos y las creencias nucleares actúan como filtros cognitivos que
determinan qué aspectos de la experiencia se procesan y cómo se
interpretan" (Beck, 1976).
"Tomemos
un ejemplo," continuó. "Una persona con creencia nuclear 'no soy
amable' recibe diez interacciones sociales en un día: nueve positivas, una
neutra. ¿Cuál recuerda? La neutra. ¿Por qué? Porque su sistema de creencias
clasifica las nueve positivas como ruido (casualidad, malentendido,
lástima) y la neutra como señal (confirmación de su falta de
amabilidad)."
"Esto
es sesgo confirmatorio operando en nivel profundo. No es error de razonamiento
lógico que se pueda corregir señalando evidencia contraria. Es error de
percepción. La evidencia contraria nunca llega a consciencia porque el sistema
de clasificación S/R está preconfigurado por la creencia."
Luego
complicó más la cosa. "Y aquí está el problema: las creencias más
poderosas, las que Beck llamó 'esquemas nucleares', se forman temprano en la
vida, antes de la memoria explícita, antes del lenguaje. Se forman en experiencia
emocional-somática, exactamente como Javier señaló."
Citó a John
Bowlby sobre teoría del apego: "Los modelos internos de trabajo se
construyen en los primeros años de vida basándose en patrones de interacción
con cuidadores primarios" (Bowlby, 1969). "Un niño cuyas señales de
necesidad son ignoradas consistentemente no desarrolla la creencia verbal 'mis
necesidades no importan'. Desarrolla un estado de hiperactivación crónica del
sistema nervioso simpático. La creencia está literalmente incorporada en
su fisiología."
La
audiencia estaba ahora completamente silenciosa. Esto se había vuelto personal
de una manera que las ecuaciones de teoría de la información no podían.
La Dra. Solís
continuó: "Y aquí está el círculo vicioso. Ese niño crece en un adulto con
sistema nervioso calibrado para detectar rechazo (alta sensibilidad a falsos
negativos en contextos de rechazo) mientras minimiza evidencia de aceptación
(alta tasa de falsos positivos clasificando aceptación genuina como
no-auténtica). Su modelo del mundo se auto confirma constantemente. No porque
el mundo sea realmente rechazante, sino porque su sistema perceptual está
sintonizado para verlo desde la desconfianza."
Stephen
Porges llamó a esto "neurocepción": la evaluación subconsciente del
sistema nervioso sobre seguridad o amenaza en el ambiente, que puede ser
precisa o estar distorsionada por la historia de traumas (Porges, 2011).
"Entonces,"
concluyó la Dra. Solís, "la pregunta epistemológica no es solo '¿cómo
distinguimos señal de ruido?' Es: ¿cómo distinguimos entre señales reales
del mundo presente y señales fantasma de traumas pasados?"
Desde la
Literatura
Hubo una
larga pausa. Los tres académicos habían construido algo impresionante pero
también algo abrumador. El marco era sofisticado, integrado, pero también...
¿inerte? ¿Demasiado abstracto?
El Prof. Fisic,
que había estado inusualmente callado, finalmente habló.
"Disculpen
la interrupción," dijo con una sonrisa tímida, "pero tengo una
pregunta simple: ¿de qué sirve todo esto si la gente no puede usarlo?"
La Dra.
Vargas levantó una ceja. "¿Usarlo cómo?"
"Para
cambiar. Para vivir diferente. Para no estar atrapados en los ciclos que
Patricia describió tan elocuentemente." Se reclinó en su silla.
"Ustedes han construido un modelo impecable de cómo funcionan las
creencias. Pero los modelos no cambian vidas. Las historias sí."
Citó a
Jonathan Gottschall: "Somos, como especie, adictos a la historia... Las
historias son el modo primario por el cual navegamos y damos sentido a nuestra
experiencia" (Gottschall, 2012, p. xiv).
"Miren,"
continuó, "puedo explicarle a alguien la teoría del apego, los sesgos
confirmatorios, la teoría polivagal. Puedo mostrarle matrices de confusión y
circuitos neuronales. Y quizás entienda intelectualmente. Pero no sentirá
su propia situación hasta que se vea reflejado en una historia."
