Planificar es más fácil y útil de lo que uno cree. Si bien es importante que exista un plano, una base sobre la cual planificar, y para lo cual se requieren conocimientos especializados, solo con saber escribir se puede planificar. Sin embargo, hay que vencer obstáculos que impiden o retardan esa actividad.
Cultura oral
Las culturas con predominio de comunicación oral, como la venezolana, tienden por un lado a vivir más intensamente el presente, lo que puede ser saludable y conveniente; pero a la vez, viviendo entre remolinos de dimes y diretes, se reduce la posibilidad de corregir errores recurrentes, de planificar acciones más complejas que crearán las bases para tener una mejor calidad de vida y así vamos postergando el futuro. Si la tradición cultural dominante es la de la palabra hablada, escribir pasa a ser un oficio de pocos. Si la mayoría de esos pocos escriben más sobre el presente o el pasado, sobre lo que hacen o dejaron de hacer ellos u otros, se puede esperar que quede poca energía social para planificar.
El pánico a la página en blanco
Es muy común el temor de enfrentarse a una página o pantalla vacía. Si delegar la tarea de escribir sobre lo que se quiere hacer hace que lo escriba otro, el texto terminará siendo engavetado o en el cesto de la basura. Para escribir solo hace falta agarrar un lápiz o teclear ante una pantalla. Poder armar oraciones, párrafos y el documento como un todo, puede parecer al principio una tarea titánica, pero no lo es.
La resistencia es a comprometerse
Si la persona escribe y firma lo que quiere, se considera un acto de compromiso a futuro, algo como emitir un cheque o firmar un pagaré. Así como hay pocas personas que escriben, en la vorágine de la cultura oral existen pocas personas que honren su palabra, que cumplan con lo dicho. "Eso no fue lo que yo dije" puede ser un truco típico y, ante un tercero, la palabra de esa persona termina ubicándose al mismo nivel de la de quien reclama lo incumplido. Paradójicamente, aunque exista algo escrito, esa irresponsabilidad también se da: mucha gente no paga, no entrega, no cumple con las condiciones acordadas, etc.
La tentación de ocultar lo escrito
Para reducir la probabilidad de terminar expuesto ante un incumplimiento, en el predominio de lo oral se tiende a esconder o a dificultar el acceso a lo poco que esté escrito. Si se vuelve lento, costoso, difícil, acceder al escrito en el que alguien se comprometió a hacer algo y no lo cumplió, la falta pasa desapercibida. Mentir y ocultar son partes de un mismo truco.
La normalización de la impunidad
Pocas o inaccesibles referencias escritas y poco o ningún respeto a la palabra oral empeñada, tendrá como consecuencia que quede impune la falta. Es posible que exista una fuerte correlación entre oralidad e impunidad. Con esos ingredientes, la pobreza de una sociedad que no escribe y, por lo tanto, no planifica, estará garantizada.
La mala fama de planificar
John Lennon opinó una vez que "Life is what happens when you're busy making other plans" (la vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo planificación). Si planificar es escribir, la idea de que haciéndolo hacemos algo equivocado pierde fuerza. Un acto de planificación puede ser algo que va desde un simple garabato en una servilleta, hasta un documento complejo y voluminoso. Depende de lo que estemos planificando y de nuestra capacidad de síntesis.
La planificación contribuye a progresar
El cultivo de la escritura sería entonces parte del camino que ayudaría a dejar la miseria atrás y llevarnos al desarrollo y la prosperidad. Escribir es agregar una destreza a nuestra caja de herramientas sin desplazar otras. Escribir no impide la comunicación oral, la enriquece. Igual ocurre con planificar, que no tiene por qué sustituir el goce pleno del presente.
¿Qué hacer para comenzar a planificar?
Toma un lápiz y un cuaderno o siéntate ante la laptop. Si te preguntas ¿Qué quiero hacer? ¿Qué necesito? y ¿Qué resultados obtendré si hago lo que quiero y necesito? aparecerán respuestas. Escríbelas. Eso no implica que lo escrito deba permanecer tal como está, para siempre. En música una partitura puede cambiar tantas veces como el compositor quiera y, de paso, el ejecutarla puede incluir improvisaciones. Planificar es hacer jazz: la concibes, la ejecutas e incluyes la improvisación como parte del plan.
Darse cuenta
Para ir de un sitio A a uno B, es necesario estar consciente de dónde quedan A y B, qué tan lejos están uno del otro, qué tipo de obstáculos y ayudas pueden encontrarse en el trayecto, etc. El conocimiento especializado ayuda mucho a ser eficiente y eficaz en la ejecución de un plan. Si no tienes una parte del mapa, debes atreverte a crearla como hipótesis imaginativa. Para ir al futuro siempre habrá incertidumbre, por ello una parte del mapa que usemos en nuestra planificación, va a estar necesariamente basada en lo que imaginemos.
La buena planificación incluye iteraciones, o sea revisar y retrabajar el plan para actualizarlo en correspondencia con lo que vaya sucediendo. Para avanzar desde una tradición oral necesitamos que comencemos todos a escribir. Si comenzamos a escribir, podremos planificar. Así tendremos planes para ejecutarlos y que nos lleven a tener un mejor país.
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