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Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

11.7.13

Vicariedades

"Como si" es una muletilla perfecta para introducirse en el mundo de lo vicario. Anoche escuchaba a una persona joven en radio que usaba "como si" de una manera exagerada, como si (jejeje) reconociera que vivimos sumergidos en un océano de experiencias vicarias. Así es, un océano, y me sentí tan perplejo como cuando me leí "Metaphors We Live By" de Lakoff and Johnson, libro en el que uno puede enterarse de que vivimos en un océano de metáforas (ésa es una metáfora), pero ahora me doy cuenta de que se trata del mismo océano en el que nos procuramos estar bajo recurrentes olas o tsunamis de experiencias vicarias.

Una experiencia vicaria es aquella en la cual sentimos (o vivimos) lo que observamos, leemos o escuchamos que vive otro, alguien más, distinto a nosotros. De hecho, hasta nosotros mismos podemos resultar ser como si fuéramos otros, en determinados momentos, sobre todo al fantasear soñando despiertos o al soñar mientras dormimos. No sé si ser actores, la profesión en la que se trata de ser otros, literalmente, lo podamos calificar también como vicario.

En todo caso, el mundo de lo vicario obliga a observar el procesamiento paralelo que ocurre cuando, sin dejar de sentir que seguimos siendo nosotros mismos, podemos sentir algo que percibimos que siente alguien más. Asignemos el signo negativo (-) a lo vicario y el positivo (+) a lo no-vicario, siendo este último lo que nos sucede directamente a cada uno de nosotros, sin carga vicaria. Consideremos que todo resultado positivo de un cálculo algebraico de experiencias (vicarias y no-vicarias) significa un aprendizaje; mientras que un resultado negativo, significa un desaprendizaje. No siempre será el aprendizaje algo deseable y el desaprendizaje algo despreciable. Así que la carga moral lineal de asociar positivo con bueno y negativo con malo, podemos apartarla a un lado.

Veamos un ejemplo. Si solamente leemos una receta de cocina (experiencia vicaria o "-") que alguien escribió (experiencia no vicaria o "+"), o vemos en TV (experiencia vicaria o "-") a un chef cocinando algún delicioso plato (experiencia no vicaria o "+"), y no compramos los ingredientes ni cocinamos ese delicioso plato nosotros mismos, tenemos: 1 * -1 = -1. O sea, un desaprendizaje. Si cocinamos el plato (experiencia no vicaria o "+") es un +1 que incluido en la ecuación (multiplicado), obtenemos: (1 * -1) * 1 = -1. Todavía no es suficiente para lograr un aprendizaje. Pero imaginemos que nuestra pareja o hijo prueba el delicioso plato (experiencia no vicaria o "+") y lo observamos sintiendo lo que siente (experiencia vicaria o "-"), entonces: ((1 * -1) * 1) * (1 * -1) = 1. Entonces, ¡algo aprendimos!

Esta matemática, esta álgebra de la experiencia, nos indica que si incorporamos a alguien que nos de feedback, a manera de experiencia vicaria, podemos lograr realmente aprender algo. Por el contrario, si solo consumimos experiencias vicarias, aunque pongamos en práctica lo vivido vicariamente, pero no incorporamos al otro (nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro país...), entonces no estaremos aprovechando la oportunidad de aprender. Sólo cuando nos arriesgamos a hacer algo, desde cero, sin apoyo vicario, obtendremos un 1 positivo como aprendizaje directamente.

Podemos aprender tanto lo que nos convenga, como lo que no. Pero esa parte del álgebra no la he desarrollado todavía. Aunque aprender puede convenir siempre, siempre que podamos decidir libremente entre lo que vamos a poner en práctica o no.


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