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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

4.12.13

Semejanza, Diferencia e Identidad

De acuerdo con J. Piaget, la capacidad que tenemos para distinguir semejanzas y diferencias es una de las bases fundamentales de nuestro sistema cognitivo. Entre los 0 y 2 años de edad el ser humano aprende a darse cuenta de si en dos experiencias perceptuales de algo, estas se parecen o se diferencian, con el agregado genial de poder identificar de si se trata de experiencias sobre un mismo objeto o sobre dos objetos. Es así como somos capaces, no sé bien cómo, de asignar identidad a un objeto (una persona, una cosa, una idea...) que puede o no permanecer igual al comparar dos de nuestras experiencias perceptuales del mismo.

Si es un mismo objeto y se parecen las dos experiencias perceptuales, reafirmaremos la identidad del mismo. Si no se parecen, advertiremos que ocurrió un cambio en el mismo objeto (una diferencia muy radical podría hacernos dudar de si se mantiene o no la identidad - una cirugía estética extrema, por ejemplo). Si son dos objetos que se parecen, estaremos percibiendo más semejanzas que diferencias. Si no se parecen, entonces nuestro énfasis estará en que estamos percibiendo más diferencias que semejanzas (ver cuadro).


Llevemos este análisis al campo de la comunicación política en Venezuela, tanto del gobierno como de la oposición, porque existe un juego interesante de manipulación de percepciones. La oposición, con la MUD, las primarias y Capriles, se presenta a sí misma como algo distinto a lo que fue durante la Coordinadora, el 11A y el paro petrolero. A la oposición le conviene que de esa comparación de las dos experiencias perceptuales, se concluya que son dos objetos distintos, llamémoslos Oposición 1 y Oposición 2. Sin embargo, el gobierno se empeña en que se perciba a la oposición de hoy como un solo y mismo objeto, es decir, los mismos fascistas, burgueses y escuálidos de siempre. El discurso opositor se ha empeñado en destacar cambios que dan a entender que si bien se trata de la misma oposición, ahora se encuentra en un formato evolucionado. Lamentablemente ese autoposicionamiento ayuda al gobierno en su empeño de atacarlos como más de lo mismo, y que por lo tanto intentarán otra vez hacer las mismas metidas de pata políticas que hicieron antes.

Por otra parte, el gobierno de Maduro busca ser percibido como otro gobierno distinto al de Chávez. Se presenta como sucesión del anterior, pero siendo otro. Honra al antecesor, pero critica problemas actuales como si fuese realmente otra gente que no tiene ninguna responsabilidad sobre el desastre de lo que está sucediendo en el país. Absurdamente, la oposición parece apoyar esta forma de autopresentarse que tiene el gobierno, con frases como Maduro no es Chávez. Lo que más le convendría a la oposición es mostrar al gobierno como una degradación, como algo decadente, del mismo gobierno que comenzó hace 14 años, cosa que evitan los del gobierno que se perciba de esa manera, hasta ahora, exitosamente.

Según este análisis, el gobierno muestra un mejor instinto comunicacional que la oposición. A pesar de ser el mismo gobierno (no otro), busca presentarse como algo diferente; y la actual oposición, siendo otra cosa muy distinta a la anterior oposición, pareciera empeñada en mostrarse como un cambio dentro de la misma identidad y no como lo que realmente es, una auténtica sustitución de lo anterior (a diferencia de la falsa sustitución que pretende vender el gobierno como auténtica).

Eso de auténtico y falso es lo que menos importa. Lo importante es lo que el electorado perciba y allí está la pelea comunicacional por conducir esas percepciones hacia donde sean más convenientes.

Un discurso que por un lado insista en la degradación del mismo gobierno de hace 14 años y que por el otro marque distancia con esa otra oposición anterior a 2007, contribuirá enormemente a construir la opción de triunfo que arrase definitivamente con la pesadilla autoritaria que ahoga al país.

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