Una conductora se desplaza en su vehículo por el canal izquierdo de una avenida. Llega a una intersección en la que no hay cruce a la izquierda y otro vehículo está detenido allí, esperando poder cruzar mientras obstaculiza ese canal. Ella se ve entonces obligada a detenerse y siente que le están haciendo perder su tiempo. Toca la corneta furiosamente para llamarle la atención al infractor. Él se molesta porque, según él mismo, no ve justificación para tanto escándalo.
¿Tiene mala fe el infractor al querer cruzar indebidamente obstaculizando la vía? ¿Tiene buena fe la conductora al tocarle la corneta con tanto énfasis para que no cruce y avance? ¿Cuál sería la reacción de la conductora si observa que al infractor un policía lo multa o alguien lo choca al cruzar?
Actuar pragmáticamente es considerado por algunos como algo positivo, pero para otros es todo lo contrario. El Pragmatismo como corriente filosófica es considerado, en una palabra, un antidogmatismo. Lo opuesto al Pragmatismo son entonces los fanatismos de todo tipo: políticos, religiosos, etc. En términos proactivos el Pragmatismo se puede distinguir como el darse cuenta de las posibles consecuencias que pueda tener lo que hagamos y decidir (existencialmente hablando) de acuerdo con los valores y principios que uno tenga. Quizás eso así no sea suficiente para darle un orden particular al mundo y, por tanto, no estaríamos ante un corpus filosófico como tal.
Sin embargo, es un hecho que el hacer (o dejar de hacer, que es también una forma de hacer a través de una no-acción deliberada) es un componente constitutivo del vivir; y darse cuenta de las consecuencias del hacer es parte del hacer de todo ser vivo. Qué, quién o cómo uno puede darse cuenta de algo es un asunto aparte, que excede el alcance del presente artículo. Por ahora asumamos que el darse cuenta (o consciencia), es uno de los recursos con los que cuentan los seres vivos para sobrevivir y que cualquier fanatismo o adicción (y también algunas enfermedades), pueden afectar esa capacidad en el sentido de reducirla o hasta eliminarla.
Una acción ejecutada por uno, deliberadamente o no, tiene consecuencias y estas pueden resultar positivas o negativas para otro (y para sí mismo, pero simplifiquemos por ahora esta posibilidad y pensemos en términos de uno / otro). Cada acción tiene un objetivo o intención definida (consciente o no) y esa intención puede ser calificada como "buena" o "mala" según la "fe" que se tiene hacia el resultado que se espera de la misma. Unas veces el objetivo coincide con las consecuencias, otras veces no. Así que ninguna intención pre-establecida cuenta con la certeza absoluta de que se realice de acuerdo con lo originalmente pensado. Pero toda acción, independientemente de su intención y de acuerdo con sus consecuencias, producirá reacciones tanto en quien la ejecuta como en quien es impactado por la misma. Las reacciones son un tipo particular de consecuencias que podríamos calificar de indirectas.
El siguiente esquema muestra las reacciones de uno / otro, según la intención con la que uno ejecuta acciones y las consecuencias directas de esas acciones para otro.
No obedecer las reglas, sobre todo las reglas de la interacción vehicular, no ers un pragmatismo, sino una ofensa o un delito. Las reglas para la comunidad deben sobreponerse a las reglas de las personas, porque si no se cumplen, aparece, y se establece, el caos. El pragmatismo personal en eventos de interacción comunitaria, no es apropiado. En otras palabras, la moral sufre de "ostracismo crónico".
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario! El Pragmatismo es esencialmente una forma de pensar en la que se anticipan las consecuencias de lo que uno se propone hacer, para chequear cuánto se acercan al objetivo que se persigue. Un asesino podría ser pragmático y un policía también. El asesino tiene como objetivo hacer daño. El policía se propone capturar a quienes hacen daño. Normalmente, las personas cuentan con un conjunto de principios y valores que orientan el sentido ético de lo que hacen. Si la adopción de esa ética o moral es dogmática, la persona probablemente no se detenga a pensar en posibles consecuencias antes de hacer algo. Para imaginar con antelación las posibles consecuencias hay que partir del sentido ético y darse cuenta del contexto de la situación real particular en la que se enmarca la acción. Las reglas o leyes pueden verse como parte del contexto.
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