"El
conocimiento abstracto vive en un compartimento," argumentó. "La
historia habita en ti. Por eso los grandes maestros espirituales enseñaban en
parábolas. Por eso la Biblia, el Corán, los Vedas están llenos de narrativas.
Por eso terapeutas como Irvin Yalom escriben sobre sus pacientes en forma de
historias, no solo como casos clínicos" (Yalom, 1989).
La Dra.
Cortés intervino: "Pero Marco, las historias pueden distorsionar. Pueden
simplificar complejidad necesaria. Pueden imponer narrativas falsas sobre
experiencia ambigua."
"Absolutamente,"
concedió Fisic. "Una mala historia es propaganda. Pero una buena historia
no simplifica; ilumina complejidad de manera que se vuelve navegable."
Citó a Joan
Didion: "Nos contamos historias para vivir... Interpretamos lo que vemos,
seleccionamos las ideas más viables de la experiencia, aplicamos narrativas a
nuestras vidas" (Didion, 1979, p. 11).
"El
problema," continuó, "es que la mayoría de nosotros vivimos dentro de
historias malas sobre nosotros mismos. Historias que heredamos de traumas, de
mensajes culturales tóxicos, de momentos de dolor que generalizamos. 'Soy
indigno.' 'El mundo es peligroso.' 'No puedo confiar.' Estas son narrativas. Y
mientras las aceptes como verdad en lugar de como historia revisable,
estás atrapado."
La
psicóloga Solís asintió vigorosamente. "Exacto. Gran parte de la terapia
es ayudar a la gente a dejar de identificarse con sus narrativas limitantes y
cocrear historias más complejas, más compasivas, más precisas sobre quiénes
son."
Fisic
señaló: "Pero aquí está el truco: no puedes simplemente destruir una
historia vieja sin ofrecer una nueva. La mente aborrece el vacío narrativo. Si
le quitas a alguien la historia 'soy una víctima,' necesitan otra historia que
dé sentido a su sufrimiento. Quizás 'soy un sobreviviente en proceso de
sanación.' La segunda historia no niega el dolor; lo recontextualiza."
Las
Disciplinas se Abrazan
Fue la Dra.
Vargas, sorprendentemente, quien comenzó a tejer los hilos.
"Déjenme
intentar algo," dijo, acercándose a la pizarra. "Marco tiene razón
que necesitamos narrativa. Pero Patricia tiene razón que la narrativa debe
estar fundamentada en comprensión de mecanismos psicológicos. Y Javier tiene
razón que debe incluir la dimensión emocional-somática. Y yo..." sonrió,
"bueno, alguien tiene que mantener esto honesto con evidencia
empírica." Dibujó un nuevo diagrama:
"Es un circuito," explicó. "No lineal sino en espiral. Tus acciones basadas en tus narrativas generan resultados en el mundo real. Esos resultados retroalimentan, potencialmente actualizando tus creencias, recalibrando tu sistema emocional, refinando tu distinción entre señal y ruido."
La Dra. Solís
añadió: "Y aquí está la clave: el circuito puede ser virtuoso o vicioso.
Virtuoso si tus narrativas son suficientemente precisas y adaptativas para
generar acciones que funcionan en el MR, lo que confirma confianza y permite
exploración. Vicioso si tus narrativas están distorsionadas por creencias
traumáticas, generando acciones que fallan o que confirman sesgadamente la
narrativa limitante."
El Dr.
Cortés reflexionó en voz alta: "Entonces la pregunta práctica se convierte
en: ¿cómo se transforma un ciclo vicioso en virtuoso?"
Hubo un
momento de silencio contemplativo.
Fisic habló
suavemente: "Permítanme contar una historia."
"Había
una vez," comenzó Fisic con la cadencia de alguien que ha contado muchas
historias, "un hombre llamado Sebastián. Había crecido en un hogar donde
el amor era condicional a logros. Si traía buenas calificaciones, recibía
abrazos. Si fallaba, recibía silencio frío."
Una ola de
estudiantes inclinándose simultáneamente hacia adelante cambia el clima del
debate.
