Parafraseando la famosa categoría en filosofía y ciencia, The Hard Problem of Conscience, quiero abordar este asunto de ser o no ser congruente y su importancia.
Si uno se toma el racionalismo demasiado intensamente, porque uno cree en la Ilustración, en la Ciencia, en la Modernidad, y siente que ser liberal y librepensador es como la mejor manera de ser ser humano por ahora; uno definitivamente rechaza, hasta con asco, cualquier incongruencia. Jesús de Nazareth diría que "es más fácil ver un rasgo incongruente en el discurso ajeno, que la propia vida incongruente que uno lleva." Twitter, sin importar las horas de curaduría que uno le dedique a su timeline, está inundado de críticas y reclamos que se hacen alrededor de este asunto de la incongruencia.
Por lo menos, hay algo cierto y es que ser congruente siempre, no es fácil ni se le da a todo el mundo por distintas razones; razones que inciden en lo que podríamos llamar el flujo de nuestro discurso y de los acontecimientos en los que estamos involucrados. Por ello, es fácil señalar incongruencias. Pero, lo que no es tan fácil es explicar por qué, a pesar de ser incongruentes, ciertos individuos lograr liderar procesos en los que muchas personas terminan colaborando con ellos, ante la mirada incrédula de quienes observan todo con un racionalismo exacerbado.
Tomemos el caso de los famosos pranes en las cárceles. Se supone que personas que están en la cárcel por delinquir, van a hacer lo posible por comportarse mejor cada vez para reducir su condena y luego, intentar reincorporarse a la sociedad de la mejor forma posible. Pero los pranes lideran operaciones que van en el sentido opuesto: conducen crímenes desde las cárceles y, además, cometen crímenes ahí mismo contra otros presos que se nieguen a colaborar con ellos. Desde el contexto carcelario, todo eso parece muy incongruente; pero desde la perspectiva gangsteril, el hecho de que los presos sigan haciendo lo que habían decidido previamente escoger como oficio, es congruente. Aquí vemos cómo las incongruencias coexisten con congruencias y, por eso, puede considerarse uno de los problemas duros de entender.
Otro caso: los Republicanos en EEUU argumentaron, ante la muerte del juez Scalia de la Corte Suprema de ese país, en 2016, que por tratarse de un año electoral el presidente saliente no debería escoger al nuevo juez sino que esa decisión debía dejársela a quien resultara electo. Cuatro años más tarde, ante la muerte de la juez Ginsburg, los mismos del Partido Republicano dicen que esa vacante debe ser llenada por el presidente en funciones, es decir, Mr. Trump. Eso es una incongruencia. Sin embargo, la parte congruente que toda incongruencia tiene sería que en 2016 los Republicanos hicieron lo que les convenía y, hoy, en 2020 quieren nuevamente hacer algo que les conviene.
A los políticos socialistas de muchas partes, al identificarse con los "pobres y explotados" del planeta, se les critica que les guste vivir en casas bellas, comer en restaurantes finos y pasar vacaciones en lugares paradisíacos. La única forma de medio evadir esa incongruencia sería que los gustos caros los financiasen con una herencia o con alguna otra fuente de ingresos legales provenientes de actividades productivas de algún tipo. Pero si la corrupción es lo que los ha convertido en millonarios, la incongruencia sería todavía mayor porque cada dólar que se cogen, se lo quitan a esa gente "pobre y explotada" que, según ellos mismos, se suponía que iban a ayudar.
Pero ¿Cómo explicar que unos gangsters como los del régimen militarista-socialista venezolano gocen de cierto apoyo en el país que han destrozado y en el escenario internacional? ¿Por qué la gente no reacciona ante tan graves incongruencias? Quizás suceda algo como lo que pasa con los Republicanos en EEUU: los socialistas tienen su discurso típico sobre los "pobres" porque les conviene; y, luego, al adueñarse del poder hacen cualquier cosa porque les conviene. Son, pues, incongruentes y congruentes a la vez. La gente quizás se fija en lo que son congruentes y termina apoyándolos.
La oposición venezolana, como los Demócratas en EEUU, podrían estar sufriendo las consecuencias de discursos y acciones que no llevan en sí mismas nada que las haga parecer congruentes. Pareciese que pura incongruencia resulta inaceptable. Algo de congruencia tiene que tener lo que digamos o hagamos para poder lograr lo que nos proponemos. La conveniencia es una fuente de congruencia, narcisista si se quiere, pero quienes estén lidiando con ese tipo de personas sabrán a qué atenerse. El gusto, parecido a la conveniencia, también es otra fuente de congruencia, porque el gusto no se discute y algo se puede hacer o dejar de hacer por puro gusto. Los dogmas también lo son, así como las propuestas identitarias.
Ser siempre congruentes tiene sus beneficios, es lo ideal, pero una mínima incongruencia puede arruinar la credibilidad basada en esa congruencia 100% pura. En cambio, ser incongruente puede subsanarse si hay algo de congruencia. ¿Qué otras fuentes de congruencia existen? ¿Qué diferencia hay entre ser congruente y ser auténtico? ¿O ser sincero, honesto, transparente? ¿Es el liderazgo el resultado de un manejo adecuado de la mezcla entre incongruencias y congruencias?
Ayúdenme por favor a entender.
La esencia de la congruencia e incongruencia no pueden asumirse bajo el determinismo que distancia los procesos humanos de la realidad. Más bien desde la incertidumbre de una perspectiva o de un contexto particular. Lo importante sería reconocer si la posición en una de estas categorías obedece a una necesidad real o al oportunismo de la cizaña política.
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