Blog personal en el que...

Escribo sobre temas que me interesan, me afectan, me gustan, me intrigan: algo bastante sobre política, pero también hay de urbanismo, diseño y temas diversos.

15.6.19

Construcción de confianza en un contexto plagado de Dunning-Kruger

"El hombre es lobo para el hombre" me dijo papá en varias ocasiones, sin atribuirle esa frase a Thomas Hobbes, quien de paso no lo dijo de la forma cómo la mayoría cree, pero refiriéndose al peligro de confiar demasiado en los demás. Es curioso que alguien de palabra como mi padre, alguien en quien se podía confiar totalmente y con los ojos cerrados, dijese precisamente eso. Pero creo que papá se dió cuenta, desde muy joven, del tipo de contexto que es el venezolano y, por ello, justamente, buscaba advertirnos ese tipo de peligro que inevitablemente nos acecha a todos.

En una entrada reciente de este blog, planteé la relación entre el efecto Dunning-Kruger y el militarismo (Ver artículo). Con un militarismo exacerbado, no es de extrañar que existan innumerables casos del efecto DK en Venezuela, es decir, numerosos contingentes de personas que no saben que no saben y que, por ello, aceptan ejercer responsabilidades para las que nunca se han preparado, ni pretenden prepararse. Ese tipo de persona es, por definición, irresponsable y, por ello, muy poco confiable; por lo tanto, la desconfianza en Venezuela ha tendido a ser masiva.

¿Será entonces la desunión (o desconfianza) en el seno de la oposición venezolana un mal crónico, casi que inevitable? ¿Será una expresión más de algo generalizado y endémico que afecta múltiples aspectos de la vida nacional? En un contexto así, ¿Será factible construir confianza de manera acelerada para poder sacar a los verdaderos lobos que actualmente acaparan el poder y destruyen lo poco que queda de país?

Detrás de la desconfianza se oculta algo más personal y complejo: el miedo. Miedo a ser agredido, engañado, robado, etc. La construcción de confianza y de capacidades pasa necesariamente por superar el miedo. Guaidó, el presidente (E), ha dado demostraciones de superar sus miedos: se atrevió a conducir la AN, a denunciar al usurpador, a asumir la conducción de una transición, a sumar voluntades para el cambio que requiere el país. Dada su trayectoria y sin que su juventud se tome como un defecto, Guaidó asumió esta enorme responsabilidad con humildad y consciente de la enorme tarea que esto implica y que, definitivamente, no es solo sino acompañado por un equipo de muchos que saben algo, pero que sobretodo saben que no saben mucho más de lo que saben, va a poder cumplirla con éxito.

La primera tarea para construir confianza es esa, quitarnos el miedo; pero además filtrar a aquellos que se acercan a "ayudar" y a todas luces, es obvio que no saben que no saben. Quitarse el miedo es atreverse a hacer, a actuar, a agenciar. Filtrar implica cosas tan sencillas como dejar de seguir en Twitter a quienes solo opinan y enlodan a los demás, sin aportar nada en la dirección hacia donde todos debemos remar como equipo.

Es la unión entre quienes, como mi padre, tienen palabra; entre quienes se comprometen y cumplen; entre quienes reconocen no solo sus capacidades, sino también sus límites. La tarea por delante no es titánica, aunque lo parezca. La tarea es más sencilla de lo que parece. La tarea es consolidar lo nuestro que sirve y descartar lo que nos estorbe. Descartar miedos y consolidar confianza entre nosotros. That's it.

5.6.19

Militarismo y el efecto Dunning-Kruger

Dos investigadores norteamericanos de la Universidad de Cornell, David Dunning y Justin Kruger, publicaron en el año 1999 un paper con resultados sobre un estudio de la conducta de personas que no saben que no saben algo. Se inspiraron en el caso de un muy particular ladrón de banco en Pittsburgh, McArthur Wheeler, quien se creyó el cuento según el cual si se echaba jugo de limón en la cara, esta se le volvería invisible y así podría burlar los intentos de la policía para capturarlo. Al tipo lo terminaron capturando una hora después de que se divulgaran las imágenes del video del robo, ese mismo día. Por supuesto, el Sr. Wheeler no se dió cuenta de que no sabía nada sobre las propiedades que tiene el jugo de limón, muy bueno por cierto para hacer limonada pero no para hacerse invisible.

Pero este no es un fenómeno ni tan raro. Es muy común encontrarse gente que sobreestima sus capacidades para resolver cualquier tipo de situaciones o problemas. Su ignorancia es tal que terminan aceptando responsabilidades que los superan, sin medir las consecuencias desastrosas que se derivan de tal osadía. Eso contrasta con la cautela de quienes habiéndose preparado, los envuelve muchas veces la indecisión y terminan no aceptando responsabilidades que podrían muy bien desempeñar correctamente.

Si Dunning y Kruger viniesen a Venezuela, podrían ampliar el conocimiento en esta área de una manera explosiva. Un país vuelto ruinas con enfermedades, hiperinflación, crisis de infraestructura, miseria, etc., es necesariamente el resultado de ejércitos de incapaces ocupando posiciones de responsabilidad para las cuales no se prepararon, ni tampoco les ha interesado prepararse. La pregunta sería entonces: ¿Qué tiene Venezuela que reúne a tanta gente que no se da cuenta de que no sabe y sin embargo acepta, sin sentir ningún tipo de resquemor, ocupar cargos de altísima responsabilidad?

La respuesta no está definitivamente a nivel individual porque estos investigadores encontraron que individuos poco preparados no son capaces, justamente por ello, de darse cuenta de que no están debidamente preparados. Entonces ocurre algo a nivel social o cultural: la sociedad ha estado tolerando, por décadas o siglos, que individuos incapaces ocupen cargos de altísima responsabilidad. La pregunta entonces varía: ¿Qué ha sucedido en Venezuela para que su sociedad tolere que individuos poco capaces ocupen cargos de altísima responsabilidad?

Quizás el caso del torpe ladrón Wheeler puede aportarnos algunas claves para entender: el ladrón incapaz estaba armado, robó el banco, eso es un delito condenable, la policía cumplió con su deber de atrapar delincuentes y, estando también armada, logró desarmarlo y someterlo. Si suponemos que en nuestro caso el banco fuese Venezuela, hay dos variantes: a) el incapaz se sale con la suya porque la sociedad no considera al robo realmente un delito y no se le persigue; b) el ladrón es también policía. En todo caso, para robar y para atrapar ladrones se usan armas, por lo tanto el asunto de las armas puede estar relacionado con manifestaciones masivas del efecto Dunning-Kruger.

El militarismo es una visión del mundo que quienes lo profesan, no importando si sus discursos sean de izquierda o derecha, creen en la violencia (sobretodo la armada) como principal argumento para imponerse. Obviamente, yendo hacia atrás en la historia, casi toda la humanidad ha sido militarista y con ello patriarcal, misógina, narcisista, etc., pero en el presente los países democráticos lo son precisamente porque eliminan o reducen a su mínima expresión al militarismo. Si el argumento son las armas, poco importa el conocimiento para desempeñarse en cualquier cargo; y, así, el terreno para que hordas de incapaces se sientan empoderados para ejercer cualquier cargo de altísima responsabilidad se torna sumamente fértil.

Haciendo la salvedad de que militaristas pueden ser tanto militares como civiles, quiero mostrar una lista de algunos de cargos de altísima responsabilidad que ocupan militares para los que están muy poco preparados:

PDVSA y ministerio de Energía
Gerentes de empresas públicas de todo tipo incluyendo Electricidad, Telecomunicaciones, etc.
Ministerios de Salud, Producción Agrícola, Infraestructura, Vivienda, etc.
Gobernaciones
TSJ y tribunales
Cuerpos policiales
Embajadas y representaciones diplomáticas

Y finalmente, por el lado de los civiles, es notable la presencia de ministros y funcionarios de la economía que no tienen la debida preparación en organismos como el BCV, ministerio de Finanzas, etc., así como en otras muchas áreas.

El militarismo, sea de militares o de civiles, tara cultural que somete a la sociedad venezolana, es donde debemos poner el foco para extirparlo y lograr un cambio que nos lleve no solo a superar la arbitrariedad autoritaria de quienes hoy someten al país, sino también y con mucha más importancia, a trabajar juntos los civilistas, sean civiles o militares, para alcanzar lo más pronto posible (y sin echarnos jugo de limón en la cara) el gran potencial de desarrollo, prosperidad, paz y libertad que deseamos todos los venezolanos.