"
Sebastián desarrolló lo que Patricia llamaría una creencia nuclear: 'mi valor
depende de rendimiento perfecto.' Esta creencia configuró su sistema de
detección S/R. Cada pequeño error se convertía en señal catastrófica de su
falta de valor. Cada éxito era ruido (suerte, estándares bajos, temporario). Lo
que Elena describiría como una tasa masiva de falsos positivos para fracasos y falsos
negativos para éxitos."
"Emocionalmente,"
continuó, mirando al Dr. Cortés, "vivía en lo que Javier describiría como
ansiedad de rendimiento crónica. Su sistema nervioso estaba perpetuamente en
modo alarma. No como respuesta al presente, sino como hecho del pasado."
"A los
treinta años, Sebastián era 'exitoso' externamente: buen trabajo,
reconocimientos, estabilidad. Pero internamente estaba colapsando. Ataques de
pánico. Insomnio. Sensación de ser impostor. Su narrativa era: 'Soy un fraude a
punto de ser descubierto.'"
Fisic hizo
una pausa deliberada. "¿Qué cambió en Sebastián para que el ciclo se
rompiera?"
"No
fue razonamiento lógico. Sebastián sabía intelectualmente que sus logros
eran reales. Pero el conocimiento abstracto no cambió cómo se sentía."
"Lo
que cambió fue cuádruple, y aquí es donde nuestras perspectivas
convergen."
"Primero
(lo cognitivo): Terapia que lo ayudó a identificar su creencia nuclear y
cuestionar su validez. Trabajo cognitivo al estilo Beck. Pero no solo
intelectual; también lo..."
"Segundo
(lo somático/emocional): Trabajo corporal que lo ayudó a distinguir entre
activación del sistema nervioso apropiada al presente (tengo una deadline
real, esto es estrés funcional) versus activación residual de trauma (mi valor
como persona no depende de esto). Aprendió, escuchando a su cuerpo, la
diferencia entre miedo útil y miedo fantasma."
"Tercero
(lo narrativo): Construyó, una historia diferente de su vida. No 'fui dañado
irreparablemente por mi infancia' (narrativa de víctima que lo dejaba
impotente). Tampoco 'mi infancia fue perfecta y yo soy simplemente débil'
(narrativa que negaba realidad y generaba más vergüenza). Sino: 'Desarrollé
estrategias de supervivencia que fueron adaptativas entonces pero ahora me
limitan. Puedo honrar que me mantuvieron funcionando mientras también las
actualizo para mi vida adulta.'"
"Y cuarto
(lo empírico/experimental): Pequeños experimentos conductuales que generaron evidencia
contra su creencia limitante. Compartió trabajo imperfecto y no fue
rechazado. Pidió ayuda y fue apoyado. Cada micro experiencia era un dato que su
sistema estadístico interno podía usar para actualizar probabilidades."
Fisic miró
alrededor. "¿Ven? Nuestras cuatro perspectivas no compiten. Se necesitan
mutuamente. El modelo cognitivo sin el componente somático/emocional es
estéril. El trabajo emocional sin marco cognitivo carece de dirección. Ambos
sin narrativa carecen de sentido personal. Y todos sin evidencia empírica
generada por acción en el mundo son solo fantasía."
Hacia la
Epistemología Cotidiana
La Dra. Solís
tomó la palabra. "Lo que Marco acaba de describir es lo que en
psicoterapia moderna se llama integración. No terapia cognitivo-conductual pura,
no terapia somática pura, no terapia narrativa pura. Sino una síntesis."
Citó a
Bessel van der Kolk: "La neurociencia nos ha enseñado que muy poco de lo
que nos sucede está bajo nuestro control consciente... Pero también nos ha
enseñado que podemos entrenar a nuestro cerebro para enviar señales de confianza
en lugar de amenaza" (van der Kolk, 2014, p. 206).
"El
punto," continuó, "es que el cambio de creencias profundas
requiere trabajo en múltiples niveles simultáneamente. Si solo trabajas lo
cognitivo, la creencia regresa en momentos cotidianos de estrés porque está
codificada somáticamente. Si solo trabajas lo somático, puedes sentirte cotidianamente
mejor por un rato, pero sin un marco cognitivo para entender qué pasó o cómo
mantenerlo. Si solo trabajas la narrativa sin acciones concretas que generen
evidencia nueva, es ficción autocomplaciente para algunos momentos de tu
cotidianidad."
La Dra.
Vargas intervino: "Y aquí es donde mi perspectiva estadística vuelve a ser
relevante. Hablamos de 'actualizar creencias' como si fuera simple, pero
bayesianamente hablando, las creencias con priors muy fuertes requieren mucha
evidencia contradictoria para moverse significativamente."
Explicó:
"Si tu prior es 'no soy amable' con certeza 0.95, una experiencia positiva
no te moverá mucho. Tu sistema la explicará como anomalía. Necesitas docenas,
quizás cientos de experiencias contradictorias repetidas en tu cotidianidad antes
de que el prior se actualice significativamente" (ver Kahneman, 2011 sobre
actualización bayesiana en humanos).
"Por
eso," agregó Solís, "el trabajo terapéutico toma tiempo y requiere
que sea parte de tu cotidianidad. No es que las personas sean 'resistentes' o
'difíciles.' Es que sus sistemas cognitivos están apropiadamente diseñados para
no actualizarse con evidencia singular. La estabilidad de creencias es
adaptativa... excepto cuando las creencias mismas son patológicas."
El Dr.
Cortés añadió una nota filosófica: "Esto nos lleva a una paradoja
epistemológica interesante. ¿Cómo sabes si tu resistencia a cambiar una
creencia es sabiduría (protegerte de actualizar basándote en ruido) o rigidez
(rechazar señal genuina que contradice una creencia limitante)?"
"No
hay algoritmo para eso," respondió Fisic. "Es juicio. Es arte. Por
eso necesitamos a otros. A nuestra comunidad en nuestra cotidianidad. Un
terapeuta, un amigo, un mentor que pueda decir: 'Estás ignorando evidencia
sistemática aquí. ¡Revisa tu epistemología cotidiana!'"
La
audiencia suelta una carcajada seguida de un murmullo diferente. Parece que se
trata del paso de un falso positivo colectivo, a un enjambre de muchos
verdaderos positivos individuales.
En la
última media hora del seminario, los cuatro profesores abrieron el espacio para
preguntas. Lo que emergió fue sorprendente: no respuestas sino más complejidad,
más matices, algo de alguna manera fuera del mundo real.
Un
estudiante de neurociencia preguntó sobre plasticidad: "Si las creencias
fundamentales se forman temprano cuando el cerebro es más plástico, ¿hay
ventanas críticas después de las cuales son irreversibles?"
La Dra. Solís
respondió: "La investigación es clara que hay períodos sensibles, sí. El
sistema de apego se forma en los primeros años. Pero la neuro plasticidad
continúa toda la vida, aunque más lentamente. Adultos pueden desarrollar apego
seguro ganado (earned secure attachment) incluso después de infancias
traumáticas" (Siegel, 1999).
"No es
fácil," agregó. "Requiere lo que llamamos 'experiencias emocionales
correctivas' repetidas, cotidianas. Pero es posible. La esperanza no es ingenua;
está respaldada por evidencia."
Otra
estudiante preguntó: "¿Pero no hay peligro en la maleabilidad? Si las
creencias son tan revisables, ¿no somos vulnerables a manipulación, propaganda,
gaslighting?"
El Dr.
Cortés asintió gravemente. "Absolutamente. La misma plasticidad que
permite sanación permite daño. Por eso sociedades autoritarias invierten tanto
en propaganda: están literalmente reprogramando los sistemas de clasificación
S/R de las personas." Citó a Hannah Arendt sobre totalitarismo: "El
súbdito ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista
convencido, sino personas para quienes la distinción entre hecho y ficción...
ya no existe" (Arendt, 1951, p. 474).
"Cuando
no puedes confiar en tu propia percepción," continuó Cortés, "cuando
la distinción entre señal y ruido ha sido suficientemente corrompida, quedas
vulnerable a que otros definan tu realidad por ti."
Fisic
añadió: "Por eso las buenas historias son tan importantes. No historias
que cierran pensamiento crítico, sino historias que lo abren. Historias que te
ayudan a ver que siempre hay múltiples interpretaciones posibles de
cualquier experiencia, y que elegir una interpretación es un acto proactivo,
no pasivo."
Al final
del seminario, la Dra. Vargas propuso un desafío colaborativo.
"Hemos
construido un framework teórico hoy. Pero Marco tiene razón que necesita
hacerse práctico. ¿Qué tal si trabajamos juntos en un proyecto integrado?"
Propuso:
"Un protocolo que cualquier persona pueda usar para examinar y, si es
necesario, actualizar sus creencias fundamentales. Que incluya:"
- Herramientas cognitivas (identificar creencias, buscar
evidencia, razonar bayesianamente sobre priors)
- Prácticas somáticas (aprender a leer señales
corporales, distinguir miedo presente de miedo residual)
- Técnicas narrativas (volver a crear cuentos sobre
tu vida de manera que empoderen sin negar tu realidad)
- Diseño experimental (crear acciones que generen
evidencia nueva)
"Y,"
añadió con una sonrisa, "necesitaría estar presentado no solo como paper
académico sino también como algo accesible. Quizás con historias ilustrativas.
Quizás con ejercicios prácticos."
Los otros
tres profesores intercambiaron miradas. Luego, uno por uno, asintieron.
"Pero,"
advirtió la Dra. Solís, "tenemos que ser honestos sobre las limitaciones.
Este trabajo puede ser autodirigido para creencias relativamente superficiales.
Pero para trauma profundo, para creencias que están literalmente incorporadas
en fisiología dañada, necesitas ayuda profesional. No queremos vender una
poción mágica."
"Acordado,"
dijeron los demás.
Reflexión
de esta Reportera
Salí del
seminario con la cabeza dando vueltas. Lo que había presenciado no era solo
debate académico; era un mapeo colaborativo del territorio más fundamental:
cómo sabemos lo que sabemos, cómo cambiamos lo que creemos, cómo vivimos más
alineados con la realidad que con nuestros fantasmas.
Me quedé
pensando en mi propia vida. ¿Qué creencias cargo que filtran mi percepción?
¿Cuántas "verdades" sobre mí misma son realmente narraciones
heredadas, no conclusiones empíricas? ¿Cuánta "señal" he clasificado
como ruido porque no encajaba con mi autoconcepto?
El Prof. Fisic
me detuvo al salir.
"¿Vas
a escribir sobre esto?" preguntó.
"Sí,"
respondí. "Pero temo no poder capturar la complejidad."
Sonrió.
"No intentes capturarla toda. Captura lo suficiente para que alguien que
lea esto sienta curiosidad. Si sienten curiosidad, explorarán. Si exploran,
descubrirán. El artículo no tiene que cambiar vidas directamente. Solo tiene
que abrir una puerta."
Eso es lo
que he intentado hacer aquí.
Referencias Citadas
Arendt, H. (1951). The Origins of Totalitarianism.
Harcourt.
Beck, A. T. (1976). Cognitive Therapy and the Emotional
Disorders. International Universities Press.
Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss, Vol. 1:
Attachment. Basic Books.
Damasio, A. (1994). Descartes' Error: Emotion, Reason,
and the Human Brain. Putnam.
Didion, J. (1979). The White Album. Simon &
Schuster.
Gottschall, J. (2012). The Storytelling Animal: How
Stories Make Us Human. Houghton Mifflin Harcourt.
Haselton, M. G., & Nettle, D. (2006). The paranoid
optimist: An integrative evolutionary model of cognitive biases. Personality
and Social Psychology Review, 10(1), 47-66.
Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar,
Straus and Giroux.
LeDoux, J. (1996). The Emotional Brain: The Mysterious
Underpinnings of Emotional Life. Simon & Schuster.
Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory:
Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and
Self-regulation. W. W. Norton.
Shannon, C. E., & Weaver, W. (1949). The Mathematical
Theory of Communication. University of Illinois Press.
Siegel, D. J. (1999). The Developing Mind: How
Relationships and the Brain Interact to Shape Who We Are. Guilford Press.
van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain,
Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking.
Yalom, I. D. (1989). Love's Executioner and Other Tales
of Psychotherapy. Basic
Books.
Lucía L. es estudiante de periodismo, con
especialización en divulgación científica y énfasis en ciencias cognitivas.
Este artículo es parte de la serie "Conversaciones que Importan" del
Observador Universitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el comentario! Podrá ser publicado una vez revisado...