Desde mi perspectiva, hoy, la carrera es más necesaria que nunca. La humanidad ha convenido, de manera cada vez más universal, vivir en ciudades o, en todo caso, vivir de acuerdo a un estilo urbano de vida. La bucólica casa en la pradera (y hasta la de los suburbios) se parece cada vez más a una máquina de escribir rodeada de tablets y teléfonos inteligentes.
Una ciudad que funcione bien es el resultado de múltiples factores, de diversas variables que en muchos casos son difíciles de controlar. Esto hace que fabricar una buena tablet sea, en comparación, mucho más fácil que transformar el caos urbano presente en tantas ciudades. Hace poco atravesé Petare un domingo a la 1AM. La cantidad de personas y la intensidad y diversidad de actividades (comida, buhoneros, transporte, etc.) no me la esperaba. Era como transitar por un Time Square sucio, pobre, peligroso... pero no por ello menos dinámico. Me pregunté: ¿Cómo se podrá transformar este espacio público elevando su calidad urbana y, a la vez, manteniendo esa formidable dinámica que tiene? Sólo pude imaginarme que sería difícil, muy difícil, hacerlo. Todo un reto para urbanistas muy inteligentes, coordinando un dream team multidisciplinario integrado por excelentes arquitectos, abogados, sociólogos, economistas, ingenieros y, quizás, hasta médicos. Sin mencionar que la población misma de Petare deberá participar para que se comprometa con su propia transformación.
Esta reflexión me hizo revisar mis capacidades, las herramientas conceptuales y técnicas que adquirimos estudiando la carrera y me dí cuenta que hay algo que NO se nos enseña (y que no sé cuán factible sea hacerlo) que es IMPLANTAR o implementar planes. Recordé que lo que normalmente hemos considerado como resultado de nuestras actividades académicas y, luego, de nuestra práctica profesional son documentos (planes, proyectos, etc.), pero no las experiencias transformadoras en sí. Es como si a los médicos se les formara para decir cuál y cómo harían una operación; y luego continuarían ejerciendo su profesión diciendo cuál y cómo harían operaciones, pero sin hacerlas.
Algo que le cambiaría a la carrera de Urbanismo es justamente el poder ir más allá del plan o del proyecto que, normalmente, se entregan como documentos. Quizás una posibilidad sea llevarlos hasta una fase de PROTOTIPOS, que incluya la reacción de los involucrados ante esas experiencias piloto... siendo esa fase el comienzo de la implantación de las propuestas urbanas.
Creo además que debemos buscar que los prototipos sean más que una maqueta o una visualización 3D. Debemos llegar a OPERAR, como médicos de la ciudad, para poder producir cambios. Sobre todo para hacer creíbles (factibles) los cambios propuestos.
Antes de que una tablet o un smatphone alcancen su éxito, se hicieron los respectivos prototipos.
Antes de que una tablet o un smatphone alcancen su éxito, se hicieron los respectivos prototipos.